Esta semana, el Departamento de Estado de EE.UU. anunci贸 el ganador de un concurso muy esperado, el de la nueva embajada en Londres. El ganador fue la firma Kieran Timberlake, de Filadelfia, y su proyecto caus贸 una depresi贸n generalizada entre los cr铆ticos. Por ejemplo, Nicolai Ouroussoff, del New York Times 鈥搖n hombre de estupendo buen gusto al que realmente le gusta la arquitectura moderna鈥 lo defini贸 como 鈥渦n blando cubo de vidrio envuelto en un tejido demasiado elaborado鈥. Ouroussoff avisa que comparado a otras embajadas recientes, 茅sta hasta resulta elegante, pero avisa que tiene 鈥渢odo el encanto de un edificio corporativo.鈥
Londres, sin embargo, tiene para aliviarse. La actual embajada est谩 en una de las mejores y m谩s tradicionales zonas de la capital, Grosvenor Square, y es un verdadero atentado a la est茅tica. El dise帽o de Eero Saarinen toma un lado completo de la plaza, en medio de un mar de residencias georgianas de ladrillo al que parece haber patoteado hasta intimidarlos. Hasta los que pueden abstraerse del entorno y ver nada m谩s que el edificio, cosa f谩cil para los arquitectos dado el modo en que los educan, no tienen mucho que decir. Este Saarinen se cae de anticuado y para peor tiene encima una pesada 谩guila dorada.
Los londinenses no est谩n felices porque se reemplace el Saarinen por el Timberlake sino porque la embajada se muda: el nuevo edificio se alzar谩 sobre dos manzanas de la vieja zona industrial, entre la estaci贸n del subte de Vauxhall y la usina cerrada de Battersea. Al parecer un an贸nimo bloque de oficinas se sentir谩 muy c贸modo entre sus vecinos, que son an贸nimos bloques de oficinas.
Lo interesante del proyecto no es la est茅tica sino el dif铆cil equilibrio que tuvo que lograrse entre seguridad y apertura. Una embajada tiene que ser un lugar que invite, cosa que descubrieron los norteamericanos durante la guerra fr铆a. Pero despu茅s de las Torres Gemelas, la seguridad es obsesiva. Kieran Timberlake resolvieron el problema con un parque abierto que es una colecci贸n de medidas de seguridad f铆sicas, empezando por su elevaci贸n sobre la calzada. Entrar a la embajada parecer谩 visualmente muy f谩cil, pero ser谩 una entrada estrictamente controlada por el personal de seguridad. Los eventos al aire libre estar谩n tan por encima de la calle, que ser谩n invisibles.
Y de todos modos este edificio olvidable es mucho mejor que el galp贸n que nos encaj贸 el Departamento de Estado aqu铆 en Buenos Aires. Y que el horror New Britain de la misma embajada brit谩nica en la calle Agote.
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