Hermosos y malditos

Amado Badiou

Pequeño manual de inestética. Alain Badiou 200 páginas Prometeo

La colección Arte & Estética, dirigida por Matías Bruera y Marcelo G. Burello y publicada por Prometeo Libros, viene ofreciendo una propuesta selectiva y potente de textos y presentaciones con las mejores firmas contemporáneas, a la que ningún crítico ni creador puede renunciar ni abstenerse. El primer título, prácticamente ineludible en una colección semejante, es Arte y modernidad, una compilación de Charles Baudelaire, acompañado de un prólogo exquisito y didáctico de Nicolás Casullo. La selección del francés incluye, para quienes no lo encuentran en ninguna parte y no quieren resignarse a bajarlo de la web sin garantías en la traducción ni en el contenido, su notable y cumbre opus El pintor de la vida moderna.

Fijando posición en el campo de la crítica como un conjunto de títulos que no sólo rescata clásicos o textos de dominio público sino autores que todavía producen e inciden de manera directa sobre aspectos en debate, el segundo título de la colección es Pequeño manual de inestética, del filósofo, dramaturgo y novelista francés Alain Badiou. El texto de Badiou es una declaración de principios contra la propia idea de teoría y crítica del arte, ya que allí puede leerse que este pensador considera la inestética como una relación de la filosofía con el arte que busca alumbrar a aquellos efectos estrictamente intrafilosóficos que producen algunas obras de arte.

Acaso se trata de otorgarle al filosofar una licencia poética, un pase libre al mundo imaginario donde la creación todavía habla de las personas pero renunciando a convertir el arte en un conejillo de laboratorio. El arte, dice Badiou, es un pensamiento cuyas obras son lo real, existen por sí mismas, y las verdades que activa el arte como pensamiento son irreductibles a otras verdades de carácter científico, político o amoroso. “Lo que quiere decir también que el arte, como pensamiento singular, es irreductible a la filosofía.”

Puro sufrimiento

El arte del futuro. Richard Wagner 180 páginas Prometeo

Otro título que trae la colección Arte & Estética es El arte del futuro, una selección de Richard Wagner prologada por Martín Liut. Compilación de trabajos fechados a mediados del siglo XIX, este libro aporta un pensamiento sobre el arte de una modalidad sufriente, agónica, donde los fantasmas de la civilización, de la razón técnica, no dejan ver vida al otro lado del espejo. Textos, reflexiones del genio alemán que, a modo de complemento, acompañaron su producción musical. La encrucijada es brutal, dado que, según Wagner, la cultura contemporánea es, apenas, el gesto de una lucha desesperada de la naturaleza contra la civilización moderna. Pero una lucha en la cual esas imágenes o representaciones que llamamos arte no son expresión de la naturaleza entendida como pureza o relato original e incontaminado, sino más bien la disimulada caricatura de una cultura criminal. La tensión entre naturaleza y técnica es crucial en la cultura alemana, y dramática es la relación entre este genio alemán y el nazismo. “Theodor Adorno dedicó muchos escritos –dice Liut en el prólogo– a analizar el carácter profético de la obra wagneriana. Además del estudio de la adopción como música oficial del nazismo, también lo estudió en tanto precursor de la industria cultural (sinónimo, en la lógica adorniana, de fascismo)”. “La obra de arte del futuro”, como texto, es un documento crucial para comprender el posterior recorrido de la puesta en práctica del concepto de “música absoluta”, que se convirtió en el paradigma dominante de la música culta hasta no hace mucho tiempo, y que paradójicamente era un concepto opuesto al de “obra de arte total”. Wagner se encontraba en el centro de una disputa que tendría una explosión masiva más adelante, en el siglo de la benjaminiana reproductibilidad técnica.

Los fantasmas de la ópera

La música de eros. Slavoj Zizek 158 páginas. Prometeo

Como contrapunto de la obra de Wagner, la colección presenta como cuarto título una selección de artículos de Slavoj Zizek, donde el pensador apunta de movida: “El momento del nacimiento del psicoanálisis es también el momento de la muerte de la ópera”. Como si, después del psicoanálisis, la ópera, al menos en su forma tradicional, ya no fuera posible. No es de extrañar, entonces, que las resonancias freudianas abunden en la mayoría de las pretendientes al título de “la última ópera”. El prólogo, escrito por Pablo Gianera, intenta reconstruir ese concepto de pérdida del dramatismo civilizatorio o desplazamiento del conflicto humano. ¿En la era de las catástrofes, de los totalitarismos, la expresión dramática diluyó sus contornos, su filo, su espesura? El surgimiento del cine como técnica y lenguaje podrían ser la respuesta a la larga agonía de la ópera, aunque por cierto la posibilidad de un dispositivo técnico no define por sí solo los problemas de representación, aun expandiendo la paleta de recursos. Este libro dedicado a Zizek busca preguntas y respuestas sobre la forma en que el drama humano es representado. “El filósofo –dice Gianera– explora la lógica de las prohibiciones y de las limitaciones o, para decirlo en pocas palabras, cuánta novedad puede tolerar un género que se juzga muerto. La vida de la música es menos independiente de la literatura sobre música de lo que le gustaría creer a la alergia intelectual de muchos músicos.” La ópera no ha muerto, como Dios, sino que regresa en cada puesta, podría decir Steiner. ¿Se la toma menos en serio? ¿Es indisimulable la evidencia de sus personajes neuróticos, atribulados y ceñudos? Como en la tragedia y farsa de Marx, todo vuelve a empezar, con otros ropajes. Y hay quienes lloran, ríen y gozan en un teatro lírico a sala llena, aunque en las puertas suenen los goznes que la posmodernidad vino a repiquetear.

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