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Sábado, 25 de octubre de 2008
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José Nun

Museos, restauraciones y libros

El secretario de Cultura, José Nun, explicó el plan de restauración de edificios históricos para el Bicentenario. La Casa se inaugura a fin de año y el Museo del Grabado al fin tendrá casa propia en diciembre.

Por Sergio Kiernan
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Por si queda alguien que no se haya dado cuenta, el año que viene vamos a estar obsesionados con el Bicentenario. Es una idea algo inquietante, porque a los argentinos nos pesa como un tatuaje la gloria del Centenario y el Bi invita a comparaciones incómodas. Por ejemplo, en el calibre del festejo, que hace un siglo creó un grato desparramo de palacios, monumentos e inauguraciones y hoy será mucho más modesto. José Nun, secretario de Cultura de la Nación, piensa su parte del Bicentenario con cierta practicidad, lo que incluye rescatar, reparar y rescatar parte del patrimonio del país. Incluyendo piezas que ya fueron centrales en la primera fiesta de siglo.

Nun va a cumplir cinco años en un cargo que suele hacer de Cenicienta ministerial, y lo hace de buen ánimo. En parte es porque puede mostrar un drástico aumento de la inversión en cultura y en parte por su teoría de “lo observable y lo inobservable”. Lo primero, claro, consta del stock de objetos concretos del patrimonio cultural y en particular las piezas por naturaleza únicas, por ejemplo, el manuscrito, frente al libro editado. Lo segundo es la “construcción de ciudadanos” que también es tarea de la cultura, pero es algo acumulativo y menos evidente.

En lo observable entran varios edificios de altísimo valor patrimonial que, explica Nun, “venían descuidados de hace veinte o treinta años”. La lista incluye la casa natal de Sarmiento, el palacio San José de Urquiza y el Museo Histórico Nacional en Parque Lezama, para citar los más añejos. La Secretaría de Cultura pasó meses trabajando con la de Obras Públicas para cerrar un convenio de restauración y puesta en valor, con algunas obras de ampliación “para mudar oficinas y talleres, y hacer más lugar para la exhibición de objetos”. Son 50 millones de pesos en total, un dinero que rara vez se ve para estos fines. Cultura tiene otros treinta millones de su propio presupuesto para otras obras propias.

Y luego están las naciones amigas, las mismas que en 1910 poblaron la ciudad de monumentos. Los españoles se prendieron al festejo con una obra muy simbólica, la restauración del Teatro Cervantes. Sucede que, originalmente, María Guerrero construyó el teatro con objetos y especialidades de diez comunidades españolas. Maderas, telas, mayólicas, herrerías y yeserías tienen orígenes localistas y estilos extremadamente típicos de su rincón en España. El embajador Rafael Estrella y el ministro de Cultura de España, Antonio Molina, se entusiasmaron con hacer lo mismo un siglo después, y el Cervantes será restaurado en tiempo y forma con la participación de las mismas diez regiones españolas. Esta semana que empieza llega la comisión de especialistas para ver el lugar y arrancar los planes, que hasta sobrevivieron la crisis económica internacional.

Los españoles también participan de la sede oficial del festejo, la Casa del Bicentenario en Riobamba y Marcelo T. de Alvear que dirige Liliana Piñeiro y será inaugurada a fin de año. Las actividades empiezan recién en marzo de 2009, cuando se instalen los equipos donados por España para completar la obra, con una muestra interactiva y multimedia con guión de Fernando Devoto.

Hablando de edificios, Nun le anunció a m2 que el Museo Nacional del Grabado ya tiene en vista sede propia. El museo malvive en un antiguo caserón del centro que es propiedad de la agencia oficial Télam y que hay que devolver. El destino futuro de la casa histórica –es del siglo XVIII y, pese a las reformas, una pieza de primera agua– será algo a vigilar, pero el museo del Grabado llegará a fin de año en la galería de la Biblioteca Nacional, la que está en la plaza frente al bar. Esto permitirá al fin ver la colección de un museo prácticamente secreto.

Y otro anuncio es que avanza el tema de la sede del futuro Museo Nacional de Arte Contemporáneo que dirige en forma virtual Andrés Duprat. Junto a Costa Salguero hay tres grandes galpones propiedad del Estado. Dos se usan como depósitos de alimentos y enseres para la ayuda social, el tercero será la sede de una colección que realmente le falta al país.

Todos estos dineros y proyectos surgen del deliberado entusiasmo de Nun por conseguir más fondos. El secretario explica que la Argentina invierte en cultura el 0,17 por ciento del Presupuesto nacional, muy por abajo del 1 por ciento que recomienda la Unesco como mínimo y muy por abajo del medio punto que usan Brasil o Uruguay. En estos años, Nun logró que este país gaste 0,30 por ciento de su presupuesto y que se instale la idea de que el uno sería lo correcto. Chaco y Entre Ríos, por ejemplo, ya lo legislaron para este mismo año.

Esta utopía posible se asienta en cosas como el censo que descubrió que más de 250 mil argentinos se ganan la vida directamente empleados en industrias culturales. O en explicar que “la cultura y su presupuesto siempre eran lo más recortable ante cualquier problema de presupuesto. Es como que ante los problemas, se cortaba lo ornamental, lo superfluo. Pero la cultura es una manera de organizar el caos, una herramienta de construcción ciudadana y de inclusión social”.

Estas cosas parecen difíciles de entender. “En los ‘80 se puso de moda el gran show, tan grato al funcionario, pero que no deja marca alguna. No hay que desdeñar lo que no da satisfacción inmediata, hay que aprender a construir.” Nun cita una idea sencilla y llamativa que se empezó a aplicar hace unos años: que cada vivienda social venga con una pequeña biblioteca especialmente planeada. La colección incluye desde un manual de primeros auxilios hasta algunas novelas, una enciclopedia escolar de un tomo y un manual legal que se transformó en un best seller de la secretaría. La idea resultó tan bien que el presidente de México anunció con un discurso que la va a aplicar y Raúl Castro le avisó a Nun: “Te la robo”. Veintidós países iberoamericanos están debatiendo cómo extenderla a todo el continente.

¿Cuándo se nota el efecto de una medida así? Nunca o enseguida, depende de cómo se mire. De este tipo de misterios nacen los lectores.

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