Al primer roce con El invierno con mi generaci贸n de Mauro Libertella entra a jugar algo as铆 como una ecuaci贸n que no cierra del todo, como en esos largos ejercicios matem谩ticos que terminaban con una sospechosa cifra decimal que hac铆a tambalear todo el c谩lculo y llevaba la cuenta a un lugar dudoso: aunque el autor apenas sobrepasa los treinta a帽os, habla en este libro de los tiempos de su educaci贸n secundaria 鈥揺l colegio, los amigos, los c贸digos en com煤n鈥 con un dejo de nostalgia que no se corresponde del todo con el tiempo efectivamente transcurrido.
La cuesti贸n, sin embargo, no tarda mucho en aclararse y lo mejor de todo es que la respuesta la ofrece la propia novela: 鈥淓ramos j贸venes pero ya sent铆amos nostalgia por una 茅poca que no hab铆amos vivido, ya idealiz谩bamos el pasado y detest谩bamos el presente鈥.
Esa distancia parad贸jica entre lo percibido y lo vivido no deber铆a desatenderse porque, en cierta forma, construye el clima y el escenario donde van a interactuar una serie de personajes que practican con total dedicaci贸n su desidia, que se esfuerzan por estudiar lo menos posible (y entonces asocian a Hamlet con el Rey Le贸n 鈥減ero en Dinamarca hace muchos a帽os鈥), usan ropa cara pero rota y deambulan por Palermo, Belgrano y Plaza Francia, hablando de una marihuana que todav铆a no probaron.
En definitiva, lo que cuenta El invierno con mi generaci贸n (t铆tulo que remite a la canci贸n de Franco Battiato) no es ni m谩s ni menos que las vicisitudes y m煤ltiples v铆as 鈥搇ing眉铆sticas, gestuales e incluso textiles鈥 para dar con esa otra educaci贸n (acaso una de las palabras que m谩s se repiten en el libro) fuera de los m谩rgenes de la escuela, es decir, a pesar de los programas, pautas, profesores y todo ese tiempo que se perd铆a cuando el tiempo no era, todav铆a, un bien limitado o escaso.
Con una escritura sin estridencias, agudo sentido del ritmo y sensible eficacia para concentrarse en un hecho o situaci贸n concreta, este libro ofrece un alt铆sima legibilidad que hace revivir el v茅rtigo y la voracidad con que se hac铆a todo lo que se deseaba apenas se llegaba del colegio y volaba la mochila o cualquier forma de uniforme, ah铆 donde parecen fundirse en una sola cara el chiste, la nostalgia y hasta el absurdo, como cuando leemos la descripci贸n de uno de los integrantes del grupo de amigos, el Negro (鈥淟legaba al aula y no hablaba, no se sacaba la campera, no abr铆a la mochila, casi no abr铆a los ojos; el Negro, simplemente, estaba鈥), la manera graciosa en que, finalmente, habla el protagonista con la boca seca, luego de fumar su primer porro y sin que su amiga le permita tomar nada porque si no se van enseguida los efectos, o el ef铆mero y milagroso noviazgo de dos semanas entre el introvertido protagonista y Mariana, la m谩s linda del colegio.
Es cierto que esa misma marca de lo ef铆mero parece te帽ir toda la novela, como si resultara demasiado breve, como si le faltara un poco m谩s de horno (hay que recordar que Mauro Libertella ven铆a del plato fuerte Mi libro enterrado, sobre su padre) para trascender el mero relato o la memoria de determinado episodio. Pero tambi茅n es cierto que se trata de un libro aut茅ntico aun en sus contradicciones porque no duda en ir al frente cuando hay que hacerlo sin ese truquito un poco tedioso de hacer m铆nimos cambios en los nombres o situaciones para hacer justicia a no se entiende bien qu茅 tipo de noci贸n o tribunal literario.
David Hume aseguraba que absolutamente nada en la experiencia pod铆a dar cuenta de la causalidad entre dos eventos: as铆, en el choque entre dos bolas de pool nada de la percepci贸n nos indica que, en efecto, el choque entre las dos bolas sea el motivo del movimiento de la segunda. Esa relaci贸n artificial era para Hume, en todo caso, una especie de adorno humano que serv铆a a los fines pr谩cticos para hacernos la vida m谩s liviana, casi casi una superstici贸n. En uno de los grandes momentos de El invierno con mi generaci贸n, el protagonista establece una relaci贸n causa-efecto entre una charla con su herm茅tico grupo de amigos sobre la adjetivaci贸n 鈥渁lta noche鈥 en 鈥淭l枚n, Uqbar, Orbis Tertius鈥 de Borges y el incipiente uso generalizado que empez贸 a tener esa expresi贸n en la oralidad porte帽a y que el grupo de amigos cree haber anticipado v铆a borgeana: 鈥淒urante a帽os sentimos que nos hab铆an robado un tesoro personal y que, por un efecto incomprensible, eso que empez贸 una noche en la habitaci贸n de un bar a puertas cerradas trascendi贸 y se volvi贸 cultura popular鈥.
En esas arbitrarias pero inspiradas relaciones de causalidad reside, en definitiva, la potencia literaria de esta novela.
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