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Sábado, 2 de noviembre de 2002
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Socios en el museo

La SCA y la FADU trabajarán en conjunto de ahora en más en el Museo de Arquitectura. El acervo de la facultad será materia de exhibiciones en las salas de la Torre de Agua.

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Por Matías Gigli

El MARQ es el primer Museo de Arquitectura que se inauguró en nuestro país, y desde hace poco tiempo un nuevo convenio amplió su radio de acción. Esta vez, la Sociedad Central de Arquitectos y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo se pusieron de acuerdo en trabajar en conjunto y tomarán este mágico lugar. El acervo de obras y trabajos de investigación que la facultad posee será expuesto en el MARQ desde el año que viene. La idea es alargar los horizontes y llegar a un público más amplio del que normalmente concurre a eventos vinculados con arquitectura y la ciudad. El entender que la ciudad la hacemos todos es básico, y el MARQ es un polo que irradia energía hacia la ciudad.
Sobre Libertador a la altura de Callao, y en el verde que bordea las vías del tren, la torre que alguna vez fue tanque de agua para las locomotoras y hoy es museo aparece en el centro de las miradas. Es un volumen pequeño, austero y digno. El tiempo y el olvido la dotaron de una protección contra los fantasmas de una destrucción casi segura. Está implantada en un lugar único y tuvo el raro privilegio de subsistir sin uso y en estado de abandono durante años en una zona valiosa.

El fervor de los arquitectos
Nosotros, los arquitectos, por esas cuestiones de valorar la geometría y las formas simples, siempre hemos mirado esta torre con simpatía. Al igual que el Obelisco y la Torre de los Ingleses, la del agua fue blanco de las más diversas fantasías. Un día, Julio Keselman soñó en convertirla en museo (de arquitectura, claro), y logró transmitir el entusiasmo necesario para que dos entidades se pusieran de acuerdo en una cosa: valorar aquel pequeño edificio y darle una nueva vida.
Finalmente se hizo un convenio entre el Organismo Nacional de Bienes del Estado y la SCA que estableció un original acuerdo por el cual el se cedía en préstamo a la Sociedad la pequeña torre. Los arquitectos asumieron el compromiso de poner en valor el edificio y generar las trasformaciones necesarias para el funcionamiento del edificio en su nuevo uso. Se construyó un grupo sanitario y un núcleo de escaleras dispuesto como un volumen exento, y se adaptaron los entrepisos para salas de exposiciones.
El MARQ cuenta hoy con 300 metros cuadrados de espacio cubierto para exposiciones y un parque que permite actividades al aire libre de 1500 metros de superficie.

El ferrocarril y la arquitectura
La monumental obra construida por la red ferroviaria en nuestro país hace posible que pequeñas joyitas estén aún sin uso y en el olvido. La combinación entre una arquitectura netamente funcional y otra de estilo era comprensible y tolerable en esos días. Si se alza la vista, se ven las pilastras y cornisas en los primeros dos niveles, el gran coronamiento es el tanque de agua, sin ornamentos ni veladura alguna.
La torre está dotada de una impresionante estructura de columnas y vigas de perfiles metálicos ingleses que asombran a quien se olvida por un instante que fueron dimensionados para sostener el peso del agua acumulada en el tanque.
A un paso de Retiro, lugares extraños, viejas arquitecturas esperan aún ser rescatadas. Pensar sólo en Saldías, y en esa calle adoquinada que desde Salguero nos lleva a Retiro, no estoy hablando de pueblos perdidos en el llano bonaerense, ni de un alejado cordón obrero. ¿Cuánto tiempo deberá pasar para que esos lugares vuelvan a ser incorporados y vividos? Hermosos ejemplos de una arquitectura pensada desde un estudio de ingeniería.

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