No es sorpresivo que La despedida esté muy bien escrita. Marcelo Birmajer es un escritor firmemente afianzado en los sinuosos caminos de la literatura argentina, y si el reconocimiento no basta, ahà están todos sus (muchos) libros anteriores para demostrarlo. Pero, por si a alguien le quedaba alguna duda, La despedida viene bien para confirmar que no siempre se aplica la fórmula de que muchos libros publicados equivalen a un escritor que se ha vuelto aburrido.
Dreidel, personaje principal de esta nueva novela, es un cuarentón soltero y con dificultades para relacionarse con el resto del mundo, un judÃo que no sabe casi nada de judaÃsmo y dueño de una cantidad de obsesiones y neurosis lo bastante grande como para hacer un catálogo. La novela empieza con la muerte de Natalio Kler, su único y, por lo tanto, mejor amigo. En su último encuentro, un año antes en una cena, Kler habÃa hecho una mueca extraña. Ahora, fallecido su amigo, Dreidel vuelve compulsivamente sobre ese gesto y empieza a sospechar que estaba destinado a él, que su amigo le habÃa quitado la palabra durante un año llevándose a la tumba los motivos.
Es cierto que en La despedida hay mucho de los gags a los que Marcelo Birmajer nos tiene acostumbrados, el humor judÃo y las obsesiones y escenas de la vida cotidiana de un hombre cualquiera, temáticas que desarrolló con mucha eficacia en Historias de hombres casados y Tres hombres elegantes junto a su personaje paradigmático Javier Mossen. Pero antes que repetitivo resulta evidente que Birmajer ubica su literatura en un sector muy poco transitado por la ficción argentina. Ahà habita eso que algunos llaman el hombre común y corriente, y que bien podrÃa pensarse como una literatura sobre la clase media. Lejos del costumbrismo, bastante irreal, de las telenovelas y diferenciándose de quienes remontan la larga tradición del héroe marginal a lo MartÃn Fierro o el bohemio cortazariano, Marcelo Birmajer –siempre tan kafkiano– lleva a sus personajes por situaciones casi absurdas, casi aventureras, a partir de esos momentos tan cotidianos como el trabajo, las relaciones de pareja, la amistad y la familia. Quizás por eso resulte bastante verosÃmil a pesar del tono paródico.
Con una habilidad que le es propia, construye a su protagonista como si fuera la suma de muchos hombres, complejo y lleno de recovecos, y al mismo tiempo con la apariencia de un tipo insignificante. Además de impotente y temeroso, Dreidel siempre está dispuesto a huir a mitad de una conversación que le resulta embarazosa y es capaz de permanecer semanas encerrado en su casa sobreviviendo a base de té y deliveries de comida, pensando en todas aquellas cosas en las que cree ser un fracasado. La angustia y el encierro ponen al libro de Birmajer en relación con esa pequeña novela de MartÃn Murphy, El encierro de Ojeda, que tematiza los ataques de pánico. Pero el protagonista de La despedida huye continuamente, incluso de su casa, camina por la ciudad recorriendo a pie trayectos desmedidos y, como una parodia del flaneur porteño, llega a todos lados transpirado, sucio y cansado.
En sus enredos y compromisos laborales –casi un intelectual, es escritor de historias para videojuegos de computadora–, Dreidel se cruza con un empresario relacionado con la muerte de un sindicalista en los setenta, un rabino gay obsesionado con el matrimonio, una vieja adivina y medio bruja, y decenas de mujeres que rechaza debido a su impotencia. Como un thriller sumamente irónico y crudo, las aventuras de Dreidel se mantienen unidas a partir de la pregunta que lo atormenta una y otra vez a lo largo de toda la novela, qué significado tiene la mueca de su amigo Kler y por qué habÃa pasado tanto tiempo sin hablarle.
Sorpresiva, angustiante y cómica, además de estar bien escrita, La despedida es una novela verdaderamente atrapante y entretenida.
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