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Domingo, 11 de marzo de 2012
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Las ilusiones del enamorado

Por Cesar Fernandez Moreno

El enamorado ama las cualidades que percibe en el objeto de su amor: algunas de estas cualidades son reales, otras no son m谩s que imaginarias de su subjetividad amorosa.

En lo que concierne a nuestra patria, nosotros los argentinos somos particularmente proclives a adoptar esta actitud arriesgada. Siempre se juzg贸 que no est谩bamos demasiado orgullosos de la Argentina: tal vez los que as铆 nos juzgaban ten铆an raz贸n, tal vez muchas de las virtudes que le atribu铆amos eran subjetivas, ilusorias.

Frente a la situaci贸n actual de la Argentina, nuestra doble condici贸n de vencidos m谩s o menos participantes y exiliados m谩s o menos voluntarios, nos ubica en una posici贸n peligrosa, donde nos es dif铆cil hacer la distinci贸n entre las cualidades reales e imaginarias, en esta Argentina que, contra todo pron贸stico, continuamos amando.

驴Y si 鈥渆llos鈥, los vencedores, formasen, fuesen, la verdadera Argentina? 驴Si 鈥渘osotros鈥, los vencidos, no fu茅semos m谩s que un mont贸n de amantes so帽adores, rechazados por nuestra tan amada Argentina por la sencilla raz贸n de que ella es en realidad algo fundamentalmente diferente de lo que creemos, de lo que cre铆amos? 驴Ella no ama a los otros, los vencedores, no solamente porque lo son, sino incluso debido a las condiciones que les son suyas y que los llevan a la victoria?

Ser铆a desde luego imposible pretender que 煤nicamente los acontecimientos de la 煤ltima d茅cada, por no decir los de los 煤ltimos cincuenta a帽os, hayan podido hacer nacer esta duda. Muy por el contrario, est谩 enraizada, tan enraizada como es posible estarlo en la historia argentina.

Esta historia est谩 asociada a la de Occidente en el momento del descubrimiento y de la conquista del R铆o de la Plata, y comenz贸 con la amarga desi-lusi贸n de los invasores: nada del m铆tico El Dorado, ning煤n metal precioso... Hasta que descubren nuestra verdadera e inaudita sorpresa: la Pampa H煤meda, donde los pastos crecen por s铆 solos, donde la hacienda se desarrolla sola, con la sola y 煤nica condici贸n de que guarde la posesi贸n de sus tierras.

Y ah铆 no se trata de ilusi贸n. Los intentos por hacer 鈥渙tra cosa鈥 de la Argentina, desde el virrey 鈥減rogresista鈥 V茅rtiz hasta unitarios utopistas que lograron hacer partir al tirano Rosas, desde el muy puro, Mariano Moreno, hasta el p铆caro, Juan Per贸n.

La historia argentina se presenta ante nuestros ojos, de alg煤n modo, como una sucesi贸n de falsas partidas, como un el谩stico del cual se puede tirar, pero que retoma irremediablemente su posici贸n original.

Los agentes de tensi贸n, por supuesto, cambian con el tiempo. A la cabeza del imperio metropolitano tenemos a Espa帽a hasta el siglo XVIII, Inglaterra en el XIX y desde luego Estados Unidos en el XX. Esos son los centros a donde va a parar la mejor parte de la producci贸n gratuita de la Pampa H煤meda, por intermedio de la oligarqu铆a local que la detenta. Y siguiendo las modalidades impuestas por cada uno de los imperialismos. Espa帽a, el monopolio comercial; Inglaterra, los frigor铆ficos; Estados Unidos, las multinacionales.

Este n煤mero de Les Temps Modernes dedicado a la Argentina aplica su an谩lisis a un per铆odo de quince a帽os que va de 1966 a 1981, aunque ese marco a veces sea sobrepasado para remontarse hasta 1930 y a veces incluso hasta el siglo XIX. La publicaci贸n de este n煤mero es, adem谩s, ciertamente la mejor prueba de que todos los que aqu铆 colaboramos estamos enamorados de la patria por la que tenemos un irrevocable 鈥渕etej贸n鈥. Nuestra participaci贸n prueba tambi茅n que estamos asaltados (la palabra tiene siniestras resonancias actuales), asaltados, digo, por las dudas propias de todo enamorado.

驴Es la Argentina con la que so帽amos todos, con la que hemos coexistido en tiempos y espacios parciales? Este n煤mero especial no nos servir谩 solamente de catarsis, sino tambi茅n tal vez de clave, permiti茅ndonos resolver el problema capital que nos plantea nuestra patria amada: seguir am谩ndola tal como creemos que es, o si no es tal como la so帽amos, sacar las conclusiones y tratar de olvidarla, es decir, asumir as铆 nosotros mismos nuestro error afectivo. Un desenlace de tango, tragic贸mico, as铆 como lo expres贸 anticipadamente el (metaf贸ricamente) visionario Enrique Santos Disc茅polo:

鈥淓ntre todos me pelaron con la cero

tu silueta fue el anzuelo donde yo me fui a ensartar.

Se tragaron vos, 鈥榣a viuda鈥 y `el guerrero鈥

lo que me cost贸 diez a帽os de paciencia y de yugar鈥.

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