Domingo, 5 de septiembre de 2004
EL EXTRANJERO
BRIMSTONE
Por Douglas Preston y Lincoln Child
Warner Books, 2004
512 páginas, U$S 25,95
Hablemos de basura, hablemos de trash y de pulp y de la rara y excitante felicidad que de tanto en tanto nos producen este tipo de libros. Libros como los que escribe el dĂşo dinámico de Douglas Preston y Lincoln Child. Arqueo-thrillers, techno-thrillers y –especialmente y muy por encima de todo lo que firman juntos o por separado– las novelas protagonizadas por el Ăşnico, inimitable y agente especial Pendergast del FBI (aunque Pendergast, nacido en Nueva OrlĂ©ans, actĂşe siempre por las suyas, enervando hasta el infarto a sus superiores, y con mĂ©todos que combinan un humor ácido, perfecta punterĂa, deducciones Ă la Sherlock Holmes, la filosofĂa zen y los mĂ©todos del jesuita Matteo Ricci a la hora de utilizar la memoria como virtual máquina del tiempo). Y sĂ: como ocurre con los relatos y novelas de Conan Doyle, lo que importa aquĂ no es quiĂ©n es el asesino sino quiĂ©n es el detective.
Las novelas anteriores de Pendergast –que pueden ser definidas como una cruza entre Los Expedientes X y las peripecias de un Indiana Jones urbano y cerebral– están traducidas al español en Plaza y JanĂ©s y son La reliquia (que resultĂł en una mala pelĂcula donde, horror, Pendergast ni siquiera aparece); Relicario (su muy buena continuaciĂłn); Los asesinatos de Manhattan (un verdadero festival de asesinatos en serie, sombras decimonĂłnicas, fĂłrmulas secretas de la inmortalidad y con un Pendergast más inspirado que nunca) y Naturaleza muerta (la más floja y culpable del imperdonable pecado de sacar a Pendergast de la siempre gĂłtica y sofisticada Nueva York para enviarlo a resolver unos toscos asesinatos rituales a la campesina Kansas). La buena noticia es que la reciĂ©n aparecida Brimstone no sĂłlo está a la altura de Los asesinatos de Manhattan, enfrentando a nuestro hĂ©roe a un rival que bien puede ser el mismĂsimo Diablo, sino que además –como en Los asesinatos...– vuelve a ocuparse de la misteriosa vida privada de Pendergast (del que nadie conoce siquiera su nombre de pila y, quienes alguna vez lo oyeron, lo recuerdan como “Al... Jo... es impronunciable”) y de la maldiciĂłn de su familia, aquejada de un mal por el cual todos se vuelven locos a determinada edad. Y Brimstone abre la puerta a una prĂłxima novela donde todo hace pensar que nuestro agente especial favorito se enfrentará a su malvado pero igualmente genial hermano. Mientras tanto y hasta entonces, Brimstone divierte con sus cadáveres apareciendo aquĂ y allá a una temperatura muy por encima de la normal, cocidos de adentro hacia afuera, en habitaciones cerradas, y con pezuña de macho cabrĂo grabada a fuego en una de las paredes. Sumarle a esto conspiraciones mundiales, pactos fáusticos de ancestrales familias florentinas, guiños cĂłmplices al iniciado con decisivas alusiones a aventuras anteriores (llegando a atar un cabo que habĂa quedado suelto en Naturaleza muerta) y el reencuentro con viejos aliados de Pendergast como el inspector Vincent D’Agosta y la cientĂfica de museo Laura Hayward. En resumen: novela infernalmente divertida, leerla mientras se mastica un Big Mac, y experimentar asĂ lo que puede ser el paraĂso mientras los demás continĂşan en el purgatorio de El cĂłdigo Da Vinci y todos esos misterios acadĂ©micos sin diploma.
Rodrigo Fresán
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