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Sábado, 14 de octubre de 2006
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Con nombre propio

Segunda piel

Las mascotas de Vacavaliente, la etiqueta dirigida por Pedro Reissig, resignifican el cuero desde trabajarlo estructuralmente, estamparlo o pintarlo, pero sobre todo creando piezas con afecto.

Por Luján Cambariere
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Al diseñador Pedro Reissig y su Nudo Design lo dejamos hace no mucho con su tecno-morfología, el paradigma con que indaga la relación entre forma y estructura, y su necesidad de trabajar en forma estructural su material fetiche, el cuero. Esa necesidad se cristalizó en una primera generación de productos de Vacavaliente presentados en la tienda Malba allá por 2002. Desde entonces, él y su equipo siguieron rumiando un proceso interno que además de nuevos usos y tecnologías aplicables al material, pasan por descubrir el sentido que tienen los objetos en relación a las personas.

“Viniendo de Estados Unidos (Reissig nació en Buenos Aires y a los 5 años emigró a Nueva York, en donde vivió hasta 1991) a este primer mundo emocional, me he sentido una persona subdesarrollada a nivel comprensión de por dónde pasan las cosas humanamente. Subdesarrollado en entender por dónde pasan los vínculos. Amistad, familia, el afecto en las relaciones laborales”, confiesa quien empezó estudiando Bellas Artes en la Universidad de Massachusetts, se graduó de arquitecto en el Pratt Institute de Nueva York y obtuvo un posgrado en Tecnología y Producción en la Universidad de Buenos Aires. Además, por ese entonces Reissig tenía una hija pequeña y le resultaba extraordinaria la cantidad de plazas, kioscos, escuelas y niños que había en el país. Así fue como fue soltándose e incubando un mundo de productos “poniendo el saber, aunque suene cursi”, se disculpa, “al servicio de la felicidad. Piezas que tienen una fuerte impronta figurativa, simbólica de animales y personas, que te hagan sentir algo o te sacan una sonrisa”.

Innovación en cuero

“El cuero siempre me despertó desde lo sensorial una extrema alegría. Me encanta olerlo, tocarlo. Hay algo químico, su fragancia. Ese aroma y textura que es piel, es uno, con miles de atributos”, cuenta. Reissig los estudió y estudia meticulosamente para crear productos partiendo desde las posibilidades aún inexploradas de este material para el diseño. En su laboratorio, el corazón de su empresa, realizan experimentos varios. Hacen viruta de cuero, cuero líquido, laminado, hervido, cristalizado, estirado. Para las terminaciones exploran ideas gráficas, combinando diversos colores, texturas e imágenes (colores combinados bi-faz, texturas en relieve o con imágenes que son fotografías impresas sobre el cuero). Pero, de nuevo, lo importante en esta etapa, aclara, es que hoy se dedican a investigar también aspectos sociales. “Los productos que nuestro laboratorio crea responden a diversas prácticas humanas que consideramos esenciales en la vida contemporánea y que en ciertos casos vemos en vías de extinción: escribir por amor, jugar por jugar o cocinar para los amigos. Dentro del amplio repertorio de productos que estamos generando, algunos están sintetizados a su mínima expresión geométrica y otros tematizados con una fuerte identidad figurativa y simbólica”, detalla.

Así nacen sus mascotas, fabricadas en cuero reconstituido, material ecológico hecho de cuero reciclado que nace de la viruta y retazos, de residuos industriales. Hoy ya hay once en el mercado y gestándose, a punto de nacer, muchas más. A ellas las concibió a partir de la idea que apoda “origami curvo”. Trabajando el universo del plegado, pero, sacrilegio para el origami, interviniéndolo. Perforándolo, anudándolo, pegándolo con remaches o costuras. “Rompiendo las reglas básicas del origami de papel se abrieron infinitas posibilidades para el cuero.” Así, cuenta Reissig, cada animalito tiene su personalidad bien definida. Desde un simpático Conejo, contenedor de objetos privados –anticonceptivos, profilácticos o Viagra– sugieren. La Cigüeña, trofeo para las mamás, ya que fue concebida especialmente para celebrar la llegada de un bebé exhibiendo sus fotos en el pico y atesorando recuerdos –desde los primeros chupetes, mordillos, pelo o dientitos– en las alas. Un bello Lagarto de patas imantadas, ideal para colocar en la puerta de la heladera con los menúes de los delivery en sus escamas. El Mono fácilmente colgable de percheros, manijas o sillas, para guardar llaves, cartas, notas o en la cocina para utensilios, repasador y manoplas. Como no podía faltar, el Perro, compañero fiel que sirve de organizador para los objetos de escritorio –lápices, blocks, notas y hasta el celular–. Además de un gato, chanchito, canguro, gallinas y pollitos, tortuga y oruga. En breve presentarán el mundo marino (peces y caracolas) y humanos.

¿El cuero dio respuesta a la pregunta inicial? “Sin dudas. Me encontré con mi propia piel. Con el cuero humano”, remata Reissig n

* Vacavaliente: 4543-8780, www.vacavalien te.com

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