Imprimir|Regresar a la nota
Domingo, 1 de abril de 2007
logo libros
Dillon

Vivir adentro

Las cr贸nicas de la c谩rcel de Marta Dillon conjugan fuerza, emoci贸n y denuncia.

Por Osvaldo Aguirre

Corazones cautivos.
La vida en la c谩rcel de mujeres

Marta Dillon

Aguilar
312 p谩ginas

En 1989, cuando se iniciaba como periodista, Marta Dillon visit贸 por primera vez una c谩rcel. 鈥淒e inmediato 鈥揹ice鈥 qued茅 fascinada por ese mundo cerrado sobre s铆 mismo en el que una lengua paralela da cuenta de leyes y lealtades propias.鈥 El deslumbramiento puede explicarse: tener una buena historia es la ambici贸n de cualquier cronista, y en ese lugar, en principio, hab铆a muchas. Pero para que se revelaran hab铆a que aprender a contarlas. Y no solamente en el sentido de adquirir cierta destreza narrativa. Tambi茅n eran necesarias una perspectiva y un modo de acercamiento inusual: el origen de Corazones cautivos se encuentra en el inter茅s de Dillon por los problemas de g茅nero y en sus visitas peri贸dicas al penal de mujeres de Ezeiza a partir de 1998.

El libro retrata la vida cotidiana en la c谩rcel en base a entrevistas realizadas con presas de distintas edades y clases sociales. El primer d铆a de encierro, los v铆nculos que se establecen tras las rejas, las rivalidades internas, las visitas, las familias que se arman y desarman y, sobre todo, el amor y la frustraci贸n y esa otra ley que impera en prisi贸n son algunas de las cuestiones que aparecen a trav茅s de las voces de estas mujeres. Cada cap铆tulo puede ser le铆do en forma aut贸noma, pero es en el desarrollo del conjunto donde se aprecia el sentido final: mostrar la experiencia de la c谩rcel en su diversidad, tal como se registra en las historias concretas de un grupo de mujeres, y romper con el aislamiento, la pena agregada a sus condenas.

Esa experiencia tiene caracter铆sticas particulares, desapercibidas. Las mujeres que delinquen, dice Dillon, transgreden su mandato de g茅nero; de ah铆 que la 鈥渞esocializaci贸n鈥 apunte a feminizarlas seg煤n criterios que, en 煤ltima instancia, no han variado demasiado desde la institucionalizaci贸n de las c谩rceles en la Argentina.

Vivir en la c谩rcel implica el aprendizaje de un c贸digo. El robo de bancos es el delito m谩s prestigioso para las que est谩n adentro, y cargar con una condena de prisi贸n perpetua asegura una especie de aura protectora; en el extremo opuesto est谩n las mujeres penadas por cr铆menes relacionados con chicos (homicidio, corrupci贸n), que terminan segregadas dentro de ese sitio de exclusi贸n en que se encuentran. En ese mundo, las acciones, las palabras y los objetos no tienen el mismo sentido que el habitual. 鈥淰alores鈥 se llama a las chucher铆as que uno lleva encima; el tel茅fono y las cartas manuscritas cobran una importancia vital porque son instrumentos para romper el aislamiento y alimentar los sue帽os; por la mala atenci贸n m茅dica, situaciones que en el exterior podr铆an solucionarse sin problemas adentro terminan en emergencias.

Corazones cautivos se ocupa de un tema cuya bibliograf铆a es pr谩cticamente inexistente. Pero lo central es que hace escuchar voces que rara vez escapan de las c谩rceles, o que circulan, seg煤n dicen aqu铆 las mismas presas, como bichos raros que salen a dar un paseo para retornar a su encierro. Por eso el concepto de entrevista resulta muy limitado para describir el trabajo que subyace al libro. Dillon se propuso respetar al m谩ximo las voces de sus interlocutoras y lo hizo al punto de armar el relato a partir de las propias protagonistas, con sus palabras, desde el lugar en que enfrentan lo que les toca vivir. No obstante, ya que no se trata solamente de 鈥渦na buena historia鈥, hay tambi茅n una narradora que replica las demandas brutales de ciertos reclamos de seguridad y se帽ala arbitrariedades o mecanismos perversos que el funcionamiento del sistema carcelario o el sentido com煤n judicial han naturalizado, como los criterios seg煤n los cuales se califica la conducta de las presas o el muy diverso modo (seg煤n se trate de hombres o mujeres) en que se castigan los llamados cr铆menes pasionales.

Estas historias tienen al menos un secreto, y es el modo en que pudieron ser contadas. En la c谩rcel, con las presas, no hab铆a lugar para las preguntas, pero s铆 para la escucha. La experiencia deb铆a transmitirse de esa manera, en una situaci贸n compartida. Ah铆 se tramaba otro saber, otra cuesti贸n de respeto, aquello que preserva la fuerza y la emoci贸n de las palabras que fueron confiadas.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.