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Domingo, 14 de octubre de 2012
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La soledad y después

Por Andrea Lobos
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Batán. Débora Mundani Bajo La luna 160 páginas

En el principio es la infancia, ese territorio desconocido que se conquista a fuerza de desencantos y revelaciones. Después, la adolescencia, el otro territorio donde tiene lugar la educación sentimental. De las experiencias que se extraen de esas comarcas que se van quedando atrás en el tiempo está hecha Batán, la primera novela de Débora Mundani, que narra la historia de una familia afectada por hechos de los que no pueden reponerse.

Un matrimonio con tres hijos, dos varones y una mujer que viven en el barrio de Belgrano, son los protagonistas de esta novela. Los ojos y la voz narradora son los de la hija mujer, Paula. Por ella sabremos que su padre es profesor de literatura y fanático de Alfredo Zitarrosa. Y que un día se mete en la cama y que por mucho tiempo no se levantará. “Mientras él se hundía, nosotros sin darnos cuenta nos agarrábamos como podíamos de nuestras cosas seguras”, cuenta la narradora.

La música del cantautor uruguayo, su grave voz opaca e inolvidable, será para Paula lo que la magdalena en el té para Proust. Las canciones están ahí para sostener el recuerdo de los buenos tiempos. Antes del silencio paterno, antes de la mentira, de la vergüenza y el miedo, como reza la canción “Su alma”, que oficia de hilo conductor de la novela (“la soledad son cuatro mundos; el de la mentira, el de la vergüenza, el del miedo y el de la soledad; ¡quién pudiera amar después de roto!”).

Paula lee como una forma de conjurar la soledad. Ella levanta paredes con los libros. “Los libros como un laberinto y yo metía panza para pasar por esos pasillos angostos que armaban una pila al lado de la otra sin derribarlos.” Pero los libros no salvan de todo y menos a todos. Uno de los hermanos le hará conocer a la familia la imperfección del mundo, a través de un camino cuyo recorrido terminará en la cárcel de Batán.

Mundani escribe con un lenguaje que envuelve. Con tono intimista y descripciones detalladas construye lugares y personajes que hacen que el lector sienta que está ahí, con ellos, en las buenas y las malas.

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