Invitado por un cl茅rigo amigo, el reverendo Charles Lutwidge Dogson viaj贸 a Rusia en 1867 y, como sol铆an hacer los viajeros, llev贸 un diario con sus impresiones. Puesto que el reverendo Dogson se hizo famoso como Lewis Carroll, el creador de Alicia en el Pa铆s de las Maravillas, esas impresiones de viaje fueron publicadas de manera p贸stuma en 1935, y han sido traducidas por Javier Fern谩ndez Paupy y editadas en Argentina por Mansalva.
El viaje a Oriente fue una tradici贸n de los intelectuales europeos, aunque Charles Dogson s贸lo fue desaforado en los terrenos de la imaginaci贸n. Si Gustave Flaubert, unos quince a帽os antes, remont贸 el Nilo para montar camellos, huir de bandoleros y frecuentar prost铆bulos en un viaje de dos a帽os, Carroll se limit贸 a llegar a Rusia en un recorrido que tiene mucho del turismo contempor谩neo, con sus ordenadas visitas a iglesias y museos, sus gu铆as y mapas, sus vistas panor谩micas, sus descripciones de posadas, cenas y camarotes de ferrocarril.
Aunque sin dudas se trata de una obra menor, y el propio autor consigna que 鈥渢odo esto me va a servir m谩s para recordar que para transmitir cualquier idea de lo que vimos鈥, este Diario de un viaje a Rusia en 1867 es una lectura encantadora, y no s贸lo para fan谩ticos de Lewis Carroll. Escrito con una iron铆a delicada, que casi nunca se entrega al sarcasmo o al desprecio que podr铆a suponer la 鈥渕irada imperial鈥, abunda en frases elegantes y observaciones agudas de esas que obligan a leer con cuidado. El reverendo Dogson es un viajero tolerante, dispuesto a la sorpresa y el placer. Examina con curiosidad las diferencias entre las diversas ceremonias religiosas a las que asiste y mira pinturas y esculturas con atenci贸n de conocedor. Casi no se narran momentos de incomodidad, y s贸lo la barrera ling眉铆stica cuando no hay int茅rpretes a mano puede conducirlo a la desolaci贸n y a sentirse, seg煤n sus palabras, Robinson Crusoe.
Hay, s铆, muchos episodios que con algo de suspicacia recuerdan las facetas diversas por las que conocemos a su autor. Est谩n las adorables paradojas (鈥渆scuchamos m煤sica excelente y miramos a los nativos disfrutar de ellos mismos, cosa que hac铆an con meticulosidad鈥); se exhibe la exactitud del matem谩tico que cuenta los escalones de las torres y mide los salones en los palacios y la habilidad del dibujante que consigue comunicarse a trav茅s de jerogl铆ficos, lo que lo lleva a la 鈥渉umillante certeza de que nuestro est谩ndar de civilizaci贸n se reduc铆a al de la antigua N铆nive鈥. Aparece la mirada a la vez perturbadora e inocente sobre cada ni帽a que se cruza en su camino (鈥渘o hab铆a salida desde el patio trasero, que era aparentemente el patio de la escuela de las ni帽as y un campo muy tentador para una c谩mara de fotos鈥).
Rusia es el final de Europa o el principio de Oriente. Pa铆s de maravillas pero tambi茅n l铆mite de la racionalidad europea. Medio siglo m谩s tarde, ya en pleno experimento sovi茅tico, Keynes iba a decir que 鈥淩usia es el hijo m谩s joven, hermoso e imprudente de la familia europea, aun con pelo en la cabeza.鈥 Algo en el mismo sentido escribe Lewis Carroll en la que probablemente sea la frase m谩s violenta del libro: 鈥渆l campesino ruso, con su rostro amable, fino y, frecuentemente, de aspecto noble, siempre me sugiere un animal sumiso鈥. Por las dudas, el reverendo Dogson cierra su diario cuando puede volver a ver 鈥渓os acantilados blancos de la vieja Inglaterra鈥. Nunca volver铆a a viajar, porque iba a dedicarse a recorrer las tierras de A trav茅s del espejo, guiado por el mapa en blanco de La Caza del Snark.
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