Lunes, 2 de septiembre de 2002
La bandera en el ropero
El clima en Lanús estaba enrarecido. HabÃa poca gente en las tribunas y escaso colorido. El asunto parecÃa claro: las hinchadas no habÃan podido ingresar sus banderas. Una vez comenzado el encuentro, las pocas que se veÃan, esas en las que se lee el nombre de los barrios, y que estaban colgadas en el alambrado sobre la popular que ocupaba la gente de Boca, fueron desapareciendo hasta dejar la zona perimetral absolutamente despojada. Se supo, luego, que los jerarcas de La Doce habÃan pedido ese gesto a los dueños en señal de desacuerdo con las medidas dispuestas por el funcionario y ex árbitro, encargado de la seguridad en eventos deportivos de la provincia, Mario Gallina.
A raÃz de este hecho, hubo algunos inconvenientes en la zona de acceso al estadio entre una parte de los barrabravas de Boca –los que no habÃan podido ingresar, porque no tenÃan entradas, se dijo– y la policÃa; adentro se generaron corridas, aunque el tumulto se fue calmando cuando los visitantes se unieron en gritos contra el funcionario.
Lo cierto es que, acertada o no la medida de Gallina, al partido de ayer le faltó el color. En la tribuna de Lanús sólo flameó por un rato un pequeño estandarte reclamando por la disposición que limita el ingreso de banderas. Dentro del campo, el juego no compensó esas ausencias, las de los trapos; y el frÃo terminó de destemplar el espectáculo. La única alegrÃa de la tarde-noche de ayer fue para los de Lanús y llegó una vez que el árbitro Claudio MartÃn dio por finalizado el encuentro.
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