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Lunes, 6 de mayo de 2013
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Boca pasó revista a los últimos tiempos de River

Garganta poderosa

A la hinchada local lo único que le interesaba era recordar el descenso de su eterno rival en esa primera visita a la Bombonera. Coparon la escena y obligaron a la suspensión momentánea del Superclásico, cuando el fútbol se había hecho humo.

Por Juan José Panno
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“River: decime qué se siente / haber jugado el Nacional / te juro que aunque pasen los años / nunca nos vamos a olvidar, olvidar / que te fuiste a la B / quemaste el Monumental / esa mancha no se borra nunca más.” El hit copó la Bombonera durante cinco minutos seguidos: lo entonó, una y otra vez, toda-toooooda-la hinchada, los de La 12 y los vitalicios, los pibes y los grandes, los que se trepaban a los paraavalanchas y los que permanecían sentados en sus asientos de palcos o plateas. La imagen, coloreada por el humo de las bengalas que habían obligado a la suspensión del partido, parecía excitar todavía más a los enfervorizados fanas que llegaban al clímax cada vez que formulaban la pregunta hiriente, empezando el replay del cantito.

Al hincha de Boca lo único que le interesaba era celebrar el descenso de River en esa primera visita a la Bombonera. Los jugadores de la banda y los estoicos hinchas millonarios que ocuparon la tercera bandeja del Riachuelo, y casi no pudieron expresarse, fueron destinatarios de un profuso repertorio montado para la ocasión. El partido, para los hinchas xeneizes, pasó definitivamente a segundo plano sobre la mitad de la etapa final. Tanto que casi ni se enteraron de que ese segundo tiempo fue espantoso y no se produjo más que media situación de gol, que apenas se dieron cuenta de que su equipo terminó jugando con Marín, Zárate, Bravo, Escalante, Paredes y Pol Fernández, más de medio equipo de juveniles. “Vamos, vamos los pibes”, cantaron brevemente los de la tribuna de socios del Riachuelo, pero enseguida fueron tapados por otros gestos que renovaban la gastada. Los brazos extendidos, las manos temblequeantes y el grito de “buuuu... buuuu”, simulando un fantasma, se enganchaba con el clásico: “Vos sos de la B”.

En el partido de ida, River había montado una recordada puesta en escena con un enorme chancho inflable que flameó durante todo el entretiempo en las narices de los hinchas de Boca ubicados en una de las tribunas cabeceras. Una muestra de ingenio y creatividad para realzar el folklórico historial del clásico, que muchos condenaron y calificaron como políticamente incorrecta. La creatividad escenográfica de los de Boca fue muy pobre respecto de aquel cerdo, y se limitó a algunas banderas amarillas con la B en azul o azules con la B en amarillo y algunos fantasmitas desperdigados en distintos sectores. Pero eso sí: llenaron la cancha y cantaron hasta la afonía. Cuando River metió su gol, reaccionaron de inmediato: “Dale Booo, dale Booo, dale Booo, dale Boca que no ha pasado nada...”. Los podría haber acallado, tal vez, que River concretara ese par de ocasiones de que dispuso cuando estaban 1-0 pero, por el contrario, aumentaron la euforia con el empate alcanzado por Silva.

Al final siguieron columpiándose sobre los hilitos de voz que les quedaba. No festejaban el empate, como decía un provocador Ramón Díaz; no se alegraban porque el equipo había jugado un poco mejor en el segundo tiempo; no se ponían contentos porque en esa segunda mitad del partido Orion casi no había tocado la pelota, ni porque Sánchez Miño había resultado una de las figuras de la cancha, ni porque el puntito los aleja un poco del fondo de la tabla: lo único que les importaba a los hinchas de Boca era ganar el centro de la escena y recordar la mancha que no se borra nunca más. Y lo lograron. Pero de fútbol propiamente dicho, ni hablar.

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