Se ama y se cree en lo que est谩 ausente, aquello que en rigor no se conoce y a lo que s贸lo puede accederse mediante el sortilegio 鈥搊 la convicci贸n鈥 de la fe. Es por eso que la histeria es la clave de las divinidades; y el cristianismo acaso dispute el premio a la religi贸n m谩s hist茅rica: adora a un dios por definici贸n muerto, que s贸lo resucita para alejarse y partir inmediatamente al cielo. En el Evangelio de Lucas, hay un episodio que lleva esta histeria al paroxismo: en Ema煤s, dos disc铆pulos de Jes煤s no entienden c贸mo pudieron cruzarse con un hombre que ignora todo lo relacionado con la muerte del Hijo de Dios, a tal punto que le piden que se quede a cenar con ellos, una invitaci贸n que s贸lo responde a la curiosidad, y nada m谩s. El misterioso hombre se sienta a la mesa con ellos, toma el pan, pronuncia la bendici贸n y reparte el alimento. Justo en el momento en el que lo reconocen, Jes煤s desaparece. Despu茅s s贸lo queda tiempo para los lamentos: 鈥溌縉o sent铆amos arder nuestro coraz贸n cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?鈥.
El coraz贸n que, en todo caso, ardi贸 al leer este pasaje del Evangelio de Lucas es el de Alessandro Baricco, uno de los m谩ximos atractivos de la Feria del Libro del a帽o pasado, uno de esos autores tan elogiados como criticados: un gourmet de la forma, un ingenuo irredimible.
Bobby, el Santo, Luca y el narrador son los integrantes de un grupo de adolescentes (diecis茅is, diecisiete a帽os), h茅roes de la clase obrera y provinciana de la Italia de los 鈥70 que viven a disposici贸n del dogma cat贸lico. Tienen un grupo de m煤sica con el que s贸lo tocan durante cada misa y hacen tareas voluntarias para ayudar a enfermos urinarios. Cada uno de ellos tiene, por supuesto, sus propios deseos, represiones e idiosincrasia familiar (el Santo es un verdadero fan谩tico religioso, mientras que Luca, por ejemplo, carga con la depresi贸n de su padre) pero estas individualidades se borran en pos de un grupo que tiene muy claros sus ideales. Hasta que conocen a Andre, una chica distinta dentro del estrato distinto que es la clase alta. Adem谩s de su nombre andr贸gino, ella cuenta con ese privilegio tr谩gico que caracteriza a los de su rango, mientras que los otros, los de las clases bajas, solo pueden detentar alg煤n drama menor: los pulmones de Andre dieron su primera bocanada de ox铆geno justo cuando su hermana mor铆a ahogada en un estanque. Simetr铆as biogr谩ficas, simetr铆as tr谩gicas, simetr铆as perturbadoras que son marca registrada del estilo de Baricco. Tambi茅n en esta novela, Baricco vuelve a escribir sobre el amor fantasmag贸rico; mientras en Seda era generado por el esoterismo de la ausente dama japonesa, en Ema煤s surge a partir de una mujer fascinante que les muestra el otro lado de la moneda. Una fascinaci贸n tan lenta como irrenunciable que, poco a poco, los va dejando desnudos de todas las convenciones y de todos los disfraces a estos chicos cat贸licos y plat贸nicos, es decir, incapaces de separar la belleza del bien. Pero el mundo se rige por contrarios y no suele haber lugar m谩s er贸tico que aquellos donde el erotismo se supone prohibido: Baricco pone en funcionamiento una maquinaria er贸tica letal que, m谩s all谩 del exotismo y ciertos toques surreales, no llegaba a impresionar en Seda: 鈥淢e roz贸 la mejilla con un beso. Para hacerlo tuvo que acerc谩rseme un poco y su bolso fue a presionarme sobre los calzoncillos, estaba exactamente a esa altura鈥 cuenta el protagonista su inolvidable primer encuentro con Andre que, como un germen impostergable, ingresa en su organismo para desencadenar una verdadera tragedia en su vida que implica la ruptura de las divisiones sociales, la p茅rdida de la inocencia.
Baricco siempre fue un ferviente admirador de J. D. Salinger, a tal punto que cre贸 en Tur铆n una escuela de escritores con su nombre. Sin embargo, hasta el momento esa influencia s贸lo afloraba en su obra como una angustia, un ideal, un horizonte demasiado lejano. Como les sucediera a los disc铆pulos de Ema煤s con el Mes铆as, justo a partir de la muerte y desaparici贸n de Salinger, Baricco logr贸 reconocerlo de manera literaria. Transform贸 la histeria en historia. Logr贸 inyectar a su obra, al fin, una verdadera dosis de Holden Caulfield.
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