Como si fuera una de piratas, llevaban una bandera negra. Uniformes de cambio de siglo, con tricornios del siglo XVIII mezclados con sennets ya del XIX y hasta un bicornio. Para completar, una gaita y un tambor, como para no perder el paso. Este mi茅rcoles por la noche, en el fr铆o de la calle Venezuela y frente a la fachada ya 煤nica de la casa del virrey Liniers, el grupo Basta de Demoler hizo un acto para que esta pieza colonial sea comprada por la ciudad.
La historia de la casa es larga y movida. Fue construida en el siglo XIX por los Sarratea, familia prominente de la colonia y famosa de la independencia. La casona fue brevemente hogar de Santiago de Liniers, un Sarratea por casamiento, y ah铆 capitularon los ingleses y firmaron su rendici贸n formal. La casa pas贸 durante el siglo XIX a los Estrada, que se fueron emparentando con los Sarratea y tomaron una decisi贸n literalmente hist贸rica: preservar la estructura colonial, dejarla intacta.
Como Buenos Aires fue totalmente demolida y reconstruida, proceso que los tilingos llaman 鈥渃iudad viva鈥, esta casona de los Estrada en Venezuela al 400 es hoy la 煤nica que queda en la ciudad. Hubo, en un entonces, cientos de edificios coloniales, pero cayeron bajo la piqueta o fueron completamente remodelados. Con suerte, en San Telmo queda alguno que otro con frente italianizado en el per铆odo federal, que se muestran coloniales s贸lo en sus interiores.
Pero esta casa sigue mostrando su estilo original, con su desmesurada altura, su muro seco sin el menor ornamento, su techazo pesado de agua roma, sus rejas de secci贸n cuadrada, hechas a martillazos, y su formidable puerta de tableros peque帽os y curvados, 煤nico lujito del conjunto. El frente hasta mantiene esa curiosidad hisp谩nica de las dos pilastras enmarcando la entrada, cortadas a unos dos metros de altura. Los interiores est谩n igualmente preservados y los Estrada cuentan que tienen varias piezas de mobiliario de 茅poca, planos, dibujos y fotos de varios momentos del caser贸n familiar.
La casa del virrey forma un conjunto con otras dos propiedades de la familia, que se comunican por los fondos y asoman sobre Bol铆var. Una es la editorial Estrada, cuya notable sede es un ejemplo de arquitectura comercial de principios del siglo XX notablemente conservada. Y la otra es un lote vac铆o, que hoy funciona como un peque帽o estacionamiento.
El tema que moviliz贸 a los preservacionistas es que las tres propiedades est谩n en venta y que los Estrada quieren que tengan un destino museol贸gico, cultural, que contin煤e el trabajo que hizo la familia por m谩s de un siglo. De inmediato surgi贸 una idea: que el Instituto Hist贸rico de la ciudad se instale all铆 y que la casa colonial se abra al p煤blico, como museo colonial, de las Invasiones Inglesas o 鈥渄e sitio鈥, el r贸tulo t茅cnico para ese tipo maravilloso de museo, tan escaso entre nosotros, que simplemente reconstruye una casa para mostrar c贸mo se viv铆a en alguna 茅poca determinada.
Curiosamente, Liniers ya le dio nombre a una instalaci贸n de ese tipo en Altagracia, C贸rdoba. Resulta que el ex virrey y conde de Buenos Aires termin贸 sus d铆as malamente en esa provincia, con la reducci贸n jesu铆tica como refugio. El espectacular conjunto jesu铆tico, todav铆a el centro del pueblo, tiene hacia la derecha de la fachada, sobre el tajamar, una casa muy simple, cuadrada y de dos pisos, que hoy es el museo pero es un谩nimemente conocida como la Casa de Liniers. Adentro se preserva una sala maravillosa, que fue 鈥渓iving鈥 jesu铆tico, colonial, federal y victoriano. El ambiente muestra una maravillosa mezcla aluvional de proporciones, cuadros y alguno que otro mueble hisp谩nico y altoperuano, con sillonazos a la inglesa del 1800, ara帽as y cortinados victorianos y un verdadero bric a brac de objetos de uso dom茅sticos cotidianos a lo largo de dos siglos.
La idea de comprar sede empresaria, lote y casa de Liniers porte帽a no despierta mayores resistencias en s铆, pero el problema es el dinero. En el Ejecutivo decidieron declararse en crisis y 茅sta no es la 煤nica idea que se encontr贸 con una pared presupuestaria. Por suerte, el Instituto no es tan pobre como se pensar铆a por su escasa estructura: tiene tres terrenos bien ubicados, uno enfrente de la Plaza del Congreso. En el Ministerio de Cultura, en la Secretar铆a de Patrimonio Cultural y en el Instituto aceptaron con entusiasmo la idea de venderlos para comprar el conjunto en San Telmo, y la Legislatura est谩 a punto de votar una declaraci贸n impulsando la idea.
Por eso es que el mi茅rcoles a la noche estaban junto a los gaiteros dos diputadas, la presidenta de la Comisi贸n de Patrimonio, Teresa de Anchorena, y la presidente de la de Cultura, In茅s Urdapilleta, que hablaron defendiendo la preservaci贸n de la casa y su compra. Tambi茅n estuvieron dos Estradas, Tom谩s y Angel, que contaron que su familia vivi贸 all铆 hasta hace no tantos a帽os, que preservan muebles, objetos y hasta piezas que hubo que cambiar, como tejas. Los Estrada anunciaron que, si se demora la compra, abrir谩n la casa en la medida de sus posibilidades para exhibiciones especiales por el Bicentenario.
M谩s informaci贸n sobre este y otros casos patrimoniales en www.bastadedemoler.org
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