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Sábado, 17 de mayo de 2008
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Nota de tapa

Desde Córdoba

El workshop e instalación Amor Líquido y una muestra de diseño industrial dieron la posibilidad de tomar el pulso de una de las ciudades más inquietas si de diseño se trata.

Por Luján Cambariere

Córdoba es una ciudad sitiada. Tomada de la mejor manera, por los estudiantes que llegan de pueblos cercanos y otras ciudades (se estima que su composición demográfica está configurada por un 11% de estudiantes del tercer nivel) imprimiéndole su ritmo y carácter. Rejuveneciéndola, alegrándola, volviéndola noctámbula.

La última semana pudimos visitarla. El inquieto Centro Cultural España Córdoba, institución que abrió sus puertas en el ‘98, fruto de un acuerdo internacional entre la Agencia Española de Cooperación Internacional y la municipalidad, invitó a Satori a replicar su work-shop de diseño experimental Amor Líquido, Sobre la fragilidad de los vínculos o el amor descartable. Referente en nuevas tendencias estéticas, el CCEC, dio fe de su constante sinergia con otras instituciones asociándose en este caso a Avina Córdoba y la Universidad Católica para hacer posible la experiencia. Una semana de reflexión, debate y exploración con desechos industriales cedidos una vez más por la empresa Natura, que devino en una instalación inaugurada el sábado pasado.

En simultáneo, el Museo Caraffa exponía una muestra de diseño industrial. Algo de lo mejor de la producción local, que no es poca cosa, teniendo en cuenta el gran semillero que representa esta ciudad de reconocida trayectoria académica en toda Latinoamérica. Una semana para palpar el pulso del diseño del centro del país.

SOY CORDOOOBE

Diseño Industrial de Córdoba, así, concreta y al pie se presentaba la exhibición del Caraffa que intentaba reunir algunos exponentes de la producción local en el marco de la exposición Modelos de Ulm-modelos post Ulm de la Escuela Superior de Diseño de Ulm, Alemania. ¿El objetivo de la muestra? Posibilitar una reflexión sobre el contexto de desarrollo y formación del diseño industrial en la ciudad. “La muestra intenta dar visibilidad al complejo proceso de elaboración que desarrolla un diseñador industrial, desde la detección de un problema y la generación de una idea, hasta la resolución técnica que permita su fabricación y distribución masiva. Para ello el museo realizó la curación de una serie de productos pensados por diseñadores cordobeses. Jóvenes autores, seleccionados como representantes de una generación que está produciendo cambios en la forma de pensar el diseño en la industria local. Una perspectiva que implique además una posible lectura de las condiciones de vida de nuestra sociedad actual”, señalan desde el Caraffa.

Ocho representantes, aunque podrían haber sido más, que trabajan con materialidades, factibilidades técnicas y productivas propias del lugar. Piezas por otra parte multipremiadas, muchas de ellas que trascienden fronteras. Así, en una espaciosa sala del primer piso de un edificio ampliado recientemente, daban el presente diferentes tipos de asientos. Algunos de autoría colectiva como el del quinteto formado por Mariana Abraham, Carlos Bianchi, Mauricio Carpinetti, Juan Galetto y Cristian Mohamed: la silla Evva. Un asiento de madera de pino multilaminado compuesto por tres arcos (patas), igual a un plano de asiento y un respaldo que cierra la estructura, que busca resignificar la silla Thonet conservando economía de las partes componentes, desarmabilidad y plasticidad. Pieza diseñada en Córdoba y premiada a nivel nacional e internacional, que propone una ligereza visual como material, donde se agiliza la utilización racional de la materia prima –madera– y la optimización del embalaje.

De la dupla Mohamed-Torriano, el banco mecedor Gula, una monopieza en multilaminado en terciado de guatambú y enchapado. Mientras que de autoría individual de Mohamed, el banco Bois, monopieza generada por la fusión de varios tipos de madera –pino, álamo, timbó– de media a 2 pulgadas que surge del reuso de pequeños pedazos descartados por madereras y aserraderos. De Torriano, la Per-Q, una banqueta plegable para músicos, específicamente percusionistas, en madera de palo lanza o blanco que integra base, pata y asiento de forma articulada y logra su armado final por enroscado de la pata trasera. Y de Carpinetti, el banco Roni, que surge de la investigación del plegado de láminas metálicas, con el que rompiendo paradigmas (sobre los límites que aparentemente impone la tecnología de la chapa) fue galardonado con el Primer Premio Concurso de Diseño de Muebles Movelpar 2007. Por último, Agustín Barrionuevo y Manuel Bazán desembarcaron con el sillón Rutina, la silla Barca y el sofá Red.

Altamente reconocidos por la línea de luminarias que exportan al mundo entero, los Ego Design –Roberto Acosta Gómez, Eduardo Bartolomeo y Alejandro Postigo–, a quienes conocimos en el 2004 cuando trabajaban en un garage, presentaron algunos de sus diseños más emblemáticos. Las lámparas de pie Trípode, los Platos y las recientes arañas Cleo, en Difolam, material de su autoría. Por último, Martín Fontana expuso sus copas para cóctel Marteen de acero inoxidable y vidrio. Marco Vanella, Triple, sistema de camas apiladas de tipología cucheta, que fue premio Masisa. Y Ernesto Frías y Nicolás Alem, su Proyecto Nexo, un vehículo urbano multipropósito, pensado para ser desarrollado con tecnología y recursos humanos disponibles en la ciudad, mención Concurso Innovar por su reducido costo energético y dimensiones.

Tienen la palabra

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