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Domingo, 10 de abril de 2011
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La vuelta completa

Un inconformismo seco e implacable

Por Tununa Mercado

La vuelta completa, caminando alrededor, walking around, el merodeo propio de quien gira en torno de la realidad sin comprometerse en otra acción que observarla, parece ser el signo de estos títulos de Juan José Saer. Connotación pueblerina para una ciudad pequeña, a la medida del observador que la recorre como si la desconociera. En los pueblos, en efecto, dar vuelta a la plaza es una aventura de riesgos inesperados. Aquí el círculo es más amplio pero siempre circunscrito al desplazamiento posible, unas cuadras a la redonda, de pronto un lugar al que se puede llegar en taxi, una ciudad a la medida de un vagabundeo y de una rutina que se cumplen a pie. Un individuo gira sobre sí mismo y en la rotación arrastra a otros semejantes en una panorámica cuyas líneas de contacto y puntos perimetrales distribuyen una trama.

Esa es la forma de esta novela dividida en dos; a menos de la mitad, como si abriera un capítulo, pero con título propio, La vuelta completa empieza a girar alrededor de sí misma en un nuevo círculo con el nombre de “Caminando alrededor”. Publicada en 1966 por la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil en Rosario, su reedición reabre uno de los espacios inaugurales del entorno narrativo gregario de Saer, que irá ajustando sus dimensiones y el variado protagonismo de sus figuras a lo largo de varias de sus novelas. Hay quienes puedan esmerarse en la identificación y en el rastreo de ciertos nombres y que logren armar un esquema de sus apariciones en diferentes cruces y peripecias. Si lo hiciera, el gráfico resultante sería radial/ circular y permitiría detectar el equilibrio de una narrativa que sienta las bases para convocar a sus personajes y reiterarlos en futuros desarrollos. Aquí están los que seguirán siendo, podría decirse, en las novelas de Saer: van a volver, girarán en redondo y reaparecerán en cualquier esquina con un efecto de lectura regocijante, el que produce el encuentro en una eternidad posible. Pero más que los personajes reconocibles, el efecto de perduración se reiterará en las señales de un estilo pertinaz y envolvente.

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