The Master: Retrato del novelista adulto
Colm TóibÃn
Edhasa
443 págs.
Esta extensa novela que estuvo a punto de quedarse con el Booker’s Prize del 2005 –que finalmente recayó en La lÃnea de la belleza de Allan Hollinghurst– es extraña por varios motivos. Es toda una rareza dentro de la obra de su autor, el irlandés Colm TóibÃn, conocido en la Argentina sobre todo por Crónica de la noche –ambientada en nuestro paÃs durante los años de la dictadura– y Mala sangre, un libro de no ficción donde el autor recorre caminando la frontera entre Irlanda del Norte y la República; estas obras no anticipaban en absoluto un interés puramente literario, porque estaban mucho más cerca del testimonio o el documento periodÃstico. The Master, en cambio, es una biografÃa de los últimos años del escritor norteamericano Henry James, residente en Europa durante la mayor parte de su vida adulta. Y TóibÃn toma una decisión muy astuta: no copia el estilo del Henry James escritor sino que reconstruye el tono de sus cartas y de los materiales biográficos disponibles. De esta manera construye al escritor como personaje. Y no es una biografÃa novelada convencional: es una auténtica novela; es un homenaje a James, pero no está exento de crÃticas a su figura: el personaje del escritor tiene innumerables matices, desde el hombre cobarde e hipocondrÃaco hasta el viajero incansable; desde el solitario que disfruta con la visita de su familia –los capÃtulos dedicados a sus hermanos y padres son excelentes– hasta el escritor profesional, responsable, obsesivo. Pero no es una figura inasible, un genio de mármol: es un cúmulo de contradicciones, que TóibÃn desgrana con destreza, y con un ritmo que poco tiene que ver con la reconstrucción histórica, y mucho con la literatura a secas. Sabiamente, elige la tercera persona; de esta manera, se distancia lo suficiente del estilo y la voz de Henry James para construir un relato propio.
The Master encuentra a James en enero de 1865, cuando estaba a punto de estrenar su pieza teatral Guy Domville en Londres, al mismo tiempo que Oscar Wilde triunfaba como dramaturgo. La pieza de James fue abucheada y fracasó; las expectativas del escritor, que querÃa abandonar la prosa para dedicarse al teatro, al menos por un tiempo, se vieron destrozadas. Sin embargo, se recupera de su derrota y a partir de entonces escribe importantes novelas, las que lo convertirÃan definitivamente en el Maestro del tÃtulo. Wilde aparece como una figura de contrapunto: TóibÃn no se atreve –no posee la evidencia documental para hacerlo– a afirmar que Henry James era homosexual. Pero sugiere que, al menos, tenÃa sentimientos homoeróticos; cuando Wilde es encarcelado y los homosexuales londinenses huyen hacia ParÃs, un amigo le pregunta tÃmidamente a James si él tiene algún motivo para partir también. James lo niega categóricamente. Y dice la verdad: no lleva una doble vida. Quizás haya renunciado a sus deseos; eso no significa, sin embargo, que no los posea.
En su extenso y evidente estudio sobre la vida personal de James, TóibÃn se atreve a recrear una escena de juventud clave: cuando adolescente, en Estados Unidos, durante un verano en el que visitaba a su prima Minny Temple –una mujer que serÃa inspiración de varias heroÃnas de sus cuentos y novelas–, James pasa una noche en la misma cama con un veterano de la guerra civil norteamericana; la escena es sutil, no es sexualmente explÃcita, pero es muy erótica. Más tarde, en el capÃtulo que transcurre durante 1899, James conoce a un escultor nórdico llamado Hendrik Andersen en Roma, y lo invita a su casa de Rye; la relación está muy cerca de la del amor griego, maestro-discÃpulo, hombre maduro y sabio-joven impetuoso, pero es platónica. Como todas las relaciones sentimentales de James, con hombres o mujeres; es especialmente conmovedor el relato de la relación del escritor con Constance Fenimoore Woolson, descendiente de Fenimoore Cooper, su Ãntima amiga que se suicidó en Venecia, depresiva e inteligente, posiblemente decepcionada porque James jamás intentó tener una relación con ella que superara la amistad.
La novela, aunque es cronológica, utiliza flashbacks siempre pertinentes, que ayudan a comprender a este hombre soltero y solitario, aislado y desarraigado, sociable por obligación, amable pero distante, y comprometido con su arte hasta el ascetismo. A veces, el relato decae, cuando TóibÃn relaciona hechos o recuerdos con tramas de cuentos o novelas de James, de una forma demasiado directa. El lector estudioso de James podrá encontrar referencias claras a Retrato de una dama, Daisy Miller, Otra vuelta de tuerca e incluso Las bostonianas. Pero hay muchas más: TóibÃn, sin embargo, jamás cita los tÃtulos de los libros, de modo que quien conozca la obra de James podrá disfrutar del rompecabezas, pero quien no esté familiarizado con la obra del escritor no queda afuera en absoluto, porque tampoco se trata de un juego de referencias. TóibÃn logra algo muy interesante, y muy difÃcil: que una novela donde los personajes son John Addington Symonds, Wilde, Yeats, Hawthorne, Thackeray y otros monstruos sagrados no resulte risible ni paródica. Los nombres propios jamás resultan chocantes, porque el Henry James de The Master es creÃble; está muy lejos del mito y muy cerca del artista, y del hombre.
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