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Sábado, 18 de noviembre de 2006
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Nota de tapa

Sólo el amor vence

El workshop de diseño experimental e instalación Amor Líquido tuvo como tema los vínculos y como material, los descartes industriales de la empresa de cosmética Natura y del canal Discovery. Inédita propuesta para el semillero de la muestra Design Connection by cienporcientodiseño para ir contra los vínculos descartables.

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Medusas de videotape

Hay postulados del diseño que a veces, sobre todo a los ajenos a la disciplina, sorprenden por lo alejados de la realidad. “Diseño es cultura de proyecto, pensamiento previo a la acción, trascender el objeto, pensar con las manos, multidisciplina; pero cada vez se reflexiona, se asocia, se profundiza, se investiga y se lee menos, y no se traspasan los compartimentos estancos dentro y fuera de la disciplina”, dice Satori, la dupla formada por el diseñador industrial Alejandro Sarmiento y nuestra columnista de diseño, Luján Cambariere. Los Satori hace tiempo buscan dar respuesta a estas paradojas a través de nuevas experiencias. Unir pensamiento y exploración sin especular con un resultado concreto sino valorando el proceso. Propiciar el encuentro, el trabajo colectivo, estableciendo vínculos sin ego.

El medio fue el laboratorio de diseño experimental Amor Líquido, en el marco de la muestra Design Connection by cienporcientodiseño, con 250 alumnos de todas las carreras de diseño de UBA, UP y ORT. Los cincuenta seleccionados se sumaron a estudiantes de Brasil, México y Bolivia. Una semana de trabajo intensivo que devino la instalación expuesta en la muestra creada hace seis años por la arquitecta Mónica Cohen, muestra de otra forma de trabajar, donde las personas y el planeta importan más que los objetos.

METAPROYECTO

Si algo definió la experiencia fue la “no mecánica”. Se buscó la libertad en el hacer, el ser y el pensar, sin recetas y con rienda suelta a la posibilidad de relacionarse, jugar, experimentar. La idea madre fue trabajar el tema de la fragilidad de los vínculos, El Amor Descartable, con descartes industriales de una empresa líder de cosmética brasileña. El sociólogo Zygmunt Bauman, con su Amor Líquido, permitió reflexionar, y los descartes de la empresa Natura completaron la apuesta. Por otra parte, el canal Discovery, abanderado del descubrimiento, el valor de la cultura y la naturaleza, permitió documentar lo más importante de la cuestión: el proceso.

Columnas de cartón

“Nada hay en este mundo que nos importe más que los vínculos. Las relaciones humanas. Pareja, amistad, familia. Pero, lamentablemente, ellas no escapan a la lógica del consumo, las nuevas tecnologías y el individualismo. La ‘modernidad líquida’ que documenta hace tiempo Bauman”, explica Satori. “Nos descubrimos, nos enamoramos, mientras el celular suena, los mensajes de texto nos bombardean, el frenesí del chat nos hace sentir acompañados y un simple delete permite desconectarnos. Es que en la red, esa matriz descomprometida, todo facilita estar conectados guardando distancia. En esta lógica, al igual que en la de otros productos, la relación es de consumo inmediato y uso sin perjuicios. Primordial y fundamentalmente, descartables”, resumen. Desde el sur del mundo, con conciencia planetaria, la propuesta pasó por trabajar con desechos, pero rebelándose a que los vínculos sean descartables. “Si diseño es proyecto, pensar antes de hacer. Y si a decir también de Bauman ‘hoy las ciudades se han convertido en el basurero de los problemas engendrados globalmente’, también podemos ensayar en ellas algunas respuestas. Trasladar la metáfora al mundo del design posibilita elaborar un nuevo proyecto. Experimentar y debatir. Diseñar un futuro mejor para todos”, rematan.

SER O NO SER DESCARTABLES

Esa es y fue la cuestión. El precepto moderno es que donde hay diseño, hay residuos, por lo que se impone cuestionar el rol de la disciplina. A decir de Víctor Papanek, un adelantado en estas cuestiones con su “Diseño para el mundo real o El imperativo verde”, un diseñador puede ser muy peligroso si se lo propone. O peor aún, si ignora los alcances de su trabajo. Hoy la vorágine del consumo hace que los productos sean rápidamente desechables. Los diseños son cada día más efímeros. “En nuestros tiempos, el residuo es a la vez el problema más angustioso y el secreto mejor guardado. Lo más grave es que cuando se trata de diseñar las formas de convivencia humana, los residuos son seres humanos”, afirma Bauman. “Trabajar con descartes significa tomar conciencia de los desechos que manipulamos diariamente, que por el solo hecho de descartarlos, ya no son parte de nuestra vida haciéndose invisibles. Esta manipulación nos permite reconocer formas, texturas, encontrando potencial para un nuevo uso, consumir menor cantidad de energía y, lo que es más importante, generando más trabajo para las personas. Así, se puede afirmar que cada vez que nos internamos en algún desecho, nos deja una enseñanza para saber encontrar algo en lo próximo que exploremos. Tratar de entender el mundo lleva mucho tiempo, y alcanzar diariamente la velocidad que ha tomado el planeta propone ansiedad. Este taller promovió una toma de conciencia creando nuevas incógnitas, ampliando la visión de futuros proyectistas, para ablandar estructura y generar nuevos paradigmas”, explica Sarmiento.

Cargadores de besos

Reúso, reciclaje, remade. La cuestión es pensar en el gran objeto: el planeta. La puerta de entrada al espacio era un súper-cencerro hecho con latas, originalmente envases de perfumes. Las lecturas del grupo, de lo más variadas: desde que hay que hacerse sentir y jugarse al entrar en el amor, animarse, jugarse, no esconderse, hasta el remitirse al animal que lleva el cencerro y así guía a la manada. También hubo cargadores de balas de besos, con la consigna explícita de incentivar otro tipo de guerras. Un jardín artificial hecho de protectores solares (vaya paradoja) con flores artificiales de pétalos de rubores y sombras. Bellos frascos de formas orgánicas dieron vida a increíbles y esculturales medusas y a móviles y balancines en esto de dar cuenta de la movilidad de la solidez a la liquidez que vivimos todos. Una gran bolsa de basura donde reflejarse a través de miles de espejos y cientos de disparos de labiales oficiaron como una especie de feria antivanidades. Como en ese ámbito absolutamente nada era descartado, tres cajas con tapes del canal Discovery dieron vida a otro sinfín de propuestas. Un espacio enmarcado por lluvias de cintas de video VHS. Metros y metros de cultura y naturaleza que no se pueden o quieren ver, para rodear a una lámpara, esfera de PVC termocontraíble que representa al mundo. Los videos también dieron vida a una serie de criaturas y móviles y fueron caminos y el pasto del jardín artificial. Asientos hechos con potes de crema y tapas de latas de metal, superficies con distintas texturas y relieves y hasta lupas donde ver lo importante hechas con las tapas de los labiales completaron la escena.

Satori es iluminación, un momento de realización total, un vislumbre, un despertar en compañía de otros. De algún modo, un comienzo.

Los protagonistas

Parte del grupo participante en la experiencia.

* Satori: [email protected], http://www.satorilab.blogspot.com

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