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Domingo, 17 de septiembre de 2006
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D茅bora V谩zquez > Siesta n贸made

A la hora de la siesta

Unos relatos breves que cultivan el detalle y la precisi贸n.

Por Sergio Di Nucci
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Siesta n贸made
D茅bora V谩zquez
Beatriz Viterbo
88 p谩ginas

Los relatos de D茅bora V谩zquez en este libro son los de una observadora que no desatiende las dimensiones inmediatas de las cosas, o de los fen贸menos: su aspecto, sus olores y sabores. Pero por sobre todo repara en lo que significan en t茅rminos m谩s amplios, a veces m谩s abstractos, otros m谩s sociales, pero por ello no menos incisivos y determinantes. En una de las breves narraciones que componen Siesta n贸made, nos confrontamos a un curso al que asisten exigentes clasemedieros: nuestra observadora repara en la gracia, que es valent铆a, de unos muchachos que bailan. Este g茅nero de descripciones, estas microscop铆as del detalle, tan reducidas en su extensi贸n, procuran revelar un microcosmos de conductas, de m贸viles y acciones humanas. Trazan un h谩bitat que se vuelve reconocible, un etimol贸gico lugar com煤n. Esa n贸made siesta que se desplaza en el t铆tulo elegido para la compilaci贸n, indica una contradicci贸n que la autora sin duda ha querido, entre el sedentarismo de las costumbres que siguen al almuerzo, y los desplazamientos estacionales.

De cada texto del libro nunca podr谩 afirmarse que se trata de 鈥渋nstant谩neas鈥, esa especie de fotograf铆a que dice captar el instante decisivo, que iguala planos primarios y secundarios, y deja al lector al cuidado de separarlos. No hay neutralismo, ni naturalismo est茅ticos, ni igualaciones morales. El resultado es entonces doble. El apunte filoso, que carece de 鈥減iedad鈥 鈥揷omo dice la contratapa鈥 est谩 dirigido hacia, y por momentos contra, un mundo de detalles dom茅sticos, pero no invariablemente domesticados. Y la exigencia de exactitud, el anhelo de impersonalidad se ofrecen as铆 como garant铆a de solidaridad con los extra帽os. Podr铆a encontrarse en D茅bora V谩zquez la voluntad de consumar la extra帽a alianza entre inteligencia cr铆tica y escritura virtuosa. Un virtuosismo, si de tal se trata, pudoroso. Que acaso aspire a asociarse a los m茅ritos caracter铆sticos de la prosa francesa 鈥搖na literatura que V谩zquez ense帽贸鈥: la prosodia estricta, el gusto por la claridad inmediata, el temor a la exageraci贸n y al rid铆culo.

V谩zquez entona con una voz segura, que no suena ansiosa. Aquello que se cuenta permanece en la memoria del lector, porque lo que se describe nunca es borroso, y su psicolog铆a es veros铆mil, aun cuando los objetos conservan cierta cuota de irrealidad. Al consentir ocuparse de todo con intensidad, el volumen acaso pierda en abundancia, pero esto se recupera en los finales mayormente inesperados de los relatos, en un modo que recordar谩, a quienes se abandonen a tales automatismos, a Silvina Ocampo.

鈥淧rimores de lo vulgar鈥 era el dudoso elogio del fil贸sofo espa帽ol Jos茅 Ortega y Gasset para el prosista Azor铆n. Un aire azoriniano se respira en los relatos de V谩zquez, por la candidez s贸lo aparente, por el estilo tambi茅n aparentemente telegr谩fico, por un vocabulario simple y sin ampulosidades, por la atenci贸n en la minuciosidad.

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