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Domingo, 11 de septiembre de 2011
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No es lo que parece

Carlos Bernatek y una novela donde las identidades m煤ltiples van abriendo el relato hacia misterios insondables del pasado.

Por Angel Berlanga
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Banzai. Carlos Bernatek Norma 240 p谩ginas

Podr铆a decirse que Banzai trabaja sobre la identidad falsa: Ese que parezco no soy. Parezco uno, soy otro. Eso postula el narrador que protagoniza esta novela, un tipo (驴de unos cuarenta y pico?) solitario, que rompi贸 amarras con casi todas las personas de una existencia pasada, que se instal贸 en un departamento en San Clemente y espera la llegada de una mujer, expectativa que naufraga de arranque y le subraya su condici贸n, una soledad asumida sin lamentos, con dureza y frialdad, 驴con hombr铆a? Pronto concluye el lector en que este sujeto rumia desprecio: a los veraneantes, a los pobladores, al ser humano en general, salvo alguna excepci贸n. As铆 es que, libre de ataduras, se dispone a disfrutar de ese horizonte sin obligaciones ni afectos, sin preocupaciones por la subsistencia. De hecho el caballero nos presume de su reluciente Alfa Romeo Quadrifoglio.

Y es justamente un bollo en el automotor lo que activa la trama en el presente en este pueblo berret贸n a ojos del protagonista. El suceso ocurre frente a su domicilio, donde atiende el gasista Venosa, un sujeto que le cae mal porque, intuye, le machac贸 el Quadri a prop贸sito y tiene, entre otros rasgos de mal gusto, un zorro como bicho guardi谩n en su negocio. El percance lo pone en contacto con el chapista, con la mujer del se帽or del gas 鈥搊casi贸n para la venganza y la inclusi贸n de escenas de sexo galopante y sorbet贸n鈥 y con un capo en el polirrubro delictivo de la costa (saqueos de casas durante el invierno, seguridad privada, prostituci贸n, tr谩fico de drogas) que, tras sondear su perfil, le ofrece trabajo. As铆, el paisaje que compone Bernatek, siempre bajo la 贸ptica de su narrador, va pobl谩ndose de personajes que se han construido una fachada que oculta actividades nefastas. El mismo Venosa, sin ir m谩s lejos, anda en 茅sa.

El hombre, que aprecia a Heidegger y a Courbet, se hace llamar Garnier: tom贸 los documentos, la identidad y unos fajos de billetes de un tipo que muri贸 en un accidente en la ruta, ante cuyo cad谩ver lleg贸 primero. Garnier entrevera su narraci贸n con historias de qui茅n fue, qu茅 le interesaba, c贸mo resolvi贸 algunos asuntos. Recuerdos. El m谩s persistente lo ubica a 茅l de pibe con Mark Andrew Oldman, Marco, un compa帽ero de escuela all谩 en Lavallol. Un d铆a cae un avi贸n en un bosque cercano. Junto a los pilotos muertos hay un malet铆n. Se lo llevan. Y en el s贸tano de la casa del amigo intentan abrirlo, pero como no se las arreglan lo dejan para despu茅s. En el s贸tano hay, tambi茅n, una oficinita cerrada y misteriosa. Es del padre de Mark. Que es nazi. El descubrimiento impacta y deslumbra a quien luego se har谩 llamar Garnier. A tal punto que luego, a lo largo de su vida, se interesar谩 por otros nazis y sus t谩cticas de camuflaje en la Argentina: Mengele all谩 en Bariloche; el croata Sakic ah铆 nom谩s, en Santa Teresita; y Eichmann en San Fernando, con rutinas de trabajador raso. La detenci贸n de Eichmann le motoriza en especial la curiosidad porque el narrador tomaba clases de ingl茅s junto a Norma Penjerek en 1962, cuando fue secuestrada y asesinada, y una de las hip贸tesis de la investigaci贸n de ese crimen, impune, anda el camino de la venganza contra el padre de la chica, supuesto informante de la Mossad y contribuyente de la captura del nazi.

En la composici贸n de este mundo de identidades falsas y ominosas Garnier parece dejar en la penumbra algunas motivaciones profundas, que exceden el hast铆o y el declarado deseo por ser un renegado, por reinventarse, 鈥渂autizarse a s铆 mismo, inventar la propia historia desde cero鈥. El recuerdo de Marco y sus ganas de reencontrarlo ah铆 nom谩s lo desmienten. Quiz谩s a excepci贸n de ese rasgo, a uno le cae mal Garnier, pero qui茅n dijo que Bernatek escribi贸 a su criatura para que se congratule con el lector. En un tramo de su periplo el narrador se cruza con un alba帽il que fue dirigente gremial durante la dictadura y le cuenta su historia: sobrevivi贸 a la intemperie en una isla del Paran谩. Acaso por instinto de supervivencia, tras la conversaci贸n con Garnier el hombre deja la pensi贸n en la que estaba viviendo.

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