Mientras crecen los rumores de que el último acto de gobierno del ciclo de José MarÃa Aguilar será su venta al América de México, Diego Buonanotte jugó como para que los mexicanos vengan corriendo a llevárselo. El gurrumÃn de Teodolina hizo un desparramo de habilidad, marcó un gol, sirvió otro y levantó los aplausos de la gente que, pese a todo, le dio un marco rumoroso y colorido al Monumental.
Nunca se quedó quieto Buonanotte. Jugó suelto del medio hacia adelante e hizo estragos por los dos costados. En tres minutos del primer tiempo, entre los 33 y los 36, generó otras tantas situaciones de peligro y en los peores momentos, cuando peor hacÃa los cosas River, fue la única esperanza de que algo diferente alumbrara el camino a la victoria.
En el segundo tiempo, su habilidad y su aceleración le resultaron letales a la pesada defensa de los tucumanos. Cada vez que encaró, pasó. Y además estuvo mejor rodeado. Gallardo, con intermitencias, Mauro DÃaz y Villalva en los 20 minutos que jugó, fueron sus mejores socios y esas sociedades acaso explican, mejor que cualquier otra razón, el repunte de River y su triunfo. Además, hizo un golazo con el arco tapado después de una pelota sacada sobre la lÃnea y le brindó el tercero a Villalva. Suficiente como para señalarlo como la figura de la primera noche feliz que River tuvo en mucho tiempo.
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