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Sábado, 6 de julio de 2013
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Con nombre propio

Crochet 3D

Arándano, un universo de tiernos muñecos tejidos al crochet por Lucía Aranda.

Por Luján Cambariere
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Cuando uno los ve, los quiere. Lucía Aranda, estudiante de diseño gráfico de la Universidad de Buenos Aires, los creó en principio como una forma de escaparle a la computadora donde vivía metida en su trabajo diario. “Quería hacer algo con las manos, que es siempre un trabajo que maneja otra energía.”

También fue, en cierto modo, un tributo a la abuela de la que heredó, nada más ni nada menos, que el amor por el tejido, ese hacer arte-sano. “Ella tenía una empresa de ropa tejida que surgió queriendo ayudar a una amiga. Siempre nos hacía nuestra ropa de invierno. Falleció cuando yo era muy chica, a los cinco años, pero a través de mi mamá, que es médica pero también teje, recibí su herencia, así que tejo de chiquita. Hace unos tres años, viendo cosas por Internet (otro tic de los diseñadores que pasamos mucho tiempo sentados frente a la máquina), descubrí todo tipo de objetos realizados en crochet, el tejido que más me gusta hacer. Todo en 3 D. Yo siempre lo había tejido plano. Es un tejido en espiral muy lindo de trabajar y con muchas posibilidades. Y cuando vi tantas posibilidades me decidí a intentar desarrollar en tres dimensiones algunos dibujos míos. Que esas ilustraciones tomaran vida. De hecho el primer Arándano que aún conservo no es tan lindo como los actuales porque lo hice con lo que tenía. Me llevó un tiempo lograr el patrón para lograr los muñecos que me gustaran”, detalla Aranda.

El primero fue un gatito. Jugando con tejer orejas largas llegaron los conejitos –Frambuesa, Jazmín–. Algunos en versión más pequeña con un cascabel adentro para bebitos y otros, con los ojitos cerrados, los dormilones –Almendra, Cereza–. También los ositos como Lluvia de cara más redondita. Además, como buena gráfica, los muñecos vienen acompañados de una tarjeta donde despliega su amor por la naturaleza. Más allá de los arándanos, están repletas de ilustraciones de distintos arbolitos impresas en letterpress.

“Lo gracioso es que nunca los pensé para chicos, para un público infantil. Tenía ganas de hacerlos y ya. Pero cuando empecé a mostrarlos, me empezaron a llamar de locales de diseño para niños”, revela.

¿Cómo fueron los comienzos?

–Me acuerdo de que cuando recién arranqué a tejer los Arándanos empecé con las agujas de mi abuela. Había una que estaba tan gastada (las agujas de crochet están como aplastadas en el medio, donde se apoyan los dedos para agarrarla) que después de unos cuantos puntos se partió al medio. Fue una emoción rara. Nunca pensé que entre mis dedos se iba a quebrar una aguja de tanto tejido que tenía encima. Fue una sorpresa porque me puse a pensar que esa aguja la había agarrado, la había usado mi abuela, y entré en la cuenta de cuántas horas habrá estado sentada tejiendo para gastar la aguja. Bueno, cuestión que tuve que ir a comprar materiales nuevos y ahí fue cuando empecé a investigar y seleccionar materiales, hilos de distinto grosor, qué textura era la más indicada, qué numero de aguja me servía para el resultado que estaba buscando... Probar, errar, volver a buscar aguja nueva, colores nuevos. Ahora que pienso, fue como un mensaje de ella: “Andá, nena, buscá, explorá que te va a salir algo lindo!”.

Me gusta sentarme a tejer en mi casa, mi sillón, cerca de las plantas, mis gatos..., es como un respiro entre la rutina acelerada de todos los días, trabajo, facultad, más trabajo. Pero cuando tengo que hacer algún Arándano me tomo mi tiempo para que quede prolijo de las orejas a los pies. Me gusta mucho tejerlos, darles vida cuando llega el momento de bordarles los ojos, la cara; cada uno es distinto y tiene su personalidad. Si algún día logro que pasen a ser mi trabajo principal voy a ser muy muy feliz.

¿Los hacés vos misma?

–Sí, de forma totalmente artesanal, con mis propias manos. Tardo entre 5 y 6 horas para cada uno. Por ahora los estoy tejiendo yo sola, pero con la ayuda de mi mamá. Ella cuando tiene un ratito me teje orejas y brazos, entre paciente y paciente, una vuelta más al tejido. La verdad que mis viejos son lo más. Siempre apoyando mis proyectos (pasé por la encuadernación, serigrafía, bordado, por ahora sólo los Arándanos siguen en camino). Por eso a veces pienso que en parte este proyecto es como un emprendimiento familiar, ya que hay varios involucrados. La herencia de la abuela Bety, mamá tejedora y papá entusiasta. Hace poco me asocié con dos amigas para trabajar en equipo y poder recibir más pedidos. La familia se está agrandando.

¿Y a futuro?

–Mi idea es ampliar la línea a todos los ambientes de la casa. Hacer almohadones, individuales, posavasos.

¿Qué es lo que te dicen de ellos?

–Sobre todo que les provocan mucha ternura. Que les dan ganas de tenerlos.

¿Tenías muñecos así de chica?

–Mi mamá me hizo una muñeca de tela a la que se le doblaba la cabeza, pero a pesar de eso la amaba y usaba mucho. Hasta le hacía la ropa parecida a la mía, casi como una gemela en miniatura.

¿Aporta estudiar diseño para el mundo del objeto artesanal?

–Muchísimo. Me encanta cursar la carrera. El aprender a mirar, seleccionar, tener ojo crítico.

Arándano: E-mail: [email protected]

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