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Domingo, 16 de junio de 2013
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La fiesta del fin del mundo

Johnny Cash paseando con June Carter en un Dodge rojo por toda España, y cantando en la Catedral de Santiago de Compostela, ante un párroco primero escéptico y que luego se emociona hasta las lágrimas. Sergio Leone quejándose ante Luis Buñuel de la indiferencia que le prodiga Bergman en el Purgatorio, a él, que filmó Erase una vez en América. El fantasma del Che Guevara escribiéndole una carta a Fidel, en el que le confiesa que ser comunista era como acordarse de las teorías de Stephen Hawking todo el tiempo, ser consciente de todas las cosas. Todo es posible en Aire nuestro, un libro desprejuiciado, hilarante y al mismo tiempo inclusive por momentos emocionante. Pero para poder disfrutarlo, es necesario pasar por alto su premisa inicial. Aire nuestro supuestamente es una señal de cable, y sus capítulos están subdivididos en canales. Hay fútbol, noticieros, reality. Pero eso es lo de menos. Porque es en realidad un libro de cuentos delirantes, hiperrealistas y contundentes, todos ellos llenos de angustia disfrazada de fiesta. Una fiesta de fin de época, de fin de tiempo, de fin del mundo y de la realidad. O de lo que entendemos por realidad. “Escucho voces”, ha dicho Manuel Vilas. “Escucho a los muertos decirme que los han engañado.” Si España, su primera novela, estaba embrujada por esos fantasmas, Aire nuestro los celebra. Vilas tiene un don especial para tomarse en serio toda ironía, y dejar hablar a sus invocados, cargándolos de emotividad. Como ejemplo, vaya la frase que le escribe el fantasma del Che a Fidel: “No me quieren los muertos porque dicen que sigo viviendo”. Así de contundente es un libro vivo entre los muertos.

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