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Sábado, 4 de febrero de 2012
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Manos brasileñas

Design + artesanato: o caminho brasileiro es el nuevo libro de Adélia Borges y un manifiesto inteligente por un futuro hecho a mano y con corazón.

Por Luján Cambariere
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Nuestro primer encuentro, ya hace muchísimos años, en el Museo de la Casa Brasileira en San Pablo, que entonces dirigía, fue absolutamente inspirador. No sólo porque hacía tiempo que ella investigaba algo que nos interesaba, acá pocos intuían y mucho menos validaban como camino, sino por el modo. Entusiasta, generoso, sereno, y por sobre todo siempre al alcance. Un abordaje que, algo nada menor, ella iniciara desde el periodismo cuando introdujo el diseño para el público en general desde el diario Gazeta Mercantil y luego como directora de la revista Design e Interiores, de 1987 a 1994. Desde esa profesión abrazó todas las demás: curadora, profesora, escritora, conferencista.

Los años que siguieron no sólo confirmaron con creces esa primera impresión, sino que se ocuparon de seguir compartiendo estos escenarios a través de charlas, simposios, muestras, bienales, que ella misma organizaba en los más ricos y diversos contextos. Hasta que el año pasado, y después de mucho trabajo, se dio el lujo de inaugurar el Pabellón de las Culturas Brasileras, un nuevo e imponente museo en el bello y emblemático Parque Ibirapuera de la ciudad de San Pablo.

Por eso, tener entre manos Design + artesanato: o caminho brasileiro de la Editora Terceiro Nome, que acaba de lanzar en la casa de otra querida amiga (Renata Mellao), es muy especial. Al igual que sus palabras, de nuevo tan simples, llanas y contundentes, porque si algo podemos afirmar, es que están escritas desde la experiencia. De “comer polvo”, como aclara desde algunas líneas.

En la introducción cuenta que empezó esta trayectoria como “observadora participante”. Su mirada “desde afuera” limitó los prejuicios que había entonces en la disciplina con ciertos temas como el que aborda en este ejemplar –el binomio diseño y artesanía–, pero su compromiso la hizo involucrarse y después de un tiempo de desandar los caminos de estos prometedores escenarios, contarlo. Desde 1993, visita comunidades y viene acompañando el movimiento de cerca, convirtiéndose en ardiente defensora y propagadora de estos temas con sus fortalezas y sus debilidades.

“Viniendo de una militancia política de izquierda, desde el inicio me pareció extraña la división entre diseño y artesanía, porque según mi parecer, ella significaba desperdiciar una gran oportunidad para que ambas actividades pudieran tener una mayor inserción en nuestra vida cotidiana y así contribuir de forma más efectiva al desarrollo de Brasil. Fue así que salí de la posición exclusiva de observación a la de participación. Todas las entrevistas, charlas, textos y exposiciones se mezclaron en mi cabeza para escribir este libro. Sin la pretensión del rigor académico puede ser visto como una mezcla de crónica y ensayo. Resolví usar la primera persona no por una cuestión de ego o de pretender un protagonismo, sino para ser sincera, porque las cosas que aquí son objeto de observaciones son las que fui acumulando con el correr del tiempo. El objetivo general de esta publicación es hacer un relato sobre los caminos que han sido recorridos por diseñadores y artesanos en la gestación de un objeto con clara identidad del lugar donde fueron hechos y con alta calidad de producción, y al mismo tiempo presentar una reflexión de los alcances, potencialidades y riesgos de esta aproximación. Además, el divulgar la revitalización del objeto artesanal, que viene ocurriendo en Brasil, pretende contribuir para su continuidad y perfeccionamiento en sus productores.”

“Y en una visión más amplia, ayudar a la diseminación en América latina de iniciativas de revitalización del objeto artesanal. Tenemos pobreza, sí, tenemos carencias, muchas. Pero también tenemos un potencial que está en nuestros materiales y en nuestra capacidad de transformarlos, un capital individual y colectivo que puede ser transformado en capital social”, remata Borges.

Buenos puntos

A tener en cuenta cuando se habla de estos nuevos escenarios. Esto es lo que desgrana en los primeros capítulos. Empezando por aclarar “de qué hablamos cuando hablamos de artesanía. Una actividad de objetos que son hechos en general de forma colectiva y que son o pueden ser producidos en serie. A través de técnicas inventadas o aprendidas de generación en generación, no en las escuelas. Bien distinto de lo que se entiende por craft en otros países que son técnicas aprendidas en cursos universitarios más cercanas al arte que al diseño”, señala. Una realidad muy próxima a la nuestra. A la India y a la africana, suma ella.

Continuando con lo que ella denomina “La historia de un aislamiento” en referencia al antagonismo, de nuevo sobre todo en nuestros países, entre diseño y artesanía. “Al contrario de los países en que el diseño se desarrolla a partir de una tradición artesanal (Italia, Japón o los países escandinavos, por ejemplo), en Brasil esas dos actividades vivieron siempre en mundos separados, y hasta opuestos. En el comienzo el deseo fue abolir el objeto hecho a mano en pos del industrial, por considerarlo parte de un pasado de atraso, subdesarrollo y de pobreza. Esto, sumado a la ‘estética lenguaje internacional’, estilo y camisa de fuerza que adoptaron las primeras escuelas de design en adhesión al lenguaje funcionalista, terminó de separarlos. Parafraseando al profesor de la Esdi e intelectual carioca, Zuenir Ventura: ‘Somos nietos de la Bauhaus e hijos de Ulm’.”

Enseguida, un capítulo especialísimo para la pionera Lina Bo Bardi, italiana radicada en Brasil, precursora en validar estas cuestiones con gestiones concretas como muestras en el Museo de Arte Moderno de Bahía que transformó en el de Arte Popular. Y aún más bellas declaraciones como cuando afirmó que esperaba “Un mundo de consumo con resonancia en nuestro corazón”. Y, otro grande en estas cuestiones, el artista plástico y diseñador pernambucano Aloisio Magalhaes, quien trabajó desde el Estado a través de políticas públicas en pos de la cultura material de su país.

Inicio de la aproximación

A mediados de la década de 1980 comienza un movimiento de diseñadores en pos de revitalizar la artesanía. Renato Imbroisi, Heloisa Crocco, José Alberto Nemer, Janete Costa, nombres tan citados también en nuestras páginas.

Programas del estado como el Sebrae implantado en 1998 estructurado en áreas a imitar: información (elaboración de bancos de datos de artesanos, diagnóstico de segmentos de artesanato más fuertes por regiones), formación y mercado (con el objetivo de aumentar las condiciones de ventas internas y externas y del fortalecimiento del negocio). Y el querido Artesanato Solidario liderado por la antropóloga Ruth Cardoso, en un período en que su marido, Fernando Henrique Cardoso fuera presidente.

¿Frutos de esta unión? Muchos. No nos explayaremos sobre ellos porque de nuevo son motivo frecuente de este suplemento. Aunque sí, en sus comentarios.

Es necesario “comer polvo” para ahondar en estas experiencias. Tomar contacto directo con la realidad del artesano, sus técnicas, modo de vida, materiales. Acciones que incluyen equipos interdisciplinarios donde son tan importantes los diseñadores como los antropólogos y expertos en finanzas.

Borges también detalla los abordajes más recorridos en este tipo de escenarios: “Mejoras de condiciones técnicas, aprovechamiento por parte del potenciamiento de materiales locales –tesoros materiales de Brasil como el capim dorado, caucho del Amazonas, algodón colorido naturalmente de Paraíba, fibra de banana, cuero de pescados, ouricuri, buriti, piaçava, taboa, milho, licuri, coco, entre otras plantas de uso frecuente– y por último, el anclaje de referencias formales de la cultura local y el desarrollo de marcas y embalajes de los productos”.

Borges también se ocupa de señalar otros caminos posibles, como el de artesanos como proveedores de diseñadores. Caso emblemático el del sillón Multidao, de los hermanos Campana, de estructura de metal con asiento de cúmulo de muñecas de paño nordestinas.

Y también deja un espacio para las “relaciones delicadas”, donde fundamentalmente señala con la superioridad que algunos diseñadores han querido abordar a sus pares, los artesanos. “Es fácil viajar a lugares exóticos, hacer una colección llamativa cargada de su imaginario, técnicas y materiales, sacarse un foto y luego mostrarla en congresos como proyectos de responsabilidad social. Lo difícil es lograr que el trabajo tenga significado y relevancia para la comunidad y darle continuidad.”

Ahí aprovecha para advertir el peligro de los estereotipos. Y avanza con una batería de cuestiones a analizar: rescatar, preservar, petrificar, transformar.

Conocer para reconocer, es la clave. Presupuesto básico de aproximación. Y acá vuelve a citar a otra gran promotora de estas cuestiones, Janete Costa: “Es preciso interferir sin herir”. Avanzan los capítulos y es el tiempo de hablar de autorías, otros tipos de vínculos, el papel de los gestores, la distribución y comercialización de las piezas, el talón de Aquiles de estos emprendimientos, las certificaciones. Un tema del que ella en lo personal es experta, la promoción. Y hasta le dedica un espacio especial a la Academia, la posición que adoptan hoy las universidades, donde de a poco se va cambiando la mirada, y a las políticas públicas (que de nuevo en Brasil son bien distintas de las nuestras, inexistentes o poco serias).

¿El artesanato tiene futuro? Se pregunta y casi que traslada la pregunta al final. “A pesar de las visiones agoreras que sostenían que la industrialización y la globalización irían a matarlo, en algunos casos no hicieron más que realzarlo.” Gracias al doble juego que tienen estos espacios de atender a la función y la dimensión simbólica.

“Los objetos de la artesanía pertenecen a un mundo anterior a la separación entre lo útil y lo bello”, decía Octavio Paz, encolumnado él también como sabemos en la revitalización de estos saberes.

“En un mundo virtual ofrecen una experiencia real, en vez de uniformidad, son únicos. Tienen la belleza de la imperfección, envejecen con dignidad, son honestos, confiables, hablan de un tiempo y un lugar, por eso tocan nuestra alma. Cabeza y manos, corazón y alma”, detalla Borges. Y vuelve a Paz: “Hecho con las manos, el objeto artesanal conserva, real o metafóricamente, las impresiones digitales de quien lo hizo. Esas impresiones son la firma del artista, no un nombre ni una marca. Son antes una señal: la cicatriz casi apagada que conmemora la fraternidad original de los hombres”.

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