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Sábado, 27 de febrero de 2010
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Un caso en la calle Per煤

Demolieron, los denunciaron y clausuraron, volvieron a demoler. Ahora hasta puede haber una causa penal. Los vecinos volvieron a salvar una situaci贸n que tiene una fuerte l贸gica econ贸mica para la piqueta.

Por Sergio Kiernan
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La Ciudad de Buenos Aires parece tener sectores que volvieron al estado natural, ese en que la vida es corta, brutal y violenta. Esto pasa cuando se ignora por completo la ley, cuando ciertas personas se ponen, m谩s que por encima, por afuera del sistema y simplemente le dan para adelante con sus deseos. Es lo que acaba de pasar con una f谩brica en Per煤 1646, pleno APH 1, donde unos vivos comenzaron una demolici贸n de prepo. Fueron denunciados por los vecinos, con intervenci贸n de la Defensor铆a del Pueblo. Fueron clausurados por Desarrollo Urbano con una velocidad llamativa. Y despu茅s volvieron a empezar la demolici贸n. Terminaron con la Federal y un fiscal clausurando el lugar por segunda vez y una causa abierta en la Procuraci贸n porte帽a a ver si no enfrentan una denuncia penal. Seguir la l贸gica burocr谩tica y econ贸mica de este caso permite entender por qu茅 es tan conveniente pasarse las leyes por las partes.

Lo primero que hay que entender es que el terreno es grande, lo que susurra a sus due帽os 鈥渢orres, torreeees...鈥 hasta desvelarlos. Cualquier pajar贸n entiende que a mayor terreno, mayor altura y mayor edificio, pero a esos mismos pajarones les cuesta entender que tambi茅n importa el marco legal del terreno en cuesti贸n. 驴Por qu茅 van a perder plata? 驴Por un p谩rrafo en una ley?

Pero esa cuadra de Per煤 todav铆a est谩 en el Area de Protecci贸n Hist贸rica 1, el distrito hist贸rico de la Ciudad, con lo que no se puede demoler y listo. El lugar tiene un r茅gimen legal particular, usos prohibidos y varias m谩s de esas cosas llamadas l铆mites que tanto odian los especuladores. Para peor, la zona se est谩 llenando de torres fomentadas por el gobierno porte帽o, que sigue pensando que a mayor densidad, todo va mejor y que se da帽e el patrimonio.

La cosa es que a fines de enero, los vecinos vieron que iba desapareciendo el techo y corrieron ligeritos a la Defensor铆a del Pueblo porte帽o. El 27 estaban hablando con el defensor adjunto Gerardo G贸mez Coronado, que tiene el mandato de cuidar la calidad de vida de los barrios y es un defensor del patrimonio edificado. G贸mez Coronado le mand贸 de inmediato un fax a la Direcci贸n General de Fiscalizaci贸n y Control de Obras del ministerio de Desarrollo Urbano y envi贸 al lugar a un miembro de su equipo t茅cnico, que constat贸 que los vecinos no exageraban.

Para asombro general, la Dgfyco actu贸 con rapidez y el 29 estaban clausurando la obra. Los vecinos se reunieron para felicitarlos y los funcionarios les explicaron que basta marcar el 147 en cualquier tel茅fono para poder hacer denuncias sobre este tipo de desmanes. Todos se quedaron felices, pero poco dur贸: en los primeros d铆as de febrero ya estaban de vuelta destruyendo los interiores de la f谩brica.

Los vecinos se volvieron a comunicar con G贸mez Coronado y el defensor adjunto volvi贸 a llamar a la Dgfyco. A la vez, abri贸 una actuaci贸n, la 736/10, para enterarse por escrito y formalmente de qu茅 estaba pasando. Desde la Ciudad se aparecieron con inspectores, con un fiscal y con polic铆as federales, y determinaron la clausura 鈥渄efinitiva鈥 de la obra. El 10 de febrero, Desarrollo Urbano le elev贸 el caso a la Procuraci贸n porte帽a, para ver si correspond铆a hacer la denuncia penal por poner en riesgo vidas humanas en una obra sin controles ni permisos. Ese mismo d铆a, en la p谩gina web del ministerio apareci贸 un comunicado contando estas medidas, como para ir avisando que estos il铆citos se pagan.

Lo cual no es, estrictamente hablando, lo t铆pico. La falta de control de la industria de la construcci贸n es tal que el caso de la calle Per煤 es excepcional. Seg煤n parece, todas las demoliciones clandestinas que se detienen y sancionan son denunciadas por vecinos cada vez m谩s movilizados por el patrimonio. Si los vecinos no levantan el tel茅fono y hacen ruido, la Ciudad no tiene ojos ni o铆dos, ni mecanismos para sancionar a los que demuelen y luego se aparecen lo m谩s campantes a pedir permisos de construcci贸n y obra nueva.

Donde no hay vecinos, es muy f谩cil ignorar a la Ciudad y a la ley. Como bien saben los lectores de m2, en Buenos Aires no se puede demoler nada anterior a 1941 sin un tr谩mite especial. Este logro, pensado y capitaneado por la ex diputada Teresa de Anchorena y llevado a la sesi贸n para ser votado por el PRO, nada menos, molest贸 much铆simo a los v谩ndalos y a entidades que se portan como corporaciones 鈥揳unque declaman el Modulor de memoria鈥, como el CPAU.

Pero pronto aprendieron a relajarse. Resulta que el nuevo tr谩mite empieza y termina en el Consejo Asesor en Asuntos Patrimoniales, una entidad ad honorem que tiene que decidir si algo es patrimonio para girarlo a la Legislatura, o si no lo es, con lo que la demolici贸n se autoriza. Los v谩ndalos y especuladores ya le tomaron el tiempo al CAAP, que result贸 miope e ideologizado: les cuesta ver el patrimonio y sienten en los huesos que todo lo nuevo es mejor.

Resulta que el CAAP no es ning煤n escollo a la piqueta, excepto que se trate de edificios notables, bellos, indisimulablemente valiosos. Al principio prometieron cuidar los conjuntos y hasta dijeron entender que el patrimonio porte帽o se compone de muchas casas que, individualmente, no tienen gran valor, pero que forman una identidad construida. Faltaron a su palabra y por toda la ciudad se ven cuadras bajas, bien preservadas, a las que les demolieron una casa para hacer una torre. Y una vez roto el conjunto, el CAAP autorizar谩 demoler el resto...

Lo que parece nunca fallar es baquetear lo m谩s posible el predio a demoler, con lo que se entiende la pasi贸n por el hecho consumado de bandidos como los de Per煤 al 1600. Evidentemente, lo que quer铆an hacer era pedir permiso para terminar de arrasar una tapera ro帽osa que ellos mismos crearon. Y seguramente lo iban a lograr, porque el CAAP no piensa en castigar estos abusos, no piensa en t茅rminos de pol铆ticas p煤blicas y no piensa en el mandato que recibi贸 por un inmenso esfuerzo de legisladores y vecinos.

Apenas piensan en cada pieza individual. Y por eso les meten el dedo en la boca.

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