Ni la suntuosidad de aquellos Matadores del ’68 ni la solidez de los bicampeones del Toto Lorenzo. Ni la fortaleza anÃmica de los agónicos campeones del Clausura ’95 ni el volumen de juego de aquel equipo del ingeniero Pellegrini que enhebró 13 triunfos seguidos en el Clausura 2001. Este San Lorenzo campeón de Ramón no tiene nada de aquéllos, pero sà un poco de todos. Tuvo fútbol del bueno cuando Ledesma se afirmó en el medio, cuando Rivero se olvidó de pelear y recuperó la memoria de aquel jugador habilidoso que supo ser en sus comienzos, y cuando Gastón Fernández no se conformó con la media punta sino que fue a buscar más arriba. Tuvo gol repartido (once jugadores marcaron los 32 goles, cuatro delanteros, tres mediocampistas y cuatro defensores), no mucho, pero sà lo necesario.
Tuvo orden aun en los momentos de los partidos en los que las cosas no le salÃan como Ramón pensaba y querÃa. Tuvo flexibilidad para adoptar y adaptarse a distintos esquemas (defendió con lÃnea de tres y de cuatro, jugó con cuatro volantes en lÃnea y con tres y enganche) sin resignar eficacia. Tuvo regularidad para no caer en esas crisis de inestabilidad que caracterizó a la gran mayorÃa de los equipos. Y tuvo carácter para que no lo arrastrase la adversidad. Ayer dio una prueba de ello. Le ganaba 2-0 a Arsenal a los 16 minutos, le empataron en sólo cuatro minutos, y en lugar de quedarse lamiéndose las heridas, salió con todo y en cinco minutos arrasadores, en el arranque de la segunda etapa, puso en claro por qué el tÃtulo no se le podÃa escapar.
Todos estos atributos deberÃan darle forma a un equipo respetable, digno del recuerdo. Sin embargo, el establishment futbolero argentino sigue negándole merecimientos a San Lorenzo. Como si un campeonato se ganara asà porque sÃ. Quizás haya llegado el momento de pensar qué significa, hoy en dÃa, jugar bien. Y si jugar bien y jugar lindo son ideas equivalentes.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.