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Domingo, 20 de agosto de 2006
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Raúl Mandrini: Vivir entre dos mundos

Fronteras, no muros

Un trabajo historiográfico bucea en la vida y los personajes de las fronteras del sur, cuando la convivencia, a pesar de todo, era posible.

Por Gabriel D. Lerman
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Vivir entre dos mundos
Las fronteras del sur de la Argentina. Siglos XVIII y XIX
Raúl J. Mandrini (editor).
Taurus
382 páginas

Lo que alguna vez fue distinto nos habla desde el pasado con voz de propuesta, de matiz. A un presente de alternativas inaudibles le corresponde un pasado plano, lineal, de referencias irreductibles y unívocas. No hay posibilidad de alterar ese presente si el pasado que se invoca como antecedente clausura las variantes, informa sobre contornos definidos y perpetuos. Pero, ¿qué pasa cuando la investigación histórica encuentra resquicios, evidencias de un cementerio vivo cuyos gritos piden una relectura, una apelación? ¿Qué pasa cuando surgen las evidencias de que otra fue la historia, distinta la periodización, exagerada la coyuntura u otro el dramatismo? Sobre el llamado problema del indio y las fronteras del sur se construyó una poderosa epopeya que fue a la vez excusa del progreso, motivo de manipulación política, expresión de límites jurídicos y sociales. Pero no siempre fue así, ni obedeció a las mismas causas. Tal es la propuesta de Vivir entre dos mundos, obra colectiva que editó Raúl J. Mandrini, con un conjunto de excelentes trabajos que, a modo de mosaico, intentan reconstruir un tiempo en que la idea de frontera no implicaba necesariamente límite, y la convivencia no habilitaba el conflicto frontal, ni la eliminación del otro. Se dirá que este volumen, como las teorías que lo sustentan, resume un anacronismo insalvable. Lo cierto es que renunciar al conocimiento de una época en que las huellas del mundo colonial y la persistencia de los pueblos originarios no tenían como efecto inmediato la necesidad de desterrar a éstos y explotar sus tierras e imponer la lógica de uno sobre otro, sería como ignorar los matices, las intensidades, el segundo plano del maniqueísmo, es decir, la configuración histórica. “Ese espacio fronterizo comenzó a tomar forma a partir de fines del siglo XVI, cuando la conquista definió los territorios ocupados por los españoles frente a aquéllos que quedaron en manos de las sociedades originarias o pueblos indígenas”, dice Mandrini.

Pero además de historia, esta obra ofrece una fuente inagotable de relatos que conjugan amenidad con erudición. Organizada en capítulos que condensan zonas de clivaje, conceptos y alcances alrededor de personas y familias, Vivir entre dos mundos tiene la virtud de invitar al lector a internarse en un pasado geográficamente cercano e inquietante. Don Blas Pedrosa, Llanketruz, Juan de Dios Montero, Santiago Avendaño, los Catriel, don Pedro José Vela, José Benito Machado, Dorothea Fugl, Feliciano Purrán, don Valentín Sayhueque, John Daniel Evans y Miguel Ñancuche Nahuelquir son los protagonistas de esos dos mundos que durante los siglos XVII y XIX se ignoraron, negociaron, a veces lidiaron y combatieron, pero aún distaban de ser convertidos en cenizas y piedra basal de la Argentina moderna. Acaso las enfermedades, las pestes indomables, eran sus peores enemigos. Acaso imaginaban otro destino. Indios, españoles, ingleses, galeses, daneses iban y venían en una pampa no carente de conflictos, pero donde la distancia avizoraba espacios de convivencia. Este libro desafía la idea que tenemos sobre el sur, la Patagonia, los indios y los europeos, y enjuicia lúcidamente los fundamentos de la solución roquista y su autor intelectual, Estanislao Zevallos. También deja en el aire un interrogante: ¿fueron cinco siglos igual?

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