Domingo, 12 de enero de 2003
El extranjero
THINGS YOU SHOULD KNOW, A.M. Homes
THINGS YOU SHOULD KNOW
A.M. Homes
Harper Collins
Nueva York, 2002
214 págs.
Por Rodrigo Fresán
Las tramas de la escritora norteamericana A.M. Homes (Washington, 1952) no son las tramas acerca de las que suelen escribir las escritoras norteamericanas. Es más: están los que llegan a definirla como “la más masculina de las escritoras norteamericanas” porque presenta los mismos lugares comunes, pero explorados con modales completamente distintos de los que suelen utilizar sus contemporáneas. AquĂ no está la frialdad de Ann Beattie o el humor amargo de Lorrie Moore o la neurosis de situation-comedy de Mary Robison. El signo de Homes es distinto, mucho más bestial: una definiciĂłn apresurada y rutinaria suele emparentarla con David Lynch, pero –a la hora del cine– Homes está mucho más cerca de la crueldad familiera de Todd “Happiness” Solondz. Historias en las que un adolescente se enamora de la muñeca Barbie de su hermana, o un oficinista mea ritualmente en la planta sobre el escritorio de su jefe, o una joven pareja envĂa a sus hijos con los abuelos para poder drogarse a lo bestia durante un fin de semana.
El lector en castellano ya ha tenido la suerte y la oportunidad de paladear varios de sus platillos. Ediciones B publicĂł SĂłlo una madre (comedia “de malas costumbres” que narra la relaciĂłn enfermiza de una psicoanalista con una joven paciente a la que cree que dio el bebĂ© en adopciĂłn hace años) y Anagrama editĂł El fin de Alice (que supo desatar polĂ©micas y pedidos de censura en varios paĂses por su narrador pedĂłfilo al que la crĂtica definiĂł como “una cruza de Humbert Humbert con Hannibal Lecter”) y MĂşsica para corazones incendiados (una cheeveriana versiĂłn del matrimonio elevada a la milĂ©sima potencia con un antolĂłgico capĂtulo inicial donde una pareja aburrida de todo decide prenderle fuego a su casa para ver si eso alegra un poco el panorama de sus dĂas y noches). Faltan traducir los relatos de The Safety of Objects (recientemente llevados al cine por Rose Troche con Glenn Close en el reparto), Jack (agridulce novela iniciática donde un adolescente se enfrenta a la sĂşbita homosexualidad de su padre) y el interesante Appendix A (libro de arte y cuaderno de notas que “cuenta” el proceso de elaboraciĂłn del degenerado narrador de El fin de Alice).
A estos Ăşltimos tĂtulos acaban de sumarse los once cuentos que componen Things you Should Know, nuevas lecciones magistrales de esa suerte de realismo surrealista que relaciona a Homes con el gĂłtico moderno de la Flannery O’Connor de Sangre sabia y la Carson McCullers de Reflejos en un ojo dorado, pero tambiĂ©n con el milenarismo decadente de Bret Easton Ellis o Rick Moody. Once despachos desde una tierra baldĂa convenientemente barrida debajo de la alfombra de un cĂ©sped impecable y donde el esqueleto ya no está en el armario sino en el garaje con capacidad para dos o tres autos.
“Me interesa la moral americana, pero no me interesa llegar a ninguna conclusiĂłn acerca del tema. Entiendo mi interĂ©s como si se tratara de una investigaciĂłn en curso. En cualquier caso, el periĂłdico está lleno de noticias mucho más escalofriantes que lo que aparece en mis ficciones”, explica Homes. Y esto se hace más evidente en las polaroids de sus relatos que en las home-movies de sus novelas. Hay algo en los relatos de Homes -un elegante duelo entre la calma domĂ©stica y la furia extrema en apenas unas pocas páginas– que los convierte en “objetos inseguros”, a leer, siempre, con la guardia en alto sin que esto consiga evitar el K.O. a las pocas lĂneas de entrar allĂ.
Otra vez, en Things you Should Know, Homes –quien, tal vez a modo de antĂdoto parcial, suele escribir sobre la supuestamente beautiful people en revistas como Vanity Fair y dice “soñar con ir todas las mañanas a una oficina”– nos presenta nuevos especĂmenes de su bestiario en desarrollo: un hombre que implanta un chip en su suegra senil para poder seguir sus movimientos; una mujer que distribuye forros en una playa llena de bañeros y musculosos y rubias plásticas para recogerlos a la mañana siguiente y aprovechar el semen descartado para su propia inseminaciĂłn; un hijo que descubre que sus padres han “adoptado” a una especie de gurĂş new age; alguien que piensa que “necesito estar casado con alguien que sea como una de esas plantas que no necesitan nada”; y alguien que asegura que “no soy el tipo de persona que deja a su esposa cuando a Ă©sta le descubren un cáncer de ovarios, pero, ÂżquĂ© hacer cuando esa mujer con cáncer de ovarios es, además, una hija de puta?”. Al final de Things you Should Know, una obra maestra destinada a ser secuestrada por las mejores antologĂas, “The Former First Lady and the Football Hero” narra con todo detalle el infierno cotidiano de Nancy Reagan obligada a cuidar a un Ronald Reagan vĂctima del Alzheimer mientras recuerda los tiempos de gloria en la Casa Blanca, distrae su angustia saliendo de compras por Rodeo Drive, y apenas se atreve a pensar en lo mucho más feliz que será ella cuando su querido Ronnie pase a mejor vida. Pero, claro, lo que Nancy no sabe es que está hundida hasta el cuello en un cuento de A.M. Homes, y ahĂ adentro las cosas nunca salen como se desea que salgan. Es decir: sĂşbito ataque cardĂaco y ella se muere primero frente a un ex presidente vestido de cowboy que toca una guitarrita de juguete y exclama “Yipee-ti-yi-yay, pongámonos en camino, perritos, Wyoming será nuestro nuevo hogar”.
SĂ, sĂ, sĂ: abandonen toda esperanza los que entren aquĂ.
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