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Domingo, 30 de junio de 2013
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> El prólogo de Cuentos negreros, de Marcelino Freire

En la Cochinchina no hay negros

Por Washington Cucurto

Marcelino Freire es un asqueroso. Un alma blanca en tierra de negros. Un tipo capaz de mostrarle al mundo toda su asquerosidad de mierda. ¡La vida social y la eterna lucha de clases en las grandes ciudades! Río de Janeiro y sus playas y todo su exotismo no es más que mucha mierda junta. ¡Marcelino Freire quiere ir a filmar cómo viven los ricos, ja! ¡Exige por el aumento del salario, ja! ¡Insiste con que los turistas gringos no deberían fifarse tantas negras y negros pobres!, es “verdad Johan no hay negras en la Cochinchina”, hay muchas en Brasil. Un alma de negro en tierra de blancos.

Un blanco escribiendo mejor que el mejor de los grones. Y esto no es un detalle menor. ¡Marcelino Freire es de los nuestros, un eterno desclasado! El estilo de Marcelino es fácil, directo y no está dispuesto a regalar nada. Leer Cuentos negreros o negroides, o gronchos produce el mismo efecto que tomarse un trago de realidad demasiado amargo. ¡Qué suerte que Marcelino Freire es un asqueroso de mierda, porque ya tanta insistencia en que está todo bien en estas épocas izquierdistas me empieza a hinchar las bolas! ¡Qué suerte que existe Marcelino Freire y estos personajes horrendos, ridículos, zopencos de los cuales uno se empieza a enamorar y se hace la siguiente pregunta: ¿seremos así?! ¡Y peores!

Por último, saludo en Vaniclélia a todas las mujeres latinoamericanas. Esto también se lo debo a Marcelino Freire.

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