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Domingo, 28 de agosto de 2005
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Libros temáticos.

Hoy: Infantiles.

POR SANDRA COMINO


Cosas que los papás no saben
Jorge Accame
Ilustraciones: Matías Trillo
Norma

A Belén la dejan en un corral de piedra al cuidado de dos perros: Reina y Lumpi, mientras los padres van a buscar a las vacas. ¿Qué es lo que los padres no saben? Entre otras cosas, que Belén puede trepar. Y se escapa. La complicidad de los perros llega hasta acciones inimaginables, como renunciar a sus propias diversiones o, en el caso de Reina (la perra), amamantar a la niña hambrienta y hacer de todo por salvar a la heroína que transgrede inocentemente los peligros del campo.

Este libro inaugura un nuevo formato en la colección naranja Torre de Papel de Norma. Antes eran rectangulares y más chicos, ahora son cuadrados y el tamaño es más acorde para la edad de los destinatarios, que son los primeros lectores. De este modo, hay una presencia de la ilustración que no sólo acompaña al texto sino que lo termina de construir con el aporte de datos, guiños al lector que advierten de los peligros a los cuales se expone Belén, onomatopeyas que reiteran acciones y la presencia de figuras fragmentadas, al borde de la página, permite pensar que el espacio va más allá de la hoja. Matías Trillo juega con los distintos fondos de diferentes colores, a veces fuertes para crear un clima de juego y aventura.

La escritura de Accame es descriptiva, poblada de imágenes que recrean el campo, el clima, el paso de las horas, el incondicional comportamiento de los animales, los estados de ánimo, los peligros. Estos elementos permiten una verosimilitud sostenida por un final tranquilizador pero abierto, donde no está todo dicho y hace más interesante el cuento porque no cae en lugares comunes, tan difícil no hacerlo cuando se escribe para los chicos más chicos.

Heredé un fantasma
Laura Escudero
Sm
174 páginas

Esta historia escrita por Laura Escudero es una de esas obras que a pesar de estar editada para chicos es un libro para todas las edades. Hay muchos argumentos para defender esta idea y uno de ellos es que los protagonistas no tienen la edad del receptor, son grandes, rasgo poco frecuente en el campo de la literatura infantil y juvenil; otro: la escritura.

La historia la cuenta Ana, quien hereda una casa abandonada de su tía Dorotea, muerta hace diez años. El relato incluye cartas, y una modalidad de la protagonista que es enumerar las tareas que deberá realizar, escribir informes, reflexionar en su bloc de notas, una suerte de diario; por lo tanto, la escritura (en todas sus formas) se convertirá un elemento fundamental para la resolución de la novela. Pero Ana no sólo hereda la casa; junto a ella adquirirá un fantasma que necesitará de su ayuda para dejar el lugar y descansar en paz. El fantasma que no es cualquier fantasma, además de ser intelectual, se llama Georg Christobal Tobler, vivió en Suiza, conserva el lenguaje de su época y una historia ligada a la inmigración, habita en un reloj –ahora que es fantasma–, y fue amigo nada menos que de Goethe.

El tío Georg necesita que alguien escriba el final de su historia (de amor), para salvarse. Ana sólo puede escribir si no es presionada y si se despoja del servicio utilitario de lo escrito.

La escritura, la lectura, los libros, un archivo, proporcionan la reconstrucción del pasado para llegar a la solución del conflicto presente. Y esa reparación por parte de la protagonista permite develar el misterio, tanto como regresar a tiempos remotos para fraguar un final (sorpresivo).

Sueño de una noche de verano
Contada otra vez por Nataniel Costard - Irene Singer
Atlántida

Según el investigador francés Marc Soriano, modificar el texto de una novela o pieza de teatro para volver su argumento accesible a un público nuevo, en este caso para niños, es un riesgo. El conflicto es el criterio de los recortes que debe sufrir la historia. En tal sentido, este libro sería una “adaptación contada”, porque Nataniel Costard cuenta la ópera Sueño de una noche de verano del compositor británico Benjamin Britten, que a su vez es una adaptación de la pieza de Shakespeare. Sin duda resulta una composición resumida, pero que rescata lo esencial para niños a partir de siete u ocho años.

El lenguaje cotidiano, los diálogos y un narrador moderado permiten una entrada a la obra directamente cuando Oberón, rey de los genios y de las hadas, le pide a Puck, un duende, una hierba que si se echa sobre los ojos de quien duerme, esa persona se enamora del primero que ve al despertar. El pedido de Oberón es para enamorar a Titania, reina de las hadas. Por otro lado, Helena quiere a Demetrio, que está apasionado por Hermia, pero ésta ama a Lisandro. A Oberón se le ocurre que la hierba puede ayudar a Helena, pero Puck, en la oscuridad, confunde a Lisandro con Demetrio. Luego, cuando le toca el hechizo a Titania, despierta y lo primero que ve es un actor disfrazado de burro.

La escritura conserva la ternura, el humor y el erotismo de la obra original, pero el broche de oro de este libro es la ilustración de Irene Singer. Con técnicas manuales y digitales, la ilustradora crea los escenarios e interpreta la ópera. Trabaja con lápiz, tinta y acrílico, proyección de sombras y compone una narración desde lo visual que supera el texto.

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