Me sorprende la ferocidad de los ataques de quienes se oponen al premio a Bryce, que arremeten no sólo contra el autor, sino contra el jurado e incluso contra quienes creemos que sà se merece el premio, acusándonos de lobbistas, cÃnicos e inmorales. Estoy de acuerdo en que separar al autor de su obra es imposible, pero el asunto funciona en dos vÃas: la calidad de un autor no puede hacernos obviar su conducta, pero ninguna acusación puede borrar la existencia de libros como Un mundo para Julius o La vida exagerada de MartÃn Romaña. Para mÃ, un premio prestigioso se desmerece cuando premian a un autor mediocre –no es el caso–, no cuando premian a un autor notable que tiene cuestionamientos sobre textos periodÃsticos sin mayor incidencia sobre el conjunto de su obra.
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