Ubicado en una zona de la 茅pica que lleva hasta la cima la intenci贸n del decir, de comprobar que la escritura es un torrente que no se detiene ni siquiera cuando las papas queman en serio, el lector imaginar谩 al autor en pijama escribiendo entre escombros, sopesando si baja una escalera o enciende un cigarrillo o si finalmente no enciende la luz. 8.8 es un libro escrito en poco m谩s de dos meses, admirable como ejercicio de escritura pero que adem谩s no puede dejar de lado su v铆nculo con lo que ocurre de manera urgente, testimonial. Un libro escrito sobre las grietas que deja un terremoto. En este caso el que hizo temblar a Chile el 27 de febrero de 2010. El autor estaba invitado al Congreso Iberoamericano de la Lengua y Literatura Infantil y Juvenil y fue testigo de la devastaci贸n.
Lo cierto es que la fatalidad y la dicha siempre, en Juan Villoro, est谩n unidas al temblor. La salida de su primer libro, La noche navegable, ocurri贸 luego del catastr贸fico sismo en M茅xico, en 1985. En este caso los marineros (los asistentes al Congreso) perdieron sus remos y sogas en la tierra y el miedo que atraviesa toda la cr贸nica es la arcilla que est谩 en los cimientos de la obra.
Villoro narra el terremoto desde el punto de vista de los otros, de los escritores y editores que participaron del evento internacional. La escritora Laura Hern谩ndez tuvo una premonici贸n d铆as antes del movimiento de tierra: vio que a la Luna le faltaba un pedazo. As铆 los personajes van deambulando en un mundo que se parte en pedazos. 鈥淎lgo cay贸 del techo y sent铆 en la boca un gusto acre. Era el polvo, el sabor de la muerte鈥, escribe Villoro y la cr贸nica de los hechos se trasmuta en poes铆a, en alucinaciones que la propia realidad va tejiendo con su abrazo de oso.
En el caos los rumores sustituyen a las noticias y entonces se eligen los puntos de referencia para evitar el naufragio, en este caso la evocaci贸n de los pijamas y los poemas de Neruda donde las palabras ordenan el mal trago o generan una matriz teatral, irreverente, donde todo queda para despu茅s: el sue帽o, el amor, los pr贸jimos. El escritor no eligi贸 estar all铆 pero igual se convierte en un cronista de lo que no se puede evitar o se debe cargar con el peso del testigo que siempre est谩 en peligro. 鈥淟a cama se mov铆a como si alguien bajo ella quisiera levantarse, lanz谩ndome lejos鈥, escribe Laura Hern谩ndez mientras se rompen los aires acondicionados y los seres insomnes son espectros sin noci贸n de tiempo y espacio. Conversan sin escucharse, con di谩logos entre m谩scaras en vez de rostros, y sin maquillaje van hacia los espejos para corroborar que a煤n est谩n all铆. Mientras tanto Villoro, tan lejos de su M茅xico natal, encontr贸 el temblor al sur de Latinoam茅rica. Un tanto elocuente en sus descripciones (鈥渘o dej贸 de enviar noticias con el pulso firme y sincopado de un telegrafista al que le gusta el jazz鈥), estructurado en relatos sucesivos, la tensi贸n del libro afloja s贸lo para volver con m谩s fuerza. La trama nos dice que si la tierra se quiebra, a algo nos remite; en este caso a la abuela del autor que en ataques de furia romp铆a platos y los nervios de su nieto. Esa fragilidad es la que habita el coraz贸n del libro, palabras en el medio de las tinieblas. El tono por momentos es aleccionador y las an茅cdotas se transforman en esbozos de ensayo. El v茅rtigo va de suyo y tiende a cerrar cada relato con una sequedad asombrosa.
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