Imprimir|Regresar a la nota
Domingo, 16 de noviembre de 2014
logo libros
> un texto programático de raúl gustavo aguirre

UNA CONTINUA OBSESIÓN

Esto me parece ser la revista que tienes en tus manos, milagroso lector.

Hace algún tiempo, cuando su nombre –leve desafío a la sintaxis, pero justa síntesis de eternidad y de circunstancia, de deseo y de posibilidad– surgió desconcertante para los correctores de los rotativos, quienes no vacilaron en meter un “de” tranquilizador entre poesía y buenos aires, cuando su nombre de criatura nueva, de mirada nueva, surgió (¿para qué engañarnos?) entre la indiferencia de los más y la vociferación de los menos, nunca imaginó quien esto escribe que había jugado una carta decisiva de su destino y que el juego, de allí en adelante, iba a continuar de cualquier manera, a pesar suyo, contra su voluntad, que ya no iba a ser posible salir de él. Sus días se habían comprometido, se habían atado para siempre a este hilo de araña de la realidad que le sería en adelante imposible interrumpir.

Contra su voluntad, contra su querencia íntima, ya que ¿no es acaso indeseable emprender con otros una tarea cuya tensión en constante aumento termina por dejarnos solos en un lugar maldito?, ¿no es acaso indeseable verse tergiversado cada día, ya en la adhesión del snob, ya en el rechazo del compañero, en esa zona pública donde la poesía ya no reina y hacia la cual, sin embargo, se ve empujada la poesía? ¿Por qué no quedarse en casa tranquilamente, por qué tanto enmarañarse en los acontecimientos, por qué tomar partido con unos y con otros, contra unos y contra otros, cuando la paz, la ternura y el silencio nos reclaman (y ese viejo deseo de contemplar, de contemporizar) en nuestra mesa, con nuestros libros, entre los seres cercanos a nuestro corazón? ¿Por qué ser odiado, por qué odiar también, por qué insistir con estas páginas que los libreros aceptan a regañadientes y que el pueblo no comprenderá? ¿Por qué no ser, como la mayoría, un manso redactor, un manso fabricante de frases accesibles, un manso colaborador? ¿Por qué esta rebelión, este empecinamiento aun sospechoso para algunos de mistificación?

Esto me he preguntado con frecuencia. Nadie posee contra esta revista tan decisivas razones como yo. Nadie la niega tanto. Nadie quisiera destruirla con tanta vehemencia, ya que ella es una traición cotidiana al deseo de nada, a la desesperación que nos sube desde esta tierra falsificada y estéril, desde esta existencia amenazada de extinción en cualquier momento.

Y sin embargo...

Y sin embargo, cuando me digo que es ella a quien debo mis mejores amigos, la mujer que amo, el valor de desmentirme, la alegría de ver durar el sueño, el trato hondo con ese lector que nunca conoceré, con ese muchacho que no caerá, como nosotros, en la trampa...

La poesía es algo maldito, y es necesario explicar de nuevo este lugar común. Maldita por ser la moral más pura en un mundo inmoral, el rostro único en un mundo de máscaras, la hombría cierta ante la intelectualidad bufona y pierdetiempo. Maldita por ser la inteligencia y el amor fundiendo juntos. Maldita por sus exigencias, por su avidez de conciencia y de verdad, por su necesidad de existir sin condiciones. (...)

Fuera de ella, sí, queda esa caterva de curiosos personajes que hacen de la literatura su modo de diversión o de vida, el medio de liberar sus instintos policiales, su astucia o su desconcertada vanidad. Pero vivir en el amor de la poesía, vivir sencillamente en el amor, no ser su propietario, saberse no poeta después del último poema, es algo muy distinto. Nuestro país, nuestro planeta, no es pródigo –que yo sepa– en estos ejemplares que nada tienen de extraordinario salvo quizá su escasez. De ahí que esta revista sea, con sólo existir –con sólo haber reunido a algunos de ellos– una lucha. No nos arrepentiremos de haber llamado la atención de los jóvenes hacia caminos que tal vez los lleven hacia su más alta veracidad. No nos arrepentiremos de haber calado una y otra vez, sin prejuicios, en la inteligencia de la poesía frente a la ignorancia que todo lo da por sabido y sancionado. No nos arrepentiremos de haber sido cambiados por el andar, ni tampoco de nuestras contradicciones ni de nuestros errores, que harán posible para otros la duda y el mirar por sí mismos. No renunciaremos, por encima de todo, a esa curiosidad, a esa inocencia que nos permiten el asombro, la confianza en el hombre. Ninguna fórmula, ninguna receta, en conclusión, queda de todos estos años. Una vez más hay que decirlo: no sabemos qué es la poesía y, mucho menos, cómo se hace un poema.

Y si algo subsiste de estas páginas, sabemos que no puede serlo para esa compilación estúpida de datos que algunos llaman historia, sino en carne viva, en letra y palabra viva de otros que harán también la vida posible a su alrededor, a su manera, como quisimos hacerla nosotros.

Del número 25 de Poesía Buenos Aires. Otoño de 1957

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar|República Argentina|Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.