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Domingo, 23 de mayo de 2004
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Cristianismo y Revolución

A la izquierda de Dios Padre

En Cristianismo y Revolución. Los orígenes intelectuales de la guerrilla argentina (Editorial de la Universidad Católica de Córdoba, 2003, 380 págs.), el jesuita Gustavo Morello traza la historia que llevó a grupos católicos militantes a transformar la palabra de Dios en un arma para terminar con el capitalismo.

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POR ROGELIO DEMARCHI

Entre la primera y la segunda reunión del episcopado latinoamericano –Río de Janeiro, 1955; Medellín, 1969–, el mundo, la región y la Argentina quedaron patas para arriba. Por menos cultura que tenga, cada lector podrá nombrar diez conflictos de esos años en menos de lo que canta un gallo.
Dentro de la Iglesia, las encíclicas de Juan XXIII y Paulo VI más el Concilio Vaticano II dieron la impresión de que alguien había abierto de golpe todas las ventanas para que entrara aire fresco. Si en Río de Janeiro había quedado clara la incapacidad de los católicos para extraer conclusiones prácticas de la doctrina social de la Iglesia, en Medellín el tema intentaba resolverse haciendo una opción por los pobres, criticando con dureza la violencia del sistema y asumiendo un compromiso con los procesos de liberación para la transformación de la sociedad.
Más allá de la jerarquía, los cristianos habían iniciado un diálogo con el marxismo y Camilo Torres había renunciado a la sotana para ingresar en el Ejército de Liberación Nacional colombiano. Si Jesús redujo los diez mandamientos dados a Moisés a uno solo –amar al prójimo como a uno mismo–, Camilo reescribía a Jesús para postular que ese amor debía ser eficaz, y la única manera de lograrlo era a través de un compromiso militante con la transformación social. Su caída como guerrillero permitía tres conclusiones: que no había ido a “bautizar” la revolución sino a participar de ella; que se podía responder a la violencia con violencia; y que su ejemplo lo convertía en “Jesús-en-acción-hoy”.
Con esa lectura de la “camilidad”, pocos meses después de su muerte el argentino Juan García Elorrio funda la revista Cristianismo y Revolución (CyR) y organiza el Comando Camilo Torres –de vida efímera, pero muy importante en la historia de la guerrilla nacional.
Hacia la intersección de estas líneas de fuerza se dirige el jesuita Gustavo Morello en Cristianismo y Revolución. Los orígenes intelectuales de la guerrilla argentina (Editorial de la Universidad Católica de Córdoba, 2003, 380 páginas). Sus estudios en Comunicación Social, Filosofía y Ciencias Sociales le permiten una mirada que excede a la religiosa y múltiples accesos al material que indaga.
El libro va de menos a más y alcanza su punto más alto cuando directamente su autor le cede la enunciación discursiva al grupo de militantes que hicieron de CyR una de las revistas más importantes de aquellos años; mientras que en los primeros capítulos, donde contextualiza esa producción, su estrategia de fragmentar la descripción de los diferentes hilos que van a entretejerse le quita posibilidades al análisis y por momentos lo torna redundante (en otro sentido, es lamentable que el “cuidado de la edición” dé por resultado páginas saturadas de errores sintácticos y ortográficos).
Como señala Morello, en CyR se destaca “la difusión del pensamiento post-conciliar; la radicalización ideológica y política; la defensa de la lucha armada; el apoyo a la tendencia revolucionaria del peronismo; la oposición a la conducción oficial del movimiento peronista; y una marcada coincidencia con la CGT de los Argentinos”.
La pluma de García Elorrio hacía de las editoriales verdaderas claves de lectura para cada número. Morello relata que estaba “obsesionado por la inserción de los cristianos en el proceso revolucionario de América latina”, y que se indignaba frente a “los cristianos que echaban en saco roto, o vivían contradiciendo, los principios evangélicos; que no ponían en práctica las enseñanzas de Cristo”, de modo que mantuvo una colaboración permanente con el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Jorge Luis Bernetti fue su secretario de redacción; y Miguel Grinberg, José Ricardo Eliaschev, John W. Cooke, Eduardo Galeano, Rubén Dri, Raimundo Ongaro, Emilio Jáuregui y Miguel Ramondetti, algunos de sus colaboradores. A la par, el Comando Camilo Torres llevó adelante algunas acciones directas y envió militantes a Cuba para que recibieran entrenamiento militar. Muchos de sus integrantes, si no todos, se incorporaron después a Montoneros: José Sabino Navarro, Carlos Capuano Martínez, Norma Arrostito, Emilio Maza, Fernando Abal Medina, Carlos Ramus y Mario Firmenich, entre otros.
Los enunciados discursivos de CyR que reconstruye Morello son de una riqueza inconmensurable porque permiten palpar la calidad de la amalgama producida por todos estos elementos:
* “El verdadero socialismo es el cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad fundamental.”
* “Para lograrlo, es indispensable erradicar la propiedad privada de los medios de producción.”
* “Sólo el socialismo nacional y latinoamericano garantizará a los trabajadores la participación en
el poder.”
* “El peronismo revolucionario se propone tomar el poder para que lo ejerza plenamente la clase trabajadora, con el objetivo de crear un Estado Socialista peronista.”
* “El único medio para construir la Patria Socialista es el compromiso armado, la militancia revolucionaria en diferentes roles.”
* “Se trata de vincular la lucha armada con la organización popular, incorporando elementos políticos que provengan de las agrupaciones fabriles o barriales.”
* “El ideario político de Camilo Torres se basa en tres afirmaciones: sin el poder para el pueblo no hay cambio social en América latina; la vía electoral no es el camino; la única salida es la lucha armada.”
* “No se puede ser manso en una realidad de violencia sin ser cómplice.”
* “La contradicción principal es el imperialismo y no la lucha de clases.”
En el Credo, Jesús sube a los cielos y se sienta a la derecha de Dios Padre. El grupo de CyR y la militancia cristiano-revolucionaria miraba la situación desde otro punto de vista y llegaba a la conclusión de que Cristo está a la izquierda de la máxima jerarquía. El libro de Morello abre una brecha para que aquella perspectiva, sobre la que existía hasta hoy (casi) un voto de silencio, recupere toda su expresividad.

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