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Domingo, 19 de abril de 2009
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En Foco

Cuesti贸n de honor

El cruce entre historia de las mentalidades y sociolog铆a de la vida cotidiana sigue rindiendo sus frutos. En el caso de Ann Twinam, especializada en el mundo colonial hispanoamericano, sirve para derribar algunos mitos sobre la sexualidad de aquellos tiempos y ofrece una original visi贸n centrada en el honor de hombres y mujeres.

Por Patricio Lennard
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Vidas p煤blicas, secretos privados
G茅nero, honor, sexualidad e ilegitimidad
en la Hispanoam茅rica colonial
Ann Twinam

Fondo de Cultura Econ贸mica
500 p谩ginas

Decir de alguien que es un 鈥渄on nadie鈥 supone usar un apelativo que demuestra respeto para exactamente lo contrario. Un hombre sin val铆a nunca puede ser un 鈥渄on鈥. De la misma forma en que quien s铆 lo es espera que se lo reconozcan cada vez que lo saludan. Muchos dir谩n que esto es antiguo y lo es, por cierto. Pero pocos se imaginan el peso que ese simple monos铆labo ten铆a en tiempos en que los hombres se levantaban el sombrero para saludar y las mujeres llevaban abanicos como pr贸tesis.

Cuenta esa otra historia protagonizada por h茅roes ignotos, tipos que no ganaron batallas ni ocuparon tronos pero cuyos nombres quedaron asentados, junto con la descripci贸n de alg煤n proceso judicial o un caso cl铆nico, en expedientes que historiadores desempolvar铆an siglos m谩s tarde, que Gabriel Mu帽oz, un pr贸spero comerciante de la ciudad de Medell铆n, se cruz贸 una ma帽ana de 1787 con don Pedro de Elefalde, un oficial de la Corona, quien al saludarlo omiti贸 usar el apelativo 鈥渄on鈥, acaso maliciosamente. A pesar de ser hijo ileg铆timo, Mu帽oz se sinti贸 ofendido por el gesto, ya que entre los miembros de la elite era costumbre echar mano a ese t铆tulo honor铆fico para dirigirse unos a otros. Masticando su rabia, decidi贸 iniciarle al oficial un pleito con el fin de reparar su honor y dejar en claro que no era necesario haber nacido en cuna de oro para merecer cierto respeto. Algo que gener贸 una avalancha de dimes y diretes que fueron abultando las fojas de un expediente en el que se le dio al final la raz贸n al comerciante, quien no tuvo que sacar a relucir su genealog铆a ni su partida de bautismo para que oficialmente lo exoneraran de lo deshonroso que pod铆a haber en sus or铆genes.

La an茅cdota de ese saludo entre dos hombres hace m谩s de doscientos a帽os es el punto de partida de Vidas p煤blicas, secretos privados, un libro publicado en ingl茅s en 1999, en el que la norteamericana Ann Twinam, historiadora de la Universidad de Yale, demuestra lo f茅rtil que todav铆a puede ser en el campo de la historiograf铆a entrecruzar la historia de las mentalidades y la sociolog铆a de la vida cotidiana. En este caso, haciendo foco en la 茅poca de la colonia. Y en c贸mo la raza, el g茅nero y la sexualidad eran variables indisolublemente unidas al concepto del honor en la Am茅rica espa帽ola del siglo XVIII. Problem谩tica que la autora desmenuza vali茅ndose de historias m铆nimas y datos biogr谩ficos de otros seres 鈥渋leg铆timos鈥 que rescata, con pasi贸n bibli贸mana, del Archivo General de Indias.

Al comienzo del libro, Twinam dice que en aquel entonces no hac铆a falta ser hijo de madre soltera para ser ileg铆timo. Hab铆a otras formas, incluso m谩s graves, como el mestizaje. En la medida en que la mezcla racial ocurr铆a t铆picamente fuera del matrimonio (cuando no en remotas dependencias de casas en que los gemidos de las sirvientas no llegaban a escucharse, sofocados con almohadones), ser de raza mezclada era sin贸nimo de ilegitimidad en la sangre. Dif铆cil destino, pues, el de nacer morocho; el de ostentar en la piel lo negro del blanco. M谩s a煤n despu茅s de que una legislaci贸n sobre el matrimonio, promulgada por los Borbones en 1776, dispusiera que si un posible consorte ten铆a 鈥渄efectos鈥 de raza, un padre pod铆a recurrir a los funcionarios reales para evitar que un cl茅rigo bendijera ese matrimonio y castigar al v谩stago rebelde deshered谩ndolo. Aunque esto no era peor que el tab煤 que exist铆a en la Am茅rica inglesa sobre la mezcla de razas. All铆, casi no hab铆a t茅rminos para nombrarla (half-breed hac铆a referencia al mestizo de blanco e indio). Mientras que la existencia de un rico vocabulario en Hispanoam茅rica evidenciaba, seg煤n Twinam, una mayor conciencia sobre la paleta de colores del mestizaje: pardo, moreno, mulato, cuarter贸n, puchuelo, y la lista sigue.

El n煤cleo del libro reside, no obstante, en el an谩lisis que la autora hace del modo en que el concepto del honor afectaba la sexualidad y las relaciones de g茅nero. Twinam desmitifica la gravedad social del adulterio en la 茅poca de la colonia, e incluso va m谩s all谩 cuando resuelve que ha llegado la hora de sepultar de una buena vez el mito de la mujer en estado virginal antes del matrimonio. Y esto no implica de su parte un arrebato feminista, sino la aportaci贸n de datos de que ya entonces una promesa de casamiento significaba libertad para ir a la cama. De que si hab铆a acuerdo para casarse, la mujer pod铆a perder la virginidad sin que su honor fuera puesto en entredicho. Sobre ello 鈥搒ostiene Twinam鈥 exist铆a una aceptaci贸n bastante generalizada en la sociedad de la 茅poca. Pues no s贸lo era com煤n que las parejas tuvieran intimidad sexual antes de la boda sino que tambi茅n hab铆a algunas, m谩s osadas, que conviv铆an e incluso ten铆an hijos.

Y esto pasaba al margen de la Iglesia Cat贸lica, la que llamativamente pod铆a no esgrimir su dedo acusador sobre aquellas mujeres que quedaban embarazadas sin que el matrimonio llegara a consumarse. As铆, el ocultamiento del embarazo no s贸lo era una conspiraci贸n social que permit铆a a las muchachas m谩s o menos bien salvaguardar su imagen p煤blica (am茅n de que no pudieran luego reconocer abiertamente a sus hijos ni tampoco criarlos), sino adem谩s algo que la Iglesia contribu铆a a disimular al no incluir los nombres de estas mujeres en las partidas de bautismo de sus hijos no deseados.

Esa relativa tolerancia que Twinam dice que exist铆a hacia las madres solteras en la sociedad cat贸lica hispana del siglo XVIII (muchas de las cuales, no obstante, permanec铆an c茅libes el resto de su vida) se trasladaba a sus hijos, quienes si bien sol铆an no ser discriminados en su entorno, cuando crec铆an deb铆an soportar las barreras civiles y sociales por su condici贸n de ileg铆timos. Incluso, hab铆a en la ilegitimidad diferentes grados, siendo la categor铆a menos oprobiosa la del hijo nacido de padres solteros. Por debajo estaban, claro, los 鈥渂astardos鈥. Y en la bastard铆a pod铆a haber un origen incestuoso, ad煤ltero o, en el caso de los hijos de religiosos que hab铆an hecho votos de castidad, un origen sacr铆lego.

Pero 驴qu茅 papel jugaban los hombres en todo esto? El honor masculino es el otro v茅rtice del tri谩ngulo 鈥渇amiliar鈥 que Twinam arma en el libro. Y algo que dice 鈥損or si hiciera falta aclararlo鈥 es que la abstinencia sexual nunca fue un problema para ellos. No lo era claramente para los hombres que seduc铆an v铆rgenes de la elite o procreaban hijos ileg铆timos, y que no ve铆an reducidas las posibilidades de un posterior matrimonio ni afectada su imagen p煤blica, inscriptos como estaban esos actos no en el terreno del honor sino en el de la moral o de la 茅tica. Hombres que s铆 pod铆an quedar malparados si romp铆an una promesa de matrimonio (porque 鈥渓a palabra y el honor eran intercambiables鈥), pero que no iban a dejar de ser saludados por sus pares con el correspondiente 鈥渄on鈥 antecediendo el apellido si alguna negra mazamorrera quedaba embarazada.

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