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Sábado, 15 de diciembre de 2012
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Batallas y tristezas

Las audiencias públicas de esta semana en la Legislatura mostraron aparatos nacientes, algunos que se quisieron lucir y muchas consignas, insultos y prepeadas.

Por Sergio Kiernan
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Esta semana la Legislatura fue el escenario de disputas lamentables, griteríos, agresiones interminables y una cantidad de insultos que hicieron temblar hasta esas paredes tan acostumbradas a lo indecible. Martes y miércoles fueron los días en que se arrastraron las audiencias públicas previas a la segunda lectura del paquete de leyes que abre terrenos ferroviarios y otras tierras públicas en la Ciudad a obras diversas. El tema generó muy fuertes pasiones, que se reflejaron en las sesiones abiertas, y también mostró la aparición de nuevos grupos que buscaron politizar en el peor sentido las audiencias. Como se decía antaño, las reuniones terminaron “aparateadas”, con volanteadas, cartelerías, gestos, muchas consignas, y hasta funcionarios públicos tomando la palabra como si fueran vecinos llanos.

Lo único digno y rescatable de esos dos días larguísimos fue la corrección con que se manejó la formalidad de abrir las audiencias, que eran cuatro, y se las pasaba a cuarto intermedio ante el hecho de que las anteriores no habían terminado ni iban a terminar por horas. En medio del griterío constante, los taquígrafos tomaron sus notas y las autoridades de la mesa trataron de que alguien, alguna vez, se ciñera a los cinco minutos que cada vecino tiene derecho a usar.

Pero los que hablaron llevaron consignas, mezclaron los temas, provocaron con insultos gruesos y en la cara de los diputados presentes, y se concentraron en criticar al bloque del Frente para la Victoria. Al que llevaron al límite fue al diputado Juan Cabandié, al que una claque se dedicó a putear literalmente por horas. Cabandié es hijo de desaparecidos y que le menten a la madre tiene otro cariz personal. El joven diputado se quiso retirar de la sesión y, en lugar de hacerlo por la puerta lateral del Salón San Martín, lo hizo por el pasillo central. No llegó a la entrada principal porque fue rodeado por un grupo que lo frenó y lo insultó de un modo cruel: hasta le dijeron que sus padres se debían estar revolviendo en sus tumbas. El resto fueron empujones que terminaron en un “relato” de Cabandié agrediendo a un vecino. Curiosamente, todos los testigos que vieron y oyeron no cuentan que fuera el diputado el agresor.

Entre los papelones más destacados se puede contar que los abogados ambientalistas que presentaron un pedido de amparo para que no se realizaran las audiencias se presentaron igual y hablaron. También fue de asombro ver asesores de diputados tomar la palabra para insultar a otros diputados. Y nadie pudo evitar notar que Gustavo Desplatz se quedó afónico de tanto gritar y animar a su barra. Las audiencias fueron evidentemente una plataforma para “lucirse” y tratar de ganar un puesto en las listas de futuros diputados porteños.

Lo que lleva a pensar que el diputado Raffo debe estar pensando en su reelección por lo exagerado de sus gestos. Raffo se presentó el martes, se sentó en la mesa y puntualmente aplaudió a cada orador que insultara a sus colegas, los acusara de corruptos y denunciara un contubernio entre el PRO y el FpV. Si el que hablaba se pasaba de todo decoro, el diputado se levantaba y le daba la mano, posando para las fotos.

El fondo del pozo se vio el martes cuando les hicieron un corralito a los diputados y se vio volar una botella, que no le pegó a una diputada macrista más por casualidad que por otra cosa.

En el medio del griterío, quedó perdido que el Código de Planeamiento Urbano ya ordena de años que cuando se pide norma para un terreno de las características de los que están en discusión, la proporción prescripta es del 65 por ciento de uso público, para parques, y el 35 para construcción pública o privada. Sólo algunos entre los que gritaban “ciento por ciento” sabían que tal cosa ya existía y no podía ser alterada en esta votación, y apenas alguno tiene a salvo la coherencia porque cuando se votó esa norma se opuso y pidió que fuera todo parque. Tampoco a nadie le interesó preguntar qué pasaba con los edificios patrimoniales incluidos en esos terrenos, cuya catalogación se está preparando más allá del resultado final.

Cosas tristes

Fue una pena ver el remate final del viejo bazar Wright de la Avenida de Mayo, un local magnífico que cruza la manzana estrecha de la urbanización original, hasta Rivadavia. No sólo se cierra una tradición y se pierde otro de los ya pocos pedacitos que quedaban de la comunidad angloargentina en la ciudad, sino que se abre otra inquietud de las bravas: ¿qué será del local? El bazar fue remodelado levemente hace décadas, cuando le agregaron unos cielorrasos de espanto, de esos con panelitos acústicos perforados, pero nunca fue alterado en su estructura, sigue con sus maderas pavimentando, tienen sus columnas originales y hasta el remate lucía unas elegantes lámparas de cobre y bronce muy años treinta. Es de temblar la idea de una macdonalización de un ambiente tan noble.

Otra pena fue ver la Plaza de la República, la que anilla al Obelisco, vandalizada por los hinchas de Boca. Pintadas por todos lados, incluyendo una en la que el autor soltó el inconsciente: “Esto es Boca”. En serio...

Finalmente, la tristeza mayor, que fue el incendio en la casa de los Olivera, que sirve de casco al Parque Avellaneda, un lugar realmente peculiar de nuestra ciudad. El parque fue donación de la familia, una generosidad acompañada de una sola condición muy cuerda: que los históricos edificios fueran preservados. El Avellaneda tiene además un sistema de administración participativo en el que los vecinos pueden vetar las tonterías del macrismo, como frenaron las frivolidades de Telerman y las zonceras de Ibarra. Esto despierta tal inquina entre funcionarios municipales, que el incendio puso paranoico a más uno, con lo que corría el rumor de que fue deliberado. No hay peritajes, pero la explicación más sencilla es que se trata de otro caso de simple desidia. Quienes conocen las oficinas que funcionan en la casa Olivera hablan de instalaciones anticuadas, zapatillas eléctricas por todos lados, falta de esas obras de mantenimiento y modernización que tanto aburren a los funcionarios que gobiernan Buenos Aires sólo para ver si pasan a la Rosada. Una vez más, estos descuidos nos cuestan y hay que alegrarse de que el fuego arrancara fuera de horario, con lo que nadie se lastimó.

MUESTRA

La Universidad Torcuato Di Tella invita a su primera exhibición abierta de la Escuela de Arquitectura y Estudios Urbanos. La idea es literalmente abrir las puertas de la entidad y mostrar qué hacen allí exhibiendo “experimentaciones materiales, conceptuales y especulativas, proyectos, investigaciones y tesis” que desarrollaron alumnos de las carreras de grado y posgrado. La muestra se abre este lunes a las siete de la tarde en el campus Alcorta, Sáenz Valiente 1010, y sigue hasta el viernes de 14 a 18.

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