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Domingo, 13 de febrero de 2005
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Cinco ensayos clásicos sobre la medicina y sus metáforas.

La salud de los enfermos

Escritos sobre la medicina
Georges Canguilhem
Amorrortu
122 páginas

Por Jorge Pinedo
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Además de inspirar a Mallarmé hace casi un siglo y medio, el simbolista Villiers de L’Isle-Adam imaginó a Andréïde, la mujer-máquina que protagoniza L’Eve Future. Destinada a simular las funciones humanas, palabra incluida, el androide, sabiéndose no viviente, impide que se le hable de Tú. Y para que no quepan dudas, al final de la novela sentencia: “A mí, que me extingo, nadie me rescatará de la Nada... Soy el ser oscuro cuya desaparición no merece un recuerdo de duelo. Mi seno infortunado no es siquiera digno de ser llamado estéril. Si pudiera vivir, si poseyera la vida... Poder simplemente morir”.

Tremenda metáfora sobre la que gira Georges Canguilhem en los cinco ensayos reunidos en Escritos sobre la medicina, donde articula los avatares de esa ciencia conjetural en su necesariamente equívoca embestida contra la noticia de la mortalidad. Sucesor de Gaston Bachellard en la dirección del Instituto de Historia de las Ciencias de la Sorbonne, Canguilhem desenvuelve un abanico de reflexiones que abarca desde los axiomas históricos de la ciencia médica hasta la articulación positivista entre organismo y sociedad, pasando por el concepto de salud, de enfermedad y aun de la pedagogía de la curación, sin desatender las posiciones relativas de médico y enfermo.

Los cinco artículos reunidos en este volumen, meticulosamente traducidos por Irene Agoff, en buena medida sintetizan gran parte de su producción. Concebidos inicialmente con fines diversos que van de la polémica a la divulgación, las ponencias fueron seleccionadas y editadas por Armand Zaloszyc, quien se limitó a situar algunos articuladores lógicos y añadir un puñado de referencias. En la senda protoestructuralista que caracteriza a la escuela parisina de mediados del siglo pasado, Canguilhem entrecruza una poderosa maquinaria de argumentación lógica proveniente de la filosofía con sustentos tomados de la literatura o del psicoanálisis. De tal modo alcanza a componer un cuerpo teórico en permanente crisis. Esgrime una retórica de trazo en apariencia simple mediante la cual sintetiza y relanza: “... si el incremento en la duración de la vida viene a confirmar la fragilidad del organismo y su deterioro irreversible, si la historia de la medicina tiene por consecuencia abrir la historia de los hombres a nuevas enfermedades, ¿qué es la curación? ¿Un mito?”.

Pionero indiscutido en el cuestionamiento a esa holofrase (carente de sujeto y predicado; sin agente, auxiliar o adversario) llamada “Salud Pública”, el epistemólogo opta por el término salubridad. Pues alude que “lo publicado es muy a menudo la enfermedad. El enfermo pide ayuda, atrae la atención; es dependiente. El hombre sano que se adapta silenciosamente a sus tareas, que vive su verdad de existencia en la libertad relativa de sus elecciones, está presente en la sociedad que lo ignora. La salud no es solamente la vida en el silencio de los órganos, es también la vida en la discreción de las relaciones sociales”.

Lejos de cualquier simplismo, más allá de que la medicina se haya convertido también en un mercado, Escritos sobre la medicina propugna una ética al describir sucesivas y simultáneas realidades.

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