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Domingo, 11 de diciembre de 2005
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Un paso para llenar un vacío en la historiografía argentina: el rol de la universidad durante varios siglos.

La universidad no es una isla

Pablo Buchbinder: "Historia de las universidades argentinas"

Por Angel Berlanga
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Historia de las universidades argentinas
Pablo Buchbinder
Sudamericana
256 páginas

“Cuerpos catedráticos cuestionados por su escasa predisposición a adoptar las novedades generadas por los cambios en el mundo de la ciencia, por su baja dedicación y por su tendencia a dividirse permanentemente en núcleos facciosos.” Eso argumentaron los reyes borbones cuando, durante el siglo XVIII, se dispusieron a serrucharles a los jesuitas el manejo de la única universidad –la primera, la de Córdoba– existente por entonces en el virreinato que luego sería –quién iba a decirlo– este país. Por ahí, claro, arranca Pablo Buchbinder el recorrido que propone Historia de las universidades argentinas, casi cuatro siglos desde 1623, con altos estudios para gente decente (cuatro gatos, carne de parroquia o de puesto administrativo colonial), hasta la primera década del XXI, con más de un millón y medio de estudiantes y un centenar de entidades, entre públicas y privadas. Arcaicos, culopesados, carroñeros, pero también anquilosados y corruptos, de eso acusaban a los jesuitas, y esos cargos pueden verse desparramados, repetidos, a lo largo del tiempo y del texto de Buchbinder, que advierte que mientras en muchos países la universidad fue clave, central, en el desarrollo filosófico, político y cultural, en la Argentina ese papel se verifica más limitado, no tan gravitante, debido a “una fuerte impronta profesional” y al “impacto negativo de las cambiantes coyunturas políticas locales”.

Planteado como una “síntesis integral de la evolución de las instituciones universitarias”, este libro enfoca sobre todo en cómo, a su turno, cada gobierno las condicionó decisivamente a partir de creencias, ideologías, negocios, modas, ignorancias, otras urgencias. Los intereses de los gobiernos de turno arrastrando a la universidad por sobre ideas surgidas en la universidad que guíen a los gobiernos que, paradójicamente, suelen estar bastante poblados de universitarios. Desde el comienzo Buchbinder avisa de las limitaciones del libro: una historia de este tipo abarca muchísimos aspectos y una pretensión de síntesis dejará mucho afuera. Y así es, nomás; son muchos los posibles perfiles de abordaje: para quienes gusten profundizar, el autor ofrece un extenso –y al parecer exhaustivo– ensayo bibliográfico de dieciocho páginas, con libros y artículos centrados en períodos, universidades y/o aspectos específicos.

No hay que buscar aquí una prosa refinada, elegante o seductora, componente acaso prescindible para quienes pretendan dar con lo que propone el autor: una síntesis y una guía para ampliar. El libro de Buchbinder –doctor en Historia, profesor en las universidades de General Sarmiento y de Buenos Aires, investigador del Conicet, autor de una historia de la Facultad de Filosofía y Letras– cumple holgadamente con lo que promete y se detiene a abundar en coyunturas, procesos, personalidades y componentes claves. La reforma de 1918, por ejemplo. O la masificación a partir del peronismo, el triple de matriculados y la exclusión de catedráticos antiperonistas. O la desperonización tras el golpe del ’55. O la reperonización del ’73. O los policías-servicios-celadores del Proceso. O el racismo cordobés, que todavía en 1844 exigía “pureza de sangre”. O la constancia de la Iglesia para retrasar y oscurecer.

“Una historia construida –concluye Buchbinder– sobre la base de una estrecha interacción entre los proyectos de las elites dirigentes, las orientaciones científicas y pedagógicas de los universitarios y las demandas de la sociedad.”

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