Imprimir|Regresar a la nota
Domingo, 3 de junio de 2007
logo libros
Broda

Líricos eran los de antes

Denostado y expulsado de la poesía vanguardista, el lirismo es revisitado y redefinido en los ensayos de una especialista francesa.

Por Osvaldo Aguirre

El amor al nombre
Martine Broda
Losada
244 páginas

El lirismo se encuentra en el centro de un malentendido. A partir del romanticismo alemán (siglo XVIII) suele ser definido como la expresión poética de un sujeto y sus estados anímicos. La crítica moderna manifiesta una creciente hostilidad hacia el género, la poesía (francesa, al menos) se desentiende de su práctica como de un lastre del pasado y en los medios de difusión masiva aparece como equivalente de lo amanerado y superficial. En base a este diagnóstico, Martine Broda (poeta, traductora de alemán y de inglés) propone una reivindicación del lirismo, para despejar los estereotipos y creencias que ocultan lo que constituye, en realidad, “ese núcleo duro de lo poético”.

El amor al nombre está conformado por dieciocho textos que pueden leerse en forma separada y a la vez como capítulos de un ensayo. No sólo porque hay una continuidad; la argumentación trama una serie de autores (Pierre Jean Jouve, Rainer Maria Rilke, Walter Benjamin, entre otros) y de conceptos que van ajustándose en el desarrollo. El punto de partida es una redefinición del objeto: lo que plantea el lirismo, apunta Broda, es la cuestión del deseo, no la del sujeto. Diciendo esto no pretende descubrir nada sino mostrar otra concepción, cuya genealogía la remite a los poetas de la Antigüedad, enlaza con los trovadores provenzales y llega desde Hölderlin hasta hoy, para enfrentarnos a una circunstancia fundamental: “lo real de nuestra condición mortal”. La tradición poética es entonces una de sus estrategias de lectura; la otra proviene del psicoanálisis lacaniano.

Broda toma del psicoanálisis el concepto de das Ding, la Cosa, como “Otro primordial del sujeto”, para reflexionar sobre el objeto del deseo en la poesía amorosa. La lírica trata una pasión indecible; esta fórmula, que puede sonar a retórica, dados ciertos excesos o trabalenguas de la crítica francesa, tiene un sustento convincente en el análisis de la poesía de los trovadores y en particular del senhal, el nombre con el que el amante oculta a su amor imposible y en cuyas proyecciones se encuentran los nombres cifrados en los textos de Gérard de Nerval y Maurice Scève, dos de sus poetas de referencia. Esa clave con la que los bardos aludían a lo prohibido instaura, además, al nombre como objeto de amor y de celebración (en esta perspectiva aparece citado Roberto Juarroz, único poeta argentino tomado en cuenta). La dama inaccesible de los trovadores abre aquí una serie en la que se inscriben luego la señora que fulmina con su mirada, en Dante Alighieri y los estilnovistas italianos, y sobre todo el tema del amor por la mujer muerta, del que se rescata un extenso corpus, a partir de las obsesiones necrofílicas de Edgar Allan Poe y las versiones algo menos ominosas de los románticos franceses.

El psicoanálisis no aparece aquí para explicar la poesía, sino en función de aportar conceptos con los cuales horadar la doxa. No obstante, hay pasajes que están reservados para los lectores familiarizados con las postulaciones lacanianas y eventualmente Broda incurre en formulaciones que parecen gratuitas o se solazan en sí mismas, como cuando sostiene que “el vacío de la página viene a representar el vacío de la Cosa” y el nombre amado por el poeta exorciza “la significación incestuosa de la página”. Al margen de estos inconvenientes, el tono general es de una inteligente provocación, capaz de tomar ideas bastante tratadas o maltratadas, como las postulaciones benjaminianas sobre el aura, la poesía lírica de Rilke o la discusión en torno de lo sublime y ponerlas otra vez en funcionamiento. El desafío es volver a pensar lo que suele caer bajo el prejuicio o el lugar común y que resulta decisivo para la existencia misma de la poesía. El texto dedicado a Marina Tsvétaieva y sus relaciones epistolares y poéticas con otros escritores y el análisis del amor despojado de objeto y el culto de la soledad en Rilke pueden destacarse en el conjunto como ejemplos de esa necesaria tarea crítica.

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.