Domingo, 9 de mayo de 2004
El extranjero > Still holding
STILL HOLDING
Bruce Wagner
Simon and Schuster
Buenos, 2003
350 págs.
Por Rodrigo Fresán
A esta altura de la pelĂcula, una cosa queda clara: Bruce Wagner (Wisconsin, 1954; alguna vez marido de la actriz Rebecca de Mornay) es el gran escritor de Hollywood o, mejor dicho –como apuntĂł un crĂtico–, de Hellywood: esa regiĂłn infernal donde se cometen pecados mortales a cambio de una estatuilla dorada o una estrella en el suelo.
Descendiente directo del Nathanael West de El dĂa de la langosta y de la Norma Desmond de Sunset Boulevard, Wagner –tambiĂ©n guionista del comic y de la serie de culto “Wild Palms”– debutĂł en la novela en 1991 con la cruel Force Majeure (la cruel caĂda libre de un chofer de limousinas con ambiciones de escritor para el cine); pera nada hacĂa pensar en la ambiciĂłn, el alcance y la podredumbre de lo que vendrĂa despuĂ©s.
En 1996, Wagner publicĂł la primera entrega de lo que bautizarĂa como TrilogĂa del telĂ©fono mĂłvil o The Cell-Phone Trilogy y cuyas partes independientes pero inseparables llevarĂan como tĂtulo aquellas frases-mantra que se repiten una y otra vez mientras se habla con alguien con quien no se quiere hablar mientras se patea y se es pateado por las veredas de Beverly Hills. AsĂ fueron I’m Losing You, I’ll Let You Go (2002), y ahora acaba de estrenarse Still Holding.
Todas ellas novelas corales y con repartos multimillonarios –repletas de nombres verdaderos y de infidencias perturbadoramente verosĂmiles– narran el crepĂşsculo de los falsos dioses de la fábrica de sueños y pesadillas, esa máquina de picar carne que es el Hollywood de estos dĂas. Y posiblemente Still Holding sea lo más repugnante –en el mejor y más sabroso sentido de la palabra– que Wagner ha publicado hasta ahora.
Lo que se cuenta aquĂ es la “tragedia” del astro Kit Lightfoot –una cruza de Brad Pitt con Richard Gere–, quien es atacado y casi descerebrado de un botellazo por un fan que trabaja de doble de Russell Crowe. Lightfoot, sin embargo, es un buen tipo. Es tan buen tipo que –sobre el final de la novela, recuperado y más brillante que nunca– es certificado como reencarnaciĂłn de sabio zen mientras el mundo lo aplaude y lo adora. Final feliz, creo. Como contrapunto argumental –como curriculum alternativo– asistimos al ascenso de Becca Mondrain (doble de Drew Barrymore), dispuesta a lo que sea por ser triunfar y ser invitada a las fiestas organizadas por la revista Vanity Fair. Es una chica sin escrĂşpulos pero, al mismo tiempo, una buena chica. Final feliz. O algo asĂ.
Por el camino, Still Holding –parĂłdica pero impiadosa, con las escenas de sexo más duro y triste de las que se tenga memoria– está llena de finales tristĂsimos que van cayendo al suelo como esas escenas descartadas en el piso de la sala de montaje. Novela atĂpica, experimental, cult, indie, Still Holding se lee con la más regocijada de las muecas y está filmada con partes iguales de filosofĂa zen y de prensa amarilla sobre una escenografĂa claramente dickensiana; donde los inmortales del celuloide gozan del privilegio de los efectos especiales mientras sus sufridos y humildes espectadores viven olvidando las lĂneas más importantes del guiĂłn de la vida.
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