Como presagiando un arbitraje que ser铆a deplorable, Gabriel Favale levant贸 su pulgar hacia los costados del campo de juego, en claro mensaje de aprobaci贸n, como para que el partido en Rosario pudiera iniciarse. Pese a los proyectiles que desde la tribuna de Central cayeron muy cerca del arquero de Belgrano, Juan Carlos Olave, para este genuino exponente del 鈥渢odo pasa鈥 y del 鈥渟iga, siga鈥, el arbitraje pareciera constituir ni m谩s ni menos que un m茅todo para que los partidos se jueguen de cualquier manera, en la medida en que esta estafa al juego que fue Central-Belgrano pueda definirse como un enfrentamiento deportivo.
Desde la supina ineptitud de la gran mayor铆a de los protagonistas, pasando por entre otras delicias la mala entra帽a de los codazos a diestra y siniestra de Lollo, ni Belgrano merec铆a ascender a Primera ni Central conservar la categor铆a, ni Favale dirigir nada que definiera nada.
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