La preservaci贸n de la arquitectura porte帽a es una criatura contradictoria, d茅bil y manoseada por los intereses econ贸micos de un sectorcito, el de la especulaci贸n inmobiliaria. Esta 鈥渋ndustria鈥 s贸lo piensa en crear metros cuadrados sin la menor atenci贸n a la calidad constructiva 鈥揷a帽os de pl谩stico, cementos mal puestos, materiales 铆nfimos鈥 y mucho menos a la calidad conceptual de lo que construye. Al contrario de los que crearon nuestro patrimonio construido y pensaban tambi茅n en hacerse ricos, a los de ahora no les da el pin茅 ni para hacer una fachada. La tragedia de la destrucci贸n de nuestros edificios es doble, porque perdemos los hist贸ricos y los reemplazan por edificios de baja cala帽a.
Como el gobierno del PRO es uno de especuladores, participa del negocio y lo protege del modo m谩s simplista posible. Para comparar con una capital del capitalismo salvaje y ciudad a la que los macristas copian en lo visible, en Nueva York hay hect谩reas enteras protegidas, barrios enteros 鈥搈edio Brooklyn, un 25 por ciento de Manhattan鈥 con las alturas trabadas para no romper el tejido hist贸rico y man铆as socialistas como cobrarles a los especuladores lo que cueste adaptar la infraestructura a sus megaproyectos. Los macristas y sus socios en esa fenecida profesi贸n, la arquitectura, se ponen bizcos cuando escuchan estos pecados.
Con lo que el armaz贸n de protecci贸n patrimonial porte帽o es de una debilidad deliberada, una curita para salvar las apariencias y un sistema subordinado a la verdadera prioridad, que es la altura posible de construir en un lote. Excepto cuando se cataloga algo de un modo integral, preservando el edificio como un todo, se manda preservar la fachada y se deja demoler todo el interior e irse para arriba. El resultado es pat茅tico y absurdo.
Para este fin de a帽o, el contraste entre protecci贸n 鈥渄e curita鈥 y protecci贸n efectiva queda violentamente mostrado por algo que pas贸 en Recoleta y algo que pas贸 en Barracas. El primer caso es doloroso y rid铆culo, y se explica porque fue atendido entre empresarios y macristas, con la gente reclamando desde afuera. El segundo caso es una alegr铆a en la que los vecinos dieron una larga pelea y lograron resultados verdaderos.
El edificio de los Bemberg en Montevideo al 1200, frente a la plaza Vicente L贸pez, fue un caso fundacional en esta aventura de salvar los edificios. Ya a fines del gobierno de Jorge Telerman, en 2007, el flamante grupo Basta de Demoler present贸 un amparo para preservar el bello edificio franc茅s, alquilado hasta hac铆a poco por una dependencia judicial. Con gran crueldad, lo iban a demoler para hacer una torre vidriada de particular fealdad y mediocridad, un objeto intrusivo en un entorno donde todav铆a mandan edificios de 茅poca.
Basta de Demoler, con ayuda de la entonces diputada Teresa de Anchorena, encontr贸 un argumento muy s贸lido para frenar el atentado. Resulta que el Bemberg estaba en tr谩mite de catalogaci贸n en la Legislatura, pero el Ejecutivo hab铆a autorizado su demolici贸n, una costumbre que ni el supuesto progresista An铆bal Ibarra ni el 鈥渃ultural鈥 Telerman se hab铆an dignado cambiar. Los amparistas explicaron y la Justicia acept贸 que eso era un conflicto de poderes porque una demolici贸n por cierto imped铆a que los legisladores hicieran una ley de protecci贸n. La c谩mara, ante la apelaci贸n del gobierno de Telerman, no s贸lo confirm贸 sino que ampli贸 a todos los casos el nuevo mecanismo: si la Legislatura consideraba un caso de catalogaci贸n, el edificio quedaba protegido hasta que se votara.
La empresa due帽a del edifico Bemberg protest贸 y protest贸, y se neg贸 a cambiar el dise帽o, pese a que Anchorena hasta les alcanz贸 un dise帽o del clasicista Alejandro Moreno para mantener el estilo e irse hasta la altura m谩xima de un modo arm贸nico. La firma no quiso saber nada, esper贸 a que se catalogara el edificio y ah铆 arranc贸. No les fue mal, porque la Legislatura s贸lo acept贸 preservar la fachada. La empresa demoli贸 por completo el interior, hasta el 煤ltimo ladrillo, y construy贸 el bodrio de vidrio por adentro, ahorr谩ndose los vidrios. Como puede verse en las fotos, hizo entrepisos para ganar metros cuadrados que asoman por el medio de las ventanas, y se fue para arriba con una caja... de vidrios.
Lo m谩s absurdo es que todo este pastiche es vendido en la p谩gina web de la firma con un entusiasmo deprimente. El palacio Bemberg ahora se llama IQ Recoleta Plaza, y el primer absurdo es que IQ quiere decir cociente intelectual, en ingl茅s. Ah铆 se afirman cosas como que 鈥渆l objetivo fue recuperar un patrimonio hist贸rico鈥, 鈥渃onservar la arquitectura e identidad de esa 茅poca鈥 y 鈥渆mbellecer nuestra ciudad鈥, todo f谩cilmente desmentible viendo las fotos de esta nota.
Luego se dice que con gran generosidad la firma mantuvo 鈥渓as fachadas barrocas鈥 del edificio; ni lo uno ni lo otro, porque ese frente no tiene nada de barroco y mantenerlo fue una obligaci贸n por ley que, como se dijo, la empresa acept贸 de mal铆sima gana. Para cerrar la comedia, se dice que 鈥渞espetaron los vanos鈥 y se preservaron las carpinter铆as, cosa visiblemente falsa por esos entrepisos y rejitas imitadas.
En violento contraste, Barracas est谩 festejando una ley 贸mnibus de preservaci贸n de sus edificios, que muestra la potencia de los vecinos organizados. Como se sabe, ese sur porte帽o es un verdadero repositorio de arquitecturas porte帽as, un arca, y despu茅s de muchos a帽os de demoliciones despectivas logr贸 bajar alturas, conservar piezas 煤nicas y en general bajarles el copete a los especuladores. Tan fuerte es la tendencia ahora, que hasta lograron que se catalogaran edificios con los frentes pintados o con agregados. En lugares como el CAAP, que descarta o acepta las propuestas, son tan 鈥減uristas鈥 que consideran que cualquier edificio al que le hayan hecho el menor cambio es demolible. Pero en la lista de Barracas est谩 el hogar de ancianos de Montes de Oca 284, con un tercer piso de cubierta liviana agregado, y la esquina de Cochabamba 592, con una gran habitaci贸n en la terraza.
Las cuarenta piezas protegidas incluyen tipolog铆as que ya est谩n en riesgo de desaparecer, como la esquina de Cochabamba 502. Es uno de esos edificios a la italiana, bien decimon贸nico, con local abajo y balc贸n corrido arriba, criollo y europeo a la vez, que los especuladores parecen odiar en particular. E incluyen edificios por los que nadie deber铆a temer, como el Normal 5 de Arcamendi al 700, ya que un Estado responsable por la cultura ser铆a una garant铆a. Pero hasta los colegios hay que preservar por ley, para que el macrismo no los destruya con contratos para los amigos o aulas container.
El 煤nico problema que tienen estas preservaciones es que comparten con el bodrio de IQ la caracter铆stica de ser apenas cautelares. Y si no se bajan las alturas en estos casos, lo que se logra es un rid铆culo como el pastiche de la calle Montevideo al 1200.
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