Una entrevista a Tununa Mercado se convierte r谩pidamente en una situaci贸n grata, en una charla con una persona rica en ideas, clara y coherente pero nunca irracionalmente cristalizada en sus convicciones, ni siquiera respecto de su propia producci贸n literaria.
Desde el principio es casi tangible su compromiso con el concepto de libertad que fue responsable del exilio de trece a帽os en M茅xico, de 1974 a 1986, y directa o tangencialmente el tema de lo pol铆tico impregna su discurso durante todo nuestro encuentro, como si ese eje que dio significado a la experiencia del destierro tambi茅n imprimiese direcci贸n a su pensamiento y peso a su trayectoria literaria. Es desde esa visi贸n de Tununa Mercado como ser vertido a lo social que se despliegan los n煤cleos de su escritura.
Son m煤ltiples las v铆as de acceso a esta funci贸n axial de lo ideol贸gico:
鈥淩ealidades鈥, una de las secciones de Canon de alcoba, el libro que ahora reedita Seix Barral, presenta cuatro textos que Mercado escribi贸 durante el destierro y que comunican 鈥揷on gran carga afectiva鈥 el distanciamiento doloroso respecto de la experiencia pol铆tica personal y general, con su carga de desacuerdos y disidencias.
鈥淪iempre me resist铆 a la invasi贸n en la subjetividad de las decisiones y creencias de las masas, algo que aparece en 鈥楢samblea鈥. En lo personal yo quer铆a entender pero, no obstante incluirme, tomaba una distancia cr铆tica hasta de mi propia inclusi贸n as铆 como de todas las fuerzas que estaban en juego. En 鈥楩ragmento de una Reflexi贸n del General鈥 se advierte ese malestar, la molestia que me causaba el tributo que se le rend铆a a Per贸n. Por otra parte, pensaba que la r铆gida moral de ciertos militantes, y quiz谩 la m铆a propia, se sosten铆a en los mismos prejuicios que pueden encontrarse en personas con una conciencia social menos elaborada.鈥
Ya en el exilio, entre un sinn煤mero de situaciones no previstas, el problema de proveer a la subsistencia no es el m谩s sencillo. Los antecedentes de la escritora como periodista del diario La Opini贸n de Buenos Aires le abren las puertas a un muy digno ganap谩n: 鈥淧ude armar una oficinita de prensa en la Direcci贸n de Artes Pl谩sticas del Instituto Nacional de Bellas Artes, desde la cual logr茅 crear un espacio para la elaboraci贸n de introducciones a cat谩logos de artistas mexicanos, comentarios de las exposiciones de pintura que se inauguraban, cr铆ticas de arte... No hac铆a lo que por lo general se ve en la llamada cr铆tica de arte, esas im谩genes floridas que no hablan de pintura; nunca me val铆 del elogio desmedido. Lo m铆o era un ejercicio de escritura fundado en la materia y el trabajo del pintor. Fue para m铆 una experiencia muy fuerte como escritora鈥.
De la entrevista surge asimismo su feminismo consecuente. Y es justo en M茅xico, un pa铆s en el que la mujer ha soportado un sistem谩tico sometimiento al machismo, que Tununa Mercado, desde la revista fem, junto con otras compa帽eras, va a bregar por poner en un primer plano a los todav铆a desdibujados derechos de su g茅nero.
鈥淎hora las mujeres hablan, se dec铆a, a lo cual yo contestaba: s铆, pero es s贸lo a trav茅s de la escritura que la liberaci贸n de la mujer ser谩 m谩s real.鈥
En la revista, una de las primeras publicaciones feministas latinoamericanas de la d茅cada, cuya direcci贸n colectiva integraban Ala铆de Foppa, escritora guatemalteca, secuestrada y asesinada en su pa铆s, Elena Urrutia, Marta Lamas, Elena Poniatowska, Flora Botton, Carmen Lugo, Mariclaire Acosta, entre otras figuras de la cultura mexicana, Tununa Mercado escrib铆a sobre diversos temas y, como una especie de secretaria de redacci贸n, editaba, modulaba, correg铆a. Con el material publicado se fue formando un cuerpo te贸rico y pol茅mico que ya preparaba el terreno para el surgimiento de la teor铆a de los g茅neros.
鈥淭anto desde la Direcci贸n de Artes Pl谩sticas como desde la revista fem y otros medios en los que trabaj茅, lo hice sin distinguir entre periodismo y literatura. Siempre encar茅 la palabra escrita con el mismo respeto y jam谩s hice a un lado lo literario. El periodismo fue para m铆 una experiencia invalorable.鈥
Mientras tanto, sin concebirlos como un futuro libro, Mercado ven铆a trabajando en los textos que compondr铆an Canon de alcoba.
鈥淪on textos que fueron surgiendo de modo espor谩dico, yo no me hab铆a propuesto nada, aparec铆a una imagen y la trabajaba, pero en un comienzo no era predominante lo er贸tico amoroso. Yo escribo por incitaciones, decidiendo sobre la marcha. No hay un plan anterior, los textos van saliendo de una manera espont谩nea.鈥
La Universidad Nacional Aut贸noma de M茅xico decidi贸 en aquel momento sacar una edici贸n especial de su revista, que dedicar铆a al erotismo y la pornograf铆a. El proyecto qued贸 a cargo de Margo Glanz, quien eligi贸 uno de los textos de aquel incipiente Canon de alcoba.
Ese texto, 鈥淧ero todav铆a vibra鈥, curiosamente, no presenta ninguna alusi贸n sexual.
鈥揈n un primer momento la elecci贸n precisamente de ese texto para el n煤mero de la revista me gener贸 asombro, pero luego, el criterio aplicado por Margo termin贸 de consolidar en m铆 la idea de una categor铆a nueva: el erotismo de la escritura en s铆 misma. 鈥淧ero todav铆a vibra鈥 habla de caballos que pasan galopando, del vapor que se desprende de sus cuerpos y el perfil burilado de sus crines. Los caballos se alejan, desaparecen contra el horizonte, pero la trepidaci贸n de sus cascos, la asincron铆a entre grupas y patas permanece, es una descripci贸n incesante, reiterada de modo obsesivo, y que precisamente por eso tiene un signo er贸tico.
Este concepto ancla en Mercado con la forma de un postulado personal importante: la incesancia del deseo. Entendemos su postulaci贸n como gatillo de una circularidad en la que el erotismo de la escritura es simult谩nea e inevitablemente la escritura de lo pol铆tico, que a su vez se vuelve sobre s铆 convertido en lo pol铆tico del erotismo. El deseo que no desaparece, que no se consume porque jam谩s termina de consumarse, es en Mercado como lo pol铆tico que no desaparece de su discurso, 鈥渦na dimensi贸n 鈥揹ice鈥, la pol铆tica, que muchas veces no fue advertida por la cr铆tica鈥, como la b煤squeda del sentido 煤ltimo de la palabra y de la acci贸n, que se renueva infinitamente. Esta espiral 鈥渆rotismo, escritura, pol铆tica鈥 se metaforiza en uno de los textos de Canon de alcoba, 鈥淎mor combatiente鈥, donde la ideolog铆a feminista de la autora se transforma, por la letra, en belleza y en denuncia de un cierto var贸n.
Quer铆a saber si ten茅s textos pendientes, deudas, temas, cuestiones a escribir.
鈥揂 trav茅s de los a帽os la figura de Trotski me ha venido soltando llamaradas. Mi idea de escribir sobre el entorno de su destierro en M茅xico, y en particular sobre uno de sus secretarios, se frustr贸 porque acerca de ese mismo secretario ya se escribi贸 una novela. Es como si me hubiesen robado la idea. Pero aun as铆, desde un 谩ngulo diferente, quisiera volver sobre ese 鈥減ersonaje鈥, que no me abandona, y cuya historia tr谩gica es como una sombra que prolonga la tragedia del propio Trotski en el exilio. Pero 茅sa no es la 煤nica deuda..., hay otras. Una la pagu茅 y me siento en paz. Cuando Pedro, personaje de Yo nunca te promet铆 la eternidad, vio parte de su historia en otro libro m铆o sufri贸 una conmoci贸n emocional fuerte. El resultado fue que me entregara el diario de Sonia, su madre, escrito mientras escapaban de los nazis que avanzaban sobre Par铆s. Y ese diario, esa historia verdadera de una madre jud铆a que extrav铆a a su hijo peque帽o durante el 茅xodo, es la base de Yo nunca te promet铆 la eternidad, la novela que se public贸 el a帽o pasado. Las otras deudas no son f谩ciles de resolver. Un amigo, el periodista Ovidio Gondi, a quien conoc铆 en M茅xico y de quien tambi茅n hablo en En estado de memoria, me hizo un 鈥渓egado鈥 extraordinario: la carta que escribi贸 su padre en una c谩rcel franquista de Gij贸n la v铆spera de su fusilamiento en 1942. Con Ovidio convinimos en trabajar juntos en un libro sobre esa muerte, sobre su exilio en M茅xico, sobre la guerra de Espa帽a. Pero Gondi se muri贸 antes de que pudi茅ramos empezar a concretar el proyecto. Ah铆 comienzo una l铆nea de lecturas relacionadas con las c谩rceles del franquismo, los campos nazis y los argentinos. Y tengo a煤n otra deuda... Jeanne, la francesa amiga de Sonia de la que tambi茅n hablo en Yo nunca te promet铆 la eternidad, y que fuera internada en un campo de concentraci贸n en la Francia petainista, me sigue esperando. Y a mi vez, yo quisiera no perder su imagen ni su historia. Cuando fui a Montauban, a investigar las huellas de mi 鈥済ente鈥, encontr茅 vac铆o precisamente el archivo de Rieucros. Me propuse regresar alguna vez para inaugurarlo con la historia de Jeanne en ese campo. Pero Jeanne ya muri贸.
驴Cu谩ntos libros llev谩s escritos y publicados?
鈥揈l primero se public贸 en 1967, un grupo de textos modelados como cuentos. El t铆tulo era lo mejor: Celebrar a la mujer como a una pascua. Despu茅s vino Canon de alcoba, publicado veinte a帽os m谩s tarde, es decir, en 1988. Esa primera edici贸n fue de Ada Korn Editora. En 1994 la editorial venezolana Monte Avila la reedit贸, y hubo una edici贸n espa帽ola de Libros del Serbal. Los otros t铆tulos son En estado de memoria, publicado primero por Ada Korn, luego en M茅xico por la UNAM y m谩s recientemente por Alci贸n; La letra de lo m铆nimo y Narrar despu茅s, publicados por Beatriz Viterbo y La madriguera, de 1996, en Tusquets.
驴C贸mo describir铆as tu acceso al edificio de la literatura?
鈥揘o fue f谩cil, en el caso de Canon de alcoba sobre todo, que no tuvo f谩cil alumbramiento. Durante mucho tiempo lo sent铆 como un libro rechazado, castigado. Primero lo present茅 al premio La Sonrisa Vertical de Tusquets. Al jurado le interes贸 y lo consider贸 bien escrito, pero el libro no habr铆a tenido el 鈥渧oltaje鈥 requerido por la colecci贸n. En las editoriales mexicanas lo rechazaron de plano. Los textos no encuadraban en g茅nero ni en formato. Yo no hac铆a lo que se me ped铆a, lo m铆o no era porno, era demasiado variado, muy vago, no era novela, no era cuento, no era poes铆a...
En regiones de la intimidad, donde se conjugan esos sentimientos delicados, inasibles, que en gran medida nos regulan, Mercado debi贸 asimilar el concepto de 鈥渓ibro rechazado鈥 al de 鈥渆scritora rechazada鈥, de modo que habr铆a sido por desaliento y por sentir que su escritura no se avendr铆a a los c贸digos que durante los largos a帽os de exilio que siguieron s贸lo hizo literatura como periodista. Su 煤ltima y reciente obra, Yo nunca te promet铆 la eternidad, cabe 鈥搒i cabe鈥 dentro de la categor铆a de novela.
En 1987, finalmente de regreso su autora en Buenos Aires, Ada Korn decide publicar Canon de alcoba. Y mientras a煤n trastabillaba entre los pliegues de una inevitable nostalgia por los amigos y los lugares dejados atr谩s (鈥渆se pesar que me produjeron los cortes, al irme y al volver鈥), poco despu茅s, en 1988, se produce otro hecho que propulsa la creatividad de la escritora: ese peque帽o libro reci茅n aparecido, inesperadamente fue distinguido con el Boris Vian, un premio que hab铆a sido organizado durante la dictadura por un grupo de escritores argentinos de primera l铆nea que quer铆an mostrar su reconocimiento a colegas prohibidos, marginados, lastimados. 鈥淓l premio me fue entregado en la tradicional Librer铆a Hern谩ndez. El due帽o, durante la dictadura, tapi贸 un sal贸n para poner los libros de su cat谩logo a salvo del atropello irracional de los militares. Fue un orgullo adicional para m铆 recibirlo ah铆.鈥
En tus textos, especialmente en Canon de alcoba, quiz谩 porque no hay relato ni son textos testimoniales, se reconoce un manejo natural, espont谩neo, de la poes铆a, entendida como forma literaria pero tambi茅n como actitud ante la belleza, algo que en tu caso se reconoce en la melod铆a, los ritmos, la elecci贸n de las palabras y la forma de combinarlas. Y entonces cabe preguntarse si alguna vez escribiste poes铆a.
鈥揘o, nunca, no de modo organizado. Salvo por un poemita de 1958, as铆 lo llam茅, 鈥淧oemita barrial鈥, que est谩 al final de La letra de lo m铆nimo. Algunos textos que model茅 como cuentos quiz谩 sean poemas en prosa, algo que hac铆a admirablemente Oscar Wilde, 茅l no los encolumnaba en versos. Y algo interesante que ocurre es la reaparici贸n de temas, de situaciones, se est谩 pensando en algo que se arma a lo largo del tiempo y vuelve a asomar. Alguien advirti贸 que en aquellos cuentos m铆os iniciales hay un relato que se titula 鈥淟as amigas鈥, una descripci贸n de mujeres en una situaci贸n equ铆voca, en la cual comparten a sus hombres. Y esto reaparece en Canon de alcoba. Lo mismo con la imagen de la muerte, que ha ido evolucionando a lo largo de todos mis textos, la noci贸n de la p茅rdida, del duelo, y en aquel momento inicial yo no hab铆a perdido a nadie, era muy joven. Uno siempre rodea y vuelve sobre esos n煤cleos.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.