Domingo, 4 de abril de 2004
el extranjero
Pieces of My Mind (Writings 1958-2002)
Frank Kermode
Penguin
Londres, 2003
468 págs.
A diferencia de los coroneles, los jardineros y los ensayistas vitalicios no pasan a retiro. A los 84 años, el crÃtico británico Frank Kermode sigue rastrillando las hojas del pasado –entre tempestuoso y otoñal– de la literatura, arrojando al fuego lo reunido para iluminación de los que llegan con retraso o se pasan de largo o de vivos. Con las cenizas volátiles de lo que atiza un Kermode, decenas de académicos adiposos abonan carreras enteras. Mientras tanto, los años del autor de Historia y valor (PenÃnsula) no dan señas visibles: los textos de esta summa parecen escritos siempre por alguien de la misma edad.
Desde el islote de su escritorio en Cambridge, Kermode se dedica a rescatar hacedores y obras desatendidas. El desprendimiento de su visión lo alienta a revalorar al tan conservador como diestro estilista James Lees-Milne y al socialista, centenario e igualmente fiel a sà mismo Edward Upward. Sin apuro, Kermode trabaja contra “el hábito de despreciar libros sólo porque pensamos que sus ideologÃas están vencidasâ€, contra “los textos que saben demasiado de sà mismosâ€.
Pieces of My Mind desanda cuatro décadas de obsesiones. Relato e interpretación. Secretos y secuencia narrativa (“salteamos como ruido aquello que leÃdo de otro modo, con paciencia, nos darÃa un sentido otro, más extrañoâ€). La narración como intérprete de sà misma. Lo fortuito y lo coherente en un relato, y lo fortuito como libertad para producir sentido. Los misterios narrativos de la Biblia. El léxico como creador de espacios. El templado concepto de lo clásico. Wallace Stevens y la ironÃa, W. Auden y la intensidad. Las expectativas sobre las que se monta la práctica de la lectura. Memoria, olvido y las lÃneas de fuerza de una vida, puntos de epifanÃa o regeneración. El canon y el control de la interpretación por “la clerecÃa profesionalâ€. El valor de una obra y la atención que exige o recibe. Para Kermode, en la recepción de la literatura y el arte todo depende de la forma de atención solicitada y brindada.
Enemigo público de la veneración supersticiosa, el ojo de Kermode estuvo dirigido durante años hacia Shakespeare. El crÃtico enfrenta a los que ven las piezas del dramaturgo isabelino como “una serie de eventos semióticos, la puesta en escena de materiales culturales, la movilización de representaciones polÃticasâ€. Tomando partido por el arte reticente, el autor de Shakespeare’s Language y del próximo The Age of Shakespeare observa a éste alejándose de una retórica explÃcita hacia un área más cercana al silencio. Al pensamiento exaltado, los motivos dudosos, la inconsistencia de un carácter, su sombra y sustancia, la manÃa por un conjunto –una partida– de palabras y la presentación de personajes en toda su inaccesibilidad.
Con la cuota exacta de disegno y colore, cada ensayo de Kermode es un ejercicio virtuoso de aproximación y distancia, de cortesÃa implacable como la que siempre elogió en Edmund Wilson y Mario Praz. Su descripción de otra cómplice, la estudiosa del Renacimiento Frances Yates, lo retrata de pies a cabeza: “Alguien que con el paso del tiempo se mantuvo noble y bellamente fiel a un indicio de iluminación al que valÃa la pena dedicarle una vidaâ€.
MatÃas Serra Bradford
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