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Domingo, 21 de marzo de 2004
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Reseña

Radicales de Mayo

COSA FUNESTA EL ENIGMA DE LA MUERTE DE MORENO
Diego Golombek

Sudamericana
Buenos Aires, 2004
126 págs.

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Por Martín De Ambrosio

Cosa funesta: así, proféticamente, se refirió Mariano Moreno al viaje que emprendería hacia Londres, en una misión encargada por el incipiente gobierno patrio argentino. El abogado admirador de Rousseau, el periodista fundador de La Gaceta, el secretario de la Primera Junta, el enemigo de Cornelio Saavedra, todas esas personas que fueron Moreno, murieron apenas hubo partido, frente a las costas del Brasil.
A partir de un leve anacronismo –un investigador privado inglés antes de que el mismísimo Conan Doyle urdiera al padre de todos los demás detectives–, Diego Golombek reconstruye las numerosas hipótesis que existen sobre la muerte en alta mar de Mariano Moreno. Que si lo envenenó el capitán inglés, que si estaba exhausto ya antes del viaje, que si fue Saavedra, que si fue Santiago de Liniers (hipótesis que le sugieren al inglés incluso a sabiendas de que el francés se murió varios meses antes que Moreno), que si después de todo siempre fue un hombre frágil. Este investigador inglés se embarca en busca de la verdad y a medida que entra en contacto con la vida del Buenos Aires poscolonial va adentrándose en el misterio y obteniendo pruebas en uno u otro sentido. Sin embargo, el inglés no consigue desatar el nudo y así queda claro que tampoco el dinámico narrador que propone el autor apostará por ninguna de las hipótesis, manteniendo la incertidumbre que la historia misma no ha logrado despejar.
Planteada así, como un caso policial insoluble, la novela deviene juguetonamente en un repaso de algunas extravagancias argentinas que han cimentado al prestigioso y ontológicamente dubitativo “Ser Nacional”. Por ejemplo, no deja de ser sintomático que el hermano de Moreno inaugure esa manía local de buscar en el exterior la llave para la comprensión de enigmas para los que hay que estar suficientemente entrenado, ser o convertirse en argentino, como para aspirar al entendimiento (como pasa con frecuencia con el fenómeno del peronismo, tan subentendido por mentes extranjeras que errónea y desesperadamente lo clasifican según parámetros inconvenientes).
Por lo demás, Cosa funesta posee momentos de buena literatura, como el acertadísimo soliloquio final del mismo Moreno que remata la faena de Golombek –quien, además de escritor, es un científico de calidad en la especialidad de la cronobiología y muy buen divulgador de todas las ciencias– y que lleva a pensar que esta obra puede funcionar como excelente complemento de La revolución es un sueño eterno (1992), en la que Andrés Rivera retrató a Juan José Castelli, ese otro gran radical de Mayo.

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