Domingo, 21 de marzo de 2004
Reseña
Los mil rostros de Escari
PARIS NO SE ACABA NUNCA
Enrique Vila-Matas
Anagrama
Buenos Aires, 2003
234 págs.

POR PABLO PÉREZ
“Muchos de mis libros los he escrito para quitarme de encima ciertas obsesiones”, dice Enrique Vila-Matas en un reportaje que le hace el escritor Alejandro Gándara, publicado en Internet. De esta manera, Suicidios ejemplares e Historia abreviada de la literatura portátil le sirven para liberarse de la obsesiĂłn por el suicidio y, tras haber escrito Bartleby y compañĂa –que consiste en las ochenta y seis notas al pie de una novela no escrita en la que nos encontramos con un inventario de escritores que prefieren no escribir y sus razones–, Vila-Matas escribe El mal de Montano –que obtuvo el premio Herralde 2002 de novela– para liberarse del sĂndrome contrario al de los Bartleby, la pasiĂłn enfermiza por los libros que, como a Don Quijote, lo llevaba a ver literatura en todo. DespuĂ©s de El mal de Montano, Vila-Matas necesita escribir un libro con un narrador “menos literario” y es asĂ como termina escribiendo ParĂs no se acaba nunca, un libro de memorias en el que recorre su estadĂa de un año en ParĂs, cuando era apenas un joven de veintitantos años que se habĂa propuesto escribir su primera novela, La letra asesina, un libro cuya obsesiĂłn a tratar era la de cĂłmo lograr que el lector muriera tras su lectura. Lejos de haber alcanzado su objetivo, Vila-Matas fue, con cada libro, ganando cada vez más fanáticos, entre los que me encuentro.
El joven Vila-Matas vive en ParĂs en una buhardilla que le alquila a Marguerite Duras, quien cuando se entera de que su inquilino intenta escribir una novela se le acerca con un papelito en el que le ha anotado una lista de elementos a tener en cuenta: “1) Problemas de estructura. 2) Unidad y armonĂa. 3) Trama e historia. 4) El factor tiempo. 5) Efectos textuales. 6) Verosimilitud. 7) TĂ©cnica narrativa. 8) Personajes. 9) Diálogo. 10) Escenarios. 11) Estilo. 12) Experiencia. 13) Registro lingĂĽĂstico”. Algunos Ătem de esta cuartilla desconciertan a Vila-Matas y acude para que lo ayude a dilucidarlos al shandy RaĂşl Escari (ver quĂ© es un shandy en Historia abreviada de la literatura portátil), quien, como un severo maestro, ante la insistencia del escritor novato que todo se lo consulta a Ă©l, le responde cuando Ă©ste le pregunta quĂ© es el estilo: “El crimen debe ser solitario y sin cĂłmplices”.
El verdadero RaĂşl Escari –segĂşn el poeta Ullán, “un ser inteligente y refinado, escritor verdadero que se negaba a escribir, el más brillante del cĂrculo de los amigos jĂłvenes de Marguerite Duras en los años setenta– es un artista argentino nacido en Buenos Aires, cuya Ăşnica y portátil obra, escrita al calor de las experimentaciones vanguardistas del Di Tella de los sesenta, lleva por tĂtulo Un recorrido –reproducida Ăşltimamente en un manual para estudiantes de quinto año de la escuela secundaria.
Este “escritor Bartleby” (segĂşn la definiciĂłn de Vila-Matas) ya vivĂa en ParĂs cuando el español llegĂł allĂ y tambiĂ©n se habĂa alojado en la cĂ©lebre buhardilla de Duras. Escari es uno de los personajes que atraviesa la obra de Vila-Matas desde La letra asesina (en la dedicatoria), pasando por Bartleby y compañĂa (bajo el nombre de MarĂa Lima MĂ©ndez, inventariado entre otros “escritores del no”). Son muchas las personas que la inquietante máquina literaria de Vila-Matas ha transformado en personajes literarios: además de Escari y Duras, aparecen en ParĂs no se acaba nunca Hemingway, Severo Sarduy, Borges, Copi, George Perec, Isabelle Adjani y Paloma Picasso, entre muchos otros famosos amigos del escritor. La literatura como tema –fundamental en toda la obra de Vila-Matas– vuelve a aparecer inevitablemente en ParĂs no se acaba nunca: por un lado, cĂłmo escribir, y por otro cĂłmo se asocian en un libro de memorias la realidad y la ficciĂłn: “AsĂ que cada vez que recuerdo algo –dice Borges citado por Vila-Matas–, no lo estoy recordando realmente sino que estoy recordando la Ăşltima vez que lo recordĂ©, estoy recordando un Ăşltimo recuerdo. AsĂ que en realidad no tengo en absoluto recuerdos ni imágenes sobre mi niñez, sobre mi juventud”. RaĂşl Escari, al enterarse de que su amigo estaba escribiendo un libro sobre su estadĂa de un año en ParĂs, casi treinta años despuĂ©s, lo sigue aconsejando desde la otra orilla del Atlántico: “Procura ser lo más verĂdico que puedas, que se te pueda ver a ti de verdad. Y a mĂ, si es posible, de mentira”. Y Vila-Matas, convencido de que todo lo que pueda escribir en sus memorias será una de las tantas ficciones posibles, al recorrer las calles de ParĂs y al pasar por delante de su antigua casa, comprueba con tristeza: “De pronto me di cuenta de que tenĂa yo algo de fantasma, algo de cadáver al que le hubieran dado un permiso de varias horas para levantarse de la tumba y regresar a las abandonadas calles de su juventud”.
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