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Sábado, 9 de febrero de 2008
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Nota de tapa I

La comedia del Howard Johnson

En Tigre arranc贸 con fuerza una movida para salvar la quinta Cobo, amenazada de demolici贸n para hotel. El eco fue grande e inmediato, y ahora se descubre una ordenanza de la dictadura que hasta promete c谩rcel al que destruya el patrimonio.

Por Sergio Kiernan
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La historia de lo que podr铆a ser el Howard Johnson de la ciudad de Tigre y la destrucci贸n de la magn铆fica quinta Cobo empez贸 de tragedia y est谩 empezando a tornarse una farsa. Resulta que el gui贸n incluye a un ex pol铆tico que se disfrazaba de pollo, a ex j贸venes radicales devenidos empresarios, a una serie de funcionarios distra铆dos hasta la afasia y a una olvidada ordenanza de la dictadura. En fin: la quinta, seg煤n un exabrupto sancionado en 1979, no puede demolerse y el que se atreva a hacerlo o a autorizarlo deber谩 marchar preso. El Tigre se olvid贸 de derogar esa ordenanza y termina resultando el 煤nico lugar de este raro pa铆s donde te pueden detener por demoler un edificio hist贸rico.

La quinta Cobo es esa magnificencia que est谩 justo enfrente de la nueva estaci贸n de trenes, al lado del r铆o y justo donde se dobla para entrar al circuito hist贸rico. Es un caser贸n italianizante de dos pisos, todav铆a pintado de 鈥渟eudocolonial鈥 en amarillo mostaza y blanco, volcado a la primera ochava de la primera cuadra de la avenida San Mart铆n, la de las muchas palmeras. Para los vecinos viejos es el Club Tigre, ya que por casi cincuenta a帽os alberg贸 a ese grupo. El edificio es una delicia pese a estar machucado y hasta mostrar sus viejos ladrillos en algunos muros que perdieron el revoque. Hasta conserva decenas de metros de su reja original.

En 1983, el Concejo Deliberante local protegi贸 el edificio como una de las joyas del Casco Hist贸rico de Tigre, que es de peculiar valor a nivel nacional. En 1989, sin embargo, un decreto del intendente anulaba la protecci贸n sin considerandos, ni explicaciones. El misterio se aclar贸 de inmediato: el caser贸n del club hab铆a sido rematado y los nuevos due帽os quer铆an lotear su inmenso terreno, una supercuadra de algo as铆 como 150 por 150 metros. As铆 fue que la quinta termin贸 ocupando su lote de esquina, amplio, pero ahora rodeado de otras casas, unos fe铆simos d煤plex de los de ladrillito a la vista, una cancha de f煤tbol y una suerte de chalet psic贸tico que aloja vestuarios, bar y otras yerbas. La municipalidad hasta abri贸 calles internas para la nueva urbanizaci贸n.

La cosa sigui贸 as铆 por estos casi veinte a帽os, con los vecinos cada vez m谩s preocupados porque el boom inmobiliario lleg贸 a su rinc贸n del mundo. En Tigre, todos hablan de las compras de tierras en el Delta y de las demoliciones sistem谩ticas de viejas casonas, reemplazadas ahora por torres alt铆simas. En junio se supo que Howard Johnson iba a abrir una sucursal en la ciudad. Esto requiere una aclaraci贸n: esa cadena norteamericana utiliza un sistema b谩sicamente similar al de los McDonald鈥檚, una suerte de franchising seguido de cerca donde se asocian con inversores locales para abrir hoteles.

En este caso, los inversores son los due帽os de la quinta, su jard铆n y la canchita de f煤tbol vecina, empresarios que alguna vez fueron j贸venes idealistas lanzados a renovar el radicalismo, luego prosperaron como agentes de turismo y ahora se dedican a los negocios urbi et orbi. Por parte de Howard Johnson reaparece en escena otro nombre de esos mismos tiempos alfonsinistas, el de Alberto Albamonte, famoso en los 鈥80 por desfilar por las calles disfrazado de pollo para protestar por los negocios con alimentos congelados de Mazzor铆n.

Ambas partes quieren demoler la quinta Cobo y construir un hotel que, prometen, ser谩 una copia en hormigones del viejo Tigre Hotel, incendiado hace a帽ares. El proyecto es tan masivo que necesita una excepci贸n al c贸digo para ocupar tanto del terreno y para irse tan para arriba. La idea es tan horrible que duele el intelecto al contemplarla.

Lo que extra帽a es que todos estos ex pol铆ticos, y los actuales que autorizaron sin m谩s la demolici贸n, no se hayan dado cuenta de que el tema patrimonial est谩 ahora completamente politizado, en el sentido de que ya forma parte de la agenda pol铆tica de una ciudad. Lo que termin贸 ocurriendo es que un grupo de j贸venes decidi贸 a fin de a帽o protestar la idea. En diciembre hab铆an tapiado el lote con una barda blanca colocada por atr谩s de la reja que sigue ah铆. La primera idea era hacer pintadas de protesta, lo que termin贸 evolucionando en un acto y abrazo simb贸lico. Los muchachos, muy j贸venes, organizaron todo en tres d铆as con un boca a boca y una cadena de mails como herramienta. Para su sorpresa, el 22 de diciembre aparecieron doscientas personas indignadas y otras seiscientas pararon sus coches o caminaron hasta el lugar para firmar un petitorio.

Dami谩n Zarattini, Aldana Garc铆a Morales, Demi谩n Cameli y Francisco Rinaldi 鈥搕odos estudiantes鈥 son cuatro de los organizadores originales que confiesan un deleitado asombro con que en medio de las fiestas y al arrancar el verano tuvieran semejante convocatoria. Con franqueza, explican que no aspiraban m谩s que a dejar un testimonio y ya hab铆an sentido la total quietud de la municipalidad local con respecto al tema.

En enero, las cosas fueron cambiando. Los j贸venes vecinos recibieron apoyo de grupos como Basta de Demoler y de varios vecinos porte帽os movilizados contra las torres, fueron asesorados por la diputada porte帽a Teresa de Anchorena, presidenta de la Comisi贸n de Patrimonio de nuestra Legislatura 鈥搗er aparte鈥 y por Facundo de Almeida, su asesor principal. Tambi茅n terminaron hablando con dos diputados bonaerenses que tomaron el tema con ganas, Liliana Piani y Horacio Piemonti. De la nada, el tema estaba en la agenda local y los diarios nacionales, hab铆a un proyecto en La Plata para proteger el edificio y toda una lista del patrimonio del Tigre ante la Comisi贸n Nacional de Monumentos y Sitios Hist贸ricos.

Lo m谩s curioso es que esta semana surgi贸 de los archivos de la Secretar铆a de Gobierno del Tigre la ordenanza 227 de 1979, una orden draconiana del entonces intendente P茅rez Ibarra que nunca fue derogada y condena a la ilegalidad no s贸lo la iniciativa de demoler la quinta Cobo sino a todas las demoliciones realizadas en los 煤ltimos tiempos. La ordenanza avisa que 鈥渢iene por objeto impedir que se destruya el patrimonio hist贸rico del partido para dar lugar a construcciones no acordes con el valor arquitect贸nico de la zona comprendida entre los r铆os Reconquista, Luj谩n y Tigre, as铆 como en el entorno de la estaci贸n del ferrocarril Mitre鈥. El primer art铆culo delimita una zona de preservaci贸n hist贸rica y explica que se proh铆be toda 鈥渕odificaci贸n edilicia鈥 en ella sin previa autorizaci贸n del Departamento Urbanismo de la Secretar铆a de Obras y Servicios P煤blicos, 鈥渜ue la otorgar谩 煤nicamente cuando se respeten las condiciones arquitect贸nicas tradicionales鈥. 驴Y saben qu茅 les pasa a los que infringen esta ordenanza? Ser谩n 鈥減enados con multas y arresto鈥.

En todo el pa铆s no existe una ley, ordenanza o reglamento que contemple siquiera la posibilidad remota de que una demolici贸n o reforma termine en prisi贸n para sus responsables. Albamonte, sus socios inversores y Howard Johnson deber铆an pens谩rsela un poco. Para peor, nadie parece encontrar en los archivos la ordenanza de 1989 que deroga la protecci贸n patrimonial de la quinta Cobo.

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