En la segunda edición del Hay Festival de Segovia, España, que terminó la semana pasada, Juan Gelman explicó durante una charla con la crÃtica literaria Mercedes Monmany que "la palabra desaparecido engloba cuatro conceptos: secuestro, tortura, asesinato y desaparición de restos. Todo esto se condensa en la cifra de 30.000 desaparecidos en Argentina, ojalá sea la última dictadura que hace desaparecer la huella del crimen". Sin dejar de denunciar al mundo ninguna de las atrocidades militares ("los adormecÃan en las prisiones con pentotal, los subÃan a un helicóptero y eran tirados vivos al mar o, en otros casos, echados a crematorios"), Gelman fue uno de los escritores más ovacionados por la impresionante cantidad de gente que se acercó para escuchar a una lista también impresionante de poetas (por trayectoria pero también por diversidad), que recitaron fragmentos de sus obras. Entre los españoles estuvieron Javier MarÃas (que se llevó el premio del festival, elegido por los mismos participantes), Manuel Rivas, Javier Cercas; de los de lengua inglesa leyeron Ian Rankin, Chris Tewart, Paul Preston y la galesa Menna Elfyn; pero además participó la libanesa Hanan al Shaykh, la india Tishani Doshi, el palestino Murid Barguti, el Nobel nigeriano Wole Soyinka y el francés Michel Maffesoli. Entre los latinoamericanos, el festival contó con la presencia de DarÃo Jaramillo además del propio Gelman, quien según algunos medios "reivindicó su origen judÃo" al leer su poemario Dibaxu, escrito en sefardÃ, el español que se empleaba cuando fueron expulsados los judÃos en 1492. "Todo un atrevimiento", según las propias palabras del poeta galardonado con el Premio Nacional de PoesÃa en 1997 y el Premio Reina SofÃa en 2005. Emocionando al público tanto con su lectura como con sus declaraciones, Gelman se refirió también a la vigencia de la poesÃa al desmentir la famosa sentencia de Adorno: "Naturalmente que es posible escribir poesÃa tras Auschwitz. La poesÃa sólo cesará cuando cese el mundo y espero no estar ahà para verlo".
Tampoco dejó de referirse al encuentro con su nieta, hija de su hijo desaparecido, Marcelo, a quien el poeta localizó en el 2000 mientras vivÃa con la familia de un policÃa uruguayo, año en que Macarena, asà se llama, cambió su apellido para pasar a llamarse Macarena Gelman GarcÃa: "Tiene ahora 30 años y no sabÃa su historia. Es una mujer con un gran sentido del humor y se parece a mi hijo, es decir, también a mÃ. Lo que no sé si es una suerte. Entre nosotros hay vacÃos que nunca podremos llenar, pero nos gusta mirar hacia adelante".
Antes de retirarse, el autor del flamante Mundar dejó en claro que su poema preferido "es el que todavÃa no escribÃ".
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